El reto de componer flamenco
Componer cante, sin sacar los pies del plato, no es fácil tarea, incluso hoy que estamos en la era de la transgresión, del todo vale, del arte en sí mismo, que no necesita del juicio del respetable. ¿Quién se atreve a crear un cante por soleá que realmente cuaje?
El flamenco es el cante. Se toca el cante y se baila el cante. Crear música flamenca desde la guitarra, el piano, la flauta o cualquier instrumento resulta relativamente sencillo si el compositor conoce los mimbres con los que construir su cesto. Dominar la armonía es imprescindible, nada que no pueda lograrse con cierta dosis de talento, forjar un discurso rítmico coherente con los principios estéticos que rigen lo flamenco y lo determinan, crear una atmósfera melódica adecuada. Todo eso se puede lograr sin hacer malabarismos creativos que subviertan lo más o menos establecido para que hoy esa música sea considerada como flamenco y eso que las fronteras en la actualidad son bien anchotas. Pero el cante… ese es otro cantar.
Los grandes compositores del pasado –Silverio, Mellizo, Serneta, Chacón, Pastora, Marchena, Vallejo, Mairena, Caracol…– nos legaron un repertorio de cantes que hoy podemos llamar clásicos que se recrean (esa es la palabra) una y otra vez en las voces de los intérpretes que han venido después y que lo mantienen vivo, sí, como en un museo. ¿Qué tiene de malo? Y es visitado una y otra vez por los aficionados a dicho corpus de cantes, tesoro precioso de nuestra cultura flamenca. Estos cientos de cantes y sus versiones son ya inmortales, como la música de Bach o la de Brahms, per secula seculorum amén Jesús. Cantes que al poder ser recreados en las más diferentes tesituras son aptos para ambos géneros y todas las voces y timbres. Algo que no ocurre con la otra música clásica, la académica, que aunque es libre de alterar el tono original suele recrearse en aquel en el que fue compuesto por el autor. Como digo, esta riqueza inconmensurable transmitida oralmente y conservada en la memoria de los artistas y en las grabaciones (benditas sean y bendito el inventor) fue creada, a grandes rasgos, entre digamos 1860 y 1954, el grueso más notable. Después ha habido “compositores” de cantes, pero se cuentan con los dedos de la mano. Vayamos al detalle.
No se trata de proponer una forma nueva y revolucionaria de entonar, como hizo Camarón. No es solo dominar la respiración hasta lograr jipíos imposibles como Panseco. No es tener tanta personalidad que hagas lo que hagas lleva tu sello, como ocurre con Fosforito. No se trata de crear nuevas variantes si no las recrea casi nadie, como le ocurrió a Lebrijano o a Turronero. Sino construir cantes sobre moldes clásicos pero proyectándolos al futuro para regar de savia nueva el repertorio jondo. ¿Y quién ha hecho eso?
«Esta riqueza inconmensurable transmitida oralmente y conservada en la memoria de los artistas y en las grabaciones fue creada entre digamos 1860 y 1954. Después ha habido “compositores” de cantes, pero se cuentan con los dedos de la mano»
En el ámbito del fandango natural o personal han sido y son muchos los que logran verter su inspiración en ese molde armónico para crear nuevos cantes que además son recreados por los compañeros con mayor o menor fortuna. Por bulerías y tangos (rumbas y tanguillos), estilos fronterizos que tienen un pie en el cante y otro en la canción, también se han logrado creaciones relativamente nuevas que pasan a engrosar el repertorio de cantes. Por alegrías se hace con la nueva moda, un tanto ñoña a mi entender, de cancioncitas a modo de preludio, parece que han cuajado y vienen siendo de uso casi obligado en las tablas y tablaos. Pero no ocurre así por seguiriya o por soleá. Para muchos es un sacrilegio. El gran maestro transgresor por excelencia en este ámbito ha sido Enrique Morente. Es conocida la anécdota de cuando tuvo que mentir al Gallina, al preguntarle el maestro de Andújar por una seguiriya creada por el granadino este tuvo que decirle que se la había escuchado a una anciana para no revelar que era creación propia. Así creo que también “compuso” muchos cantes Antonio Mairena. Con la facilidad que tenía y la fantasía que Dios le dio nos regaló un buen número de cantes de su inspiración pero que atribuía a otros ancianos que había conocido y cómo “tirando de un hilo hacía manteles”. Por supuesto Marchena, con aquel prodigio de instrumento que tenía en la garganta nos ha legado un buen número de creaciones y hasta un estilo. Caracol es otra cosa, como Camarón. Ellos han dejado una forma de interpretar todo el repertorio más que nuevos cantes. El estilo caracolero, como el camaronero, se basa en una forma tan personal de decir los cantes, sea el que sea, que todo se lo llevan a su terreno creando no variantes sino una escuela de cante, una forma nueva de cantar que cuaja y brota en las gargantas de los que vienen tras ellos. Los ejemplos los conocemos todos, con mayor o menor fortuna pero ahí están.
Pero volvamos a Enrique. Su fandango que registró antes que él Camarón, sus alegrías, la dicha seguiriya, los tangos que se han integrado tanto en el repertorio de Graná que muchos creen que pertenecen a las variantes locales y resulta que son composiciones del “Ronco”. Son cantes que pasan a engrosar el repertorio clásico y los artistas inmortalizan día a día cuando los recrean, para los restos de la vida.
Componer cante, sin sacar los pies del plato, no es fácil tarea, incluso hoy que estamos en la era de la transgresión, del todo vale, del arte en sí mismo, que no necesita del juicio del respetable. Pero ¿quién se atreve a crear un cante por soleá que realmente cuaje? El Pele ha creado uno (una bulería por soleá en tiempo de soleá creo yo) que se escucha cada vez más, y que podemos considerar composición contemporánea de cante. Podríamos decir lo mismo de algunos cantes que, aunque basados en modelos clásicos (todo en verdad se basa en cantes anteriores), tienen una factura tan personal que parecen nuevas creaciones, por ejemplo el genial Canela de San Roque y su estilo arrollador por soleá. Pero un estilo nuevo de cante y que, esto es imprescindible, sea recreado por más cantaores además del compositor es menos común. Sin duda se me escapan muchas creaciones actuales que estarán cuajando entre los artistas, ya que la búsqueda continua de nuevos caminos para navegar en el arte lleva a que en ocasiones nazcan nuevas variantes, de malagueñas, tarantas, tientos, martinetes, nuevas formas adecuadas a los tiempos y que habrá que esperar a que el tiempo, juez inexorable y tamiz último, dé su veredicto. Que sea para bien y por la proyección al futuro del cante flamenco y su inmortalidad.
→ Ver aquí las entregas anteriores de la sección A Cuerda Pelá de Faustino Núñez en Expoflamenco
Estela Zatania 5 octubre, 2023
Gracias por las buenas observaciones, Faustino. También ocurre que un “estilo” determinado de soleá o siguiriya (los cantes más maleables) admite abundante variación (personalización) en la melodía sin que deje de ser reconocible. Quizás por eso no surgen nuevas formas.
Faustino 8 octubre, 2023
Cierto Estela, la maleabilidad de la melodía de los cantes también enriquece el repertorio.
Carlos A Ordoñez 12 octubre, 2023
Todo esto ya le he realizado al por mayor!!! KIKOLEÁRES es el término genérico del Cante Flamenco y Jondo alternado fuera de su contexto tradicional!!! Entre nuevas tonalidades frigias mayores en la Guitarra (4 de ellas que completan la nueva “Guitarra de Concierto Flamenca” del s.XXI). Lo triste es que, en España no se acepta la evolución ni alza la vista de la tierra (sin ser absolutos, lógicamente). ¿Componer Flamenco se ha dicho? El Flamenco en sí mismo, no es un género musical, ni danzario, ni folclórico, ni tradicional… El Flamenco es una Cultura popular de la cual, su música, o sea: “la música del Flamenco”, se compone por su reconocidos “Palos”. De ellos sí puede hablarse de “composición” pero nunca en sentido armónico o teórico clásico, por eso es que no se evoluciona…!!! El tradicionalismo, que ha buscado la conservación del Flamenco Musical, no ha guardado la forma estructural de género, sino la de los creadores del género, para no decir, los aflamencadores de otros géneros previos como bien recoge Faustino… Luego, la Mecanicidad, la Repetición de esas formas, son aquellas que se han estandarizado. El Flamenco Musical es incomprendido y este artículo solo habla sobre ello muy rebuscadamente, explicando con letras las cosas que pertenecen al reino de los números, la ciencia de la música, “La Composición”. En otras palabras…..!!!