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Los justos y los pecadores: los tablaos flamencos, bajo la lupa

Las condiciones de trabajo de los flamencos son objeto de controversia en la prensa y las redes sociales: unos defienden las prácticas actuales, otros denuncian abusos de los empresarios.


La mecha la encendió el guitarrista Paco Cruz en su muro de Facebook, denunciando malas condiciones de trabajo en los tablaos y hasta contratos de camareros para los artistas. Tomó el testigo el crítico Manolo Bohórquez, haciéndose eco de este malestar en su columna de El Correo de Andalucía. La polémica está servida, y la opinión dividida entre quienes defienden el trato a las plantillas de estos negocios, tan importantes para el arte jondo, y quienes creen que hay en ellos una cara oscura que desenmascarar.

La reacción de los propios empresarios no se ha hecho esperar. Rosana de Aza, 22 años en el oficio, responsable del tablao Casa de la Memoria en Sevilla, lo deja claro: “Mi tablao contrata a los artistas por el día que vienen, con su alta y su certificado de empresa correspondiente. Y en la vida se me ha ocurrido contratar de otra forma que no sea por régimen de artistas”, subraya.

 

«La polémica está servida, y la opinión dividida entre quienes defienden el trato a las plantillas de estos negocios, tan importantes para el arte jondo, y quienes creen que hay en ellos una cara oscura que desenmascarar»

 

Estas condiciones son inamovibles e independientes del éxito del espectáculo: “Si no hay público o tenemos ocho personas, los artistas cobran igual”. Y lo mismo sucede cuando, pongamos por caso, un grupo de espectadoras solicita una clase de sevillanas o similares para el día siguiente. “El flamenco lo hacen los artistas, son el material con el que trabajamos, y por lo mismo debemos protegerlos al máximo. Solo imaginar que alguien viniendo aquí se tuerza un tobillo o tenga cualquier problema, hace que seamos muy estrictos con esto. Por la cuenta que me trae, por la comodidad y la seguridad de mi empresa, llevamos las contrataciones a rajatabla. Lo contrario es una inmoralidad y un riesgo innecesario”.

¿Hay quien incurra en prácticas menos rigurosas? De Aza cree que sí, “pero no por ello debemos pagar justos por pecadores. Una empresa no es una ONG, naturalmente quiere sacar beneficios, pero una empresa decente paga decentemente a sus artistas y hasta sus recepcionistas”, asevera. “Por otro lado, he tenido problemas con artistas que cobraban el paro o la ayuda familiar, y te pedían que no les dieras de alta. Y lo siento, pero en ese caso no vienes. No es muy habitual, pero desde luego no entro al trapo nunca, porque si lo haces con uno, acabas haciéndolo con todos”.

“Hay tablaos que presentan por todo lo alto ‘quince artistas en escena’, y tienen contratados solo a tres, pero por suerte son una minoría”, concluye De Aza. “En todo caso, quien quiera saber quiénes son, la información es pública: te vas a un registro mercantil y ves lo que cada cual ha pagado de sueldos, de seguros y de todo”.

 

«Mi tablao contrata a los artistas por el día que vienen. Y en la vida se me ha ocurrido contratar de otra forma que no sea por régimen de artistas» (Rosana de Aza)

 

También aporta su visión Luis Adame, que regenta en Barcelona el Tablao Cordobés con “altas condiciones económicas” para los artistas, así como extras a partir del tercer espectáculo. En resumidas cuentas, después de seis meses de trabajo en el Cordobés, un artista puede percibir un salario bruto de 25.000 a 30.000 euros. “Desmiento categóricamente la imagen que se quiere dar de explotación servil del tablao”, dice Adame. 

En su favor alude el empresario al modo en que el tablao ha ido acompañando a cada ola generacional: “En los años 70 fueron Camarón, Chocolate, Turronero, Farruco, Güito, La Tati, Manuela Carrasco… y un larguísimo etcétera. En los años posteriores fueron Eva la Yerbabuena, Belén Maya, Rafaela Carrasco, Juana Amaya, Israel Galván, Miguel Poveda, con nosotros cuando ganó la Lámpara Minera… Esta línea de trabajo no casa con el fraude y la especulación”.

Actualmente el Cordobés cuenta con nombres como Pastora Galván, Karime Maya, Belén López, Paloma Fantova, la colaboración extraordinaria de Farruquito, El Farru, Jesús Carmona, José Maya y muchos otros. Para Adame, un programa así no se hace con contratos de camareros. Y piensa que es la norma, frente a las excepciones: “Los empresarios con los que tratamos son auténticos aficionados de corazón que aman el flamenco. Los defraudadores que además son maltratadores del flamenco nos hacen daño tanto a los artistas como a nosotros. Suponen una competencia desleal”, denuncia.

 

«Los empresarios con los que tratamos son auténticos aficionados de corazón que aman el flamenco. Los defraudadores que además son maltratadores del flamenco nos hacen daño tanto a los artistas como a nosotros» (Luis Adame)

 

Finalmente, Adame recalca que la generalización es injusta “en el simplista y beligerante modo de plantearlo”, como injusto es a su parecer el hecho de que la culpa recaiga sobre los empresarios de los tablaos, “una plataforma de sostén económico por el momento insustituible. El desamparo de los artistas flamencos va unido al desamparo de políticas culturales de estado para el flamenco y eso solo se logra sin demagogias”.

 

Espectáculo flamenco en el tablao Los Gallos, Sevilla. Foto: perezventana

 

No obstante, por el lado de los artistas el asunto adquiere matices más complejos. Un rápido sondeo en el gremio permite sacar una conclusión provisional: ni tan blanco ni tan negro. Además, hay que tener en cuenta que la relación entre artistas y tablaos no es siempre igual: hay quien solo trabaja tablaos, quien combina tablaos y escenarios, y quien acude al tablao solo de vez en cuando, cuando la economía lo recomienda.

“Además, hay quien trabaja en los llamados ‘nuevos tablaos’, que son bares con un suelo de madera, llevados por gente que no conoce el mundo profesional, y hablan del sector con cierto desahogo”, señala Lucía Álvarez, La Piñona, bailaora de Jimena que ha mostrado estos días su indignación en las redes por una polémica que cree desproporcionada.

 

«¿Por qué no damos un golpe en la mesa en los tablaos donde no se respeta al artista? ¿Por miedo a que no te llamen más? ¿Porque sabes que si tú no vas, va otro en tu lugar?» (Lucía La Piñona)

 

“Hay de todo: sitios donde se dan condiciones óptimas para trabajar y otros. Si hay tablaos que no lo están haciendo bien, hay que decirlo, por supuesto. Y tampoco podemos olvidar que los dueños de los tablaos son empresarios en el peor sentido, es decir, que si te la pueden meter, te la meten. Pero los artistas también podemos ser muy pícaros, y nada de eso favorece los derechos que estamos pidiendo”.

Por otro lado, La Piñona opina que es un error llevar el debate a las redes “y no hablar cuando se tiene que hablar. ¿Por qué no damos un golpe en la mesa en los tablaos donde no se respeta al artista? ¿Por miedo a que no te llamen más? ¿Porque sabes que si tú no vas, va otro en tu lugar? Hay que asumir ese precio”, dice.

La gaditana recuerda haber conocido plantillas fijas con sueldos bastante justos. “Ahora se trabaja por días y se han subido los sueldos, y se nos da de alta. Y además en régimen de artista, no como mozo de almacén o camarero, aunque no puedo asegurar que no siga pasando”, afirma. “Eso por no hablar de que hasta hace tres o cuatro años, las mujeres cobraban menos que los hombres. Esto lo hemos cambiado peleando entre todos, y creo que todo puede seguir cambiando a mejor, si logramos llegar a un consenso”.

 

«Las irregularidades pueden salpicar a los tablaos, a las compañías, a todo. Se trata de hablar abierta y sanamente, sin generalizar y sin buscar culpables en un solo apartado de la industria flamenca» (Jonathan Miró)

 

Para Jonathan Miró, artista y director artístico del madrileño tablao Villa Rosa hasta su reciente clausura, el foco debería ponerse en el marco legal: “El problema es el convenio. Los salarios que fija y la indefinición de cuántos pases se contemplan, un limbo en el que cada empresario interpreta la ley a su manera”, comenta.

“Me parece injusto que se meta en el mismo saco a todos los tablaos, porque los que yo conozco tienen sueldos por encima de lo que marca el convenio”, prosigue Miró. “Por otro lado, si eres artista y no te dan de alta, no aceptes. Y lo mismo si no te declaran el cien por cien de la nómina, o si no te contratan en régimen de artista”.

Para este bailaor que conoce también la gestión del tablao desde dentro, lo mejor sería abrir un debate que analice la situación en todo el sistema, sin señalar a un sector como el causante de todos los males. “Las irregularidades pueden salpicar a los tablaos, a las compañías, a todo. Se trata de hablar abierta y sanamente, sin generalizar y sin buscar culpables en un solo apartado de la industria flamenca”.

A los pocos días de iniciada esta polémica, Paco Cruz retiró la entrada de su muro de Facebook.

 


Un pie en Cádiz y otro en Sevilla. Un cuarto de siglo de periodismo cultural, y contando. Por amor al arte, al fin del mundo.

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