ExpoFlamenco - EL MUNDO DEL FLAMENCO
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El Bordonazo

Blog de Manuel Bohórquez

Un poco de seriedad no vendría mal

27/2/2018

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El flamenco está en un momento en el que, por ser centro de atención de  tantas decenas de miles de personas en todo el mundo, requiere un trato especial desde los medios de comunicación especializados. Leo cosas que me espantan, sin contar con lo que cada persona escribe en su espacio de las redes sociales, que hay de todo pero, sobre todo mucha morralla. Y confusión. A estas alturas del presente siglo, es increíble que haya críticos de este arte que no tengan muy claro lo que es o no es flamenco. Este se llama cantaor, se dedica al cante, y aunque cante La Traviata, me ocupo de él. Están apoyando algo que dispone de otros espacios de promoción.

Me llama también la atención el tipo de crítica que se está imponiendo: la crítica del todo vale y todo está guay. Con motivo del Festival de Jerez estoy siguiendo algunas críticas de ese tipo. Hace unos días leí una sobre La Tremendita y su último disco, Delirium Tremens, y la autora de la crítica no le ponía ni un solo pero a una obra polémica que se aleja mucho de la esencia flamenca. O sea, que según esta profesional de la crítica, es perfecta, una obra maestra, algo comparable a lo mejor que se haya hecho jamás en esa línea. Soy respetuoso con los compañeros y las compañeras de esta profesión, pero me llama mucho la atención esta forma de hacer críticas de flamenco.

En la nueva etapa de ExpoFlamenco, que comienza mañana, en ningún momento vamos a marginar a ninguna tendencia flamenca, porque no tendría ningún sentido. Ahora, tampoco vamos a dar cancha a mamarrachadas, a obras sin valor flamenco o a artistas irrespetuosos con este viejo arte. ExpoFlamenco no es un negocio, es una idea de espacio flamenco y es deficitario. Habrá que ver la manera de que no lo sea, pero no a costa de dejar de ser serios y responsables.

Seguramente ya estarán diciendo algunos modernos que vamos a volver a abrir la Inquisición. No, no es eso. Pero sí vamos a defender el flamenco con todas sus tendencias y variantes, sus escuelas y estilos, sin complejos y sin miedo alguno a críticas de puristas o de vanguardistas. A ver, se puede hacer una catedral nueva sin que se parezca a la de Sevilla o la de Burgos, pero no hay por qué tirar ninguna de las dos para hacer una que vaya con estos tiempos. Pueden ser perfectamente compatibles las tres.

Llevado al flamenco, al cante, se puede crear una nueva malagueña, pero no a costa de destruir las de Chacón o La Trini.  Ahora que está tan de moda El Niño de Elche, la verdad es que me interesan algunas cosas de este músico, entre otras su actitud rebelde, que me recuerda a las de otros artistas rompedores. No me gusta mucho cómo canta, esa es la verdad, pero el cante, en él, es lo de menos: priman otras cosas. La música, sobre todo; el conjunto de lo que hace.

Si nos dan tiempo van a encontrar en ExpoFlamenco un espacio que se hará imprescindible en este arte. Mañana empezamos esta nueva andadura y espero que sigan con nosotros. Y no dejen de seguir los demás portales flamencos, que los hay muy buenos. Eso sí, sean exigentes.


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Entender o sentir. ¿Las dos cosas?

25/2/2018

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La música es un lenguaje universal y cualquier tipo de música de un país puede ser sentida y entendida en otro. El flamenco es una música que engancha, aunque no es fácil de entender y menos por alguien que viene de un país con una cultura distinta a la nuestra. Sentir, sí. He llorado en Nueva York escuchando cantar en la calle a un músico callejero sin saber lo que decía, pero su música, sobre todo el alma que le ponía, me mató de sentimiento.  

Recuerdo que hace unos veinte años o más estuve escuchando cantar en la Peña Torres Macarena de Sevilla al maestro José el de la Tomasa.  Observé que un niño de unos diez años estaba tan pegado al escenario que apoyaba sus codos en él. Cuando cantó José por seguiriyas, de una manera muy inspirada y sentida, miré al chiquillo y tenía la cara descompuesta, cadavérica. Le había lastimado el cante por seguiriyas.

¿Le puede pasar algo así a un niño de otro país que venga con sus padres a Sevilla y vayan a escuchar a un cantaor o a una cantaora? Estoy convencido de que sí. Pero siempre he defendido la teoría de que cuando un arte se estudia, se entiende y hasta se siente mejor. Sin pasarse, claro, porque cuando estudiamos o investigamos mucho nos volvemos unos aficionados o críticos muy exigentes.

He hablado de esto con grandes maestros del cante y encontré opiniones para todos los gustos, pero tengo mi propia teoría. Cuando Calixto Sánchez ganó el Giraldillo del Cante, en 1980, estaba en el patio de butacas del Lope de Vega de Sevilla y al acabar de cantar los fandangos de Cepero y El Carbonero que le ayudaron a ganar el trofeo, sentí que me moría en la butaca. Aquellos fandangos me habían impresionado, sobre todo el segundo, Por las lágrimas se va, cante del moguereño  José Rebollo que El Carbonerillo arregló para adaptarlo a sus facultades, creando una maravillosa pieza musical.

En aquel instante no sabía apenas nada de El Carbonero, pero el fandango me mató. Y al día siguiente empecé a buscar sus discos y a personas mayores que lo hubiesen conocido y escuchado en persona. Tanto investigué sobre él que acabé escribiendo su biografía. Conocer cómo fue su vida, de dónde era, quiénes fueron sus padres, quién fue aquella novia que tuvo que le partió el corazón y cómo acabó sus días, muerto de tuberculosis pulmonar a los 31 años, me ayudó a entender mejor su cante. Y quizás también a sentirlo de otra manera.

Cuando los jóvenes  aficionados me preguntan por este asunto siempre les digo que el conocimiento nunca está de más y que un arte se entiende mejor cuando se conoce bien. Pero que la emoción que te pueda producir una seguiriya no tiene nada que ver con entender o no el arte jondo. Y les cuento la anécdota de aquel niño que en Torres Macarena se puso malo viendo el rostro retorcido de José el de la Tomasa cantando unas espeluznantes seguiriyas de Manuel Torres.


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El abuelo y el valor de la iniciativa privada

22/2/2018

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-Abuelo, ¿cómo llevas lo de tener que ayudarme para que ExpoFlamenco acabe triunfando en esta nueva etapa, conmigo de director?

-Pues mira, sabes que ando ya un poco alejado de estas cosas, pero si hace falta meter el hombro una vez más y hasta sacarte las castañas del fuego, para eso estamos los abuelos flamencos. No sé de dónde vas a sacar tiempo, porque tienes demasiadas responsabilidades, pero ahí estaré contigo, codo con codo, hasta que el cuerpo aguante.

-Abuelo, ¿sabes que muchos de nuestros lectores piensan que el que sabes de flamenco eres tú, que yo no sé una papa?

-Claro que lo sé, ¿o es que te has creído que soy tonto? ¿Y no es verdad? A ver, Manolillo, para saber de flamenco hay que tener años y tú eres aún muy joven.  Hablas de El Planeta sin haberlo conocido, por ejemplo.

-¡Hombre, abuelo! Hasta ahí podíamos llegar. ¿Cómo pude conocer a El Planeta si murió cuando no habían nacido ni mis bisabuelos?

-Pues eso te digo, atontado. Escribe de lo que has vivido, solo de eso.

-Bueno, abuelo, que no sé qué te ha pasado, pero estás insoportable últimamente. Otra cosa. ¿Tú sabías que hay un festival de flamenco en Jerez que lleva siete años sin ayudas públicas? Y es un buen festival.

-El arte flamenco no siempre se ha mantenido de las ayudas públicas, como ocurre desde hace décadas. No es que se mantenga solo con las subvenciones, pero si las instituciones públicas dejaran de subvencionar festivales, recitales en peñas y hasta libros y discos, se vería un ejemplar. Por eso alcanza un gran valor lo que ocurre en Jerez de la Frontera con el OFF Festival, de Mario González, que celebrará este año su séptima edición con un excelente plantel de artistas. Conseguir eso solo con el dinero de las entradas, pero sobre todo sin subvenciones, es un logro, algo digno de encomio en una época en la que tanto se chupa de la teta del Estado.

-Entonces, ¿qué pasa con los demás festivales, que sobreviven gracias a las ayudas?

-Que se han acostumbrado a eso, y ya está. Mira, el Estado tiene presupuesto para todo y la cultura no iba a ser menos. Y el flamenco es una parte esencial de la cultura andaluza y española en general. Pero cuando un arte, y más como es el flamenco, está tan subvencionado, malo, porque pierde independencia y, por tanto, libertad y sentido crítico.

-¿Sabes una cosa, abuelo?

-Dime

-Cada día te pareces más a mí diciendo las cosas. Reconoce que aprendes de mí, aunque lo lógico es que sea yo el que aprende de ti.

-Todos aprendemos de todos, Manolillo. Los mediocres se fijan unos en otros. Y los genios, nos copiamos directamente.

-Lo de genio irá por mí, ¿no abuelo?

-¡Anda, anda! Que le pregunten a La Tremendita si eres o no un genio. O a Mayte Martín. Anda que las tienes contentas.

-Entonces, abuelo, ¿subvenciones o iniciativas privadas?

-Las dos cosas son compatibles. Aunque yo soy más de que los flamencos se busquen la vida, como ha ocurrido siempre, y que sean más libres.

-Y yo también abuelo.


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Las aventuras de Mayte Martín

20/2/2018

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Da lo mismo que sea Mayte Martín o Perico el de los Palotes. Claro que la artista es libre de cantar lo que le venga en gana, entre otras cosas porque canta de maravilla. Pero si hace un disco de canciones, ¿por qué tanta cobertura en espacios de flamenco? No lo entiendo. ¿Porque sea cantaora ya hay que opinar sobre todo lo que haga, aunque le diera por montar un circo? Pues no, al menos en mi opinión.

Recuerdo que hace años cantó en la Bienal de Sevilla, con el Lope de Vega lleno, su espectáculo AlcántaraManuel, que no era de flamenco. Fueron decenas de aficionados de Arahal en un autobús y a la mitad del espectáculo se salieron del teatro. Yo también me fui. Abandonaron el coliseo del Casino de la Exposición porque se sintieron estafados, con toda la razón. Engañados, vamos, porque además el espectáculo fue tedioso a más no poder.

Le molestó hace unos días que dijera que se ha ido a lo fácil. Y no es que sea fácil componer canciones, pero lo difícil es dejar una buena obra discografía de flamenco, que ella aún no tiene. Que no le dé importancia a este tema no quiere decir que no la tenga, porque hoy valoramos a grandes maestros del pasado por lo que dejaron. Me refiero a Chacón, La Niña de los Peines, Manuel Torres o Marchena. Que Marchena hizo alguna que otra canción, sí, pero el peso de su obra es cante flamenco y fue el cante lo que hizo de él un artista inmortal.

Entiendo que con Tiempo rubato, la cantaora catalana va a tener una cobertura en los medios de comunicación que no la tendría si hiciera una obra de cante jondo. La está teniendo ya, y me alegro de ello porque quiero y admiro a Mayte y le deseo lo mejor. Lo que no entiendo es la cobertura de los espacios flamencos, como si tuvieran algún tipo de hipoteca con la cantaora-cantante. Y tampoco a los puristas que la jalean y celebran esta obra en concreto, los mismos que después machacan a otros cantaores por meter arreglos musicales en una caña o en una jabera.

La crítica flamenca está herida de muerte desde hace años por varios motivos. El primero, porque, como no se paga bien, la hace cualquiera, tenga o no conocimientos. El segundo, porque algunos medios no quieren ser críticos ya que necesitan vender y no ponerse mal con las discográficas. Y el tercero, porque ya apenas hay críticos, sino fans de determinados artistas de éxito. He visto a algunos aplaudir como locos en los teatros a intérpretes que  no valdrían ni para un bautizo.

Lamento decir que Mayte Martín me ha defraudado un poco, aunque a ella le importe bien poco y me parece muy bien por su parte porque un artista tiene que ir siempre a su aire. Para mí es una de las mejores voces del cante y de las mejores cabezas, y quizás por eso me duele tanto que no apueste más por el flamenco, que es lo que la puso en figura. Eso sí, luego es muy crítica con lo que se hace en el cante. Hay cierta incoherencia en esto, sin duda.

A lo mejor por eso me siguen gustando los cantaores y las cantaoras que se murieron de hambre cantando por derecho.

 
Foto original de Miguel Mesa

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Apostando por ExpoFlamenco

18/2/2018

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A partir del 1 de marzo me haré cargo de la dirección de ExpoFlamenco, portal que se hace para todo el mundo desde Vancouver (Canadá), y que cuenta ya con miles de seguidores en todo el mundo. Soy un sencillo colaborador de este medio de comunicación flamenco y lo voy a seguir siendo, pero ahora será como director, confianza que les agradezco a Jafelin y Mitch, los dueños, quienes jamás han pensado en unos beneficios económicos que no obtienen, sino solo en que el arte flamenco tenga un espacio para la difusión de nuestro arte más genuino en el mundo. Y en esa labor llevo con ellos unos tres años, publicando doce artículos de opinión al mes, y lo seguiré haciendo.

Vamos a intentar que ExpoFlamenco sea una referencia en la información, la investigación y la opinión flamencas en todo el mundo. Para mí es muy importante informar con profesionalidad y rigor, algo que echamos de menos últimamente, con tantos gacetilleros haciéndose eco de lo que se publica en las redes sociales, la mayoría de las veces sin contrastar las noticias. El flamenco genera decenas de noticias diarias en todo el mundo y en la mayoría de las ocasiones no tienen espacio en los medios. Queremos que lo tengan en nuestro portal. La investigación está un poco por los suelos, curiosamente en una época de grandes investigadores. Habrá un espacio para que puedan publicar aquí sus investigaciones tanto investigadores consagrados como jóvenes que se quieran iniciar. Y la opinión será quizás el pilar más fuerte, con la colaboración de grandes especialistas.

Recuerdo que fui quizá el primero que comenzó a dar un espacio al columnismo flamenco en un periódico, con mi columna A palo seco, en El Correo de Andalucía. No el primero que escribió una columna de opinión, sino el que logró que hubiera columna de opinión fija en un periódico andaluz, en este caso sevillano. Hoy se ve ya como algo normal, pero hace treinta y cinco años no lo era. En ExpoFlamenco la opinión será muy importante pero siempre de la mano de personas que sepan escribir y que tengan cosas que decir. Y que sepan decirlas, claro, porque saber es una cosa y escribir bien es otra.  

Para la salida del nuevo ExpoFlamenco, el día 1 de marzo, vamos a contar con la colaboración desinteresada de estudiosos y estudiosas del prestigio de Faustino Núñez, Guillermo Castro Buendía y Ángeles Cruzado. Con grandes aficionados y entendidos como Carmen Arjona Pabón, Silvia Cruz Lapeña y Francisco Cuaresma. Y con productores tan duchos como Fernando González-Caballos y Chemi López. No van a ser, por el momento, colaboradores habituales, aunque todo se andará. Eso va a depender de que seamos capaces de hacer crecer nuestra web en todo el mundo, en lo que vamos a poner todo nuestro empeño.

ExpoFlamenco tiene ya colaboradores habituales como Estela Zatania, Juan Garrido y Luis Pérez, entre otros. Nuestra intención es que haya algunos más para cubrir, al menos, toda Andalucía, aunque nuestro portal tiene carácter universal, de ahí que se pueda leer también en inglés y que en el futuro se pueda hacer también en otros idiomas. Para todo esto necesitamos vuestra colaboración y la de las empresas que quieran anunciarse en los distintos apartados y contenidos. Sin esa colaboración sería difícil alcanzar nuestros objetivos.

Una de mis preocupaciones es que los jóvenes dejen de acercarse al flamenco porque terminen por no entenderlo. Me encantaría que todos los jóvenes y las jóvenes del mundo que quieran escribir de flamenco -críticas, reportajes y entrevistas- lo puedan hacer aquí con total libertad. Serán leídos por miles de personas y les servirá para aprender y darse a conocer. Yo mismo estuve ocho años colaborando en mi periódico sin más interés que el de aprender y llevo ya más de treinta años de profesional, dedicándome solo a esto. Es decir, viviendo de escribir sobre este arte, lo que no deja de ser un milagro.

A los que ya son lectores habituales de ExpoFlamenco, gracias por estar siempre ahí. Y a los que lleguen a partir de ahora, gracias por acercarse a conocernos. Recuerden que solo queremos hacer más grande y universal un arte que nos vuelve locos. Y nos gusta esta bendita locura. El flamenco no es solo un arte musical con el que algunos nos ganamos la vida y que miles de personas de todo el mundo utilizan como entretenimiento y ocio. Es una vieja emoción que nació por un motivo y en una región, Andalucía, donde se daba una mezcla de culturas muy amplia, entre ellas la gitana, cuando surgió este arte. Nos empecinamos en buscar el porqué del flamenco, por qué nació en esta tierra y no en otra, y, conclusiones de cada uno al margen, el secreto está en las letras, en las coplas, en esa filosofía del gitano andaluz y en el andaluz no gitano: el jornalero, el minero, el pescador, el vendedor ambulante, el tabernero, el poeta, el músico callejero…

Si el flamenco es cultura del pueblo y vida, ExpoFlamenco tratará de dar esa imagen en el mundo dando a conocer lo esencial de este arte, esa filosofía de los flamencos, de los artistas y los no artistas, que aman la buena armonía, la convivencia entre los pueblos y la paz en el mundo. Sin grandes recursos, pero convencidos de que va a merecer la pena la aventura.

Atentos al día 1 de marzo.

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El abuelo y los fines de ciclos

15/2/2018

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-Abuelo, ¿estamos en un fin de ciclo? Te lo pregunto porque se comenta esto desde hace años: que el flamenco está en un fin de ciclo y que es difícil que vuelva a haber las figuras que ha habido en estas cuatro o cinco últimas décadas.

-A ver, Manolillo. Yo he conocido  épocas del flamenco que creía que no iban a ser superadas, y luego lo fueron. El problema es cuando comparamos la época actual con toda la historia del flamenco, porque sale perdiendo la actual. Y tendemos a hacerlo. Decimos: “Ya no hay figuras del cante como Silverio, Chacón, Marchena, Fosforito, Morente, Camarón…”. Y metemos a figuras que han protagonizado siglo y medio de la historia del cante.

-¿Pero estamos en un fin de ciclo, abuelo, que es a lo que íbamos?

-Siempre estamos en un fin de ciclo. Yo recuerdo cuando empezaron a envejecer Caracol, Marchena, Mairena, Valderrama, Canalejas, la Niña de la Puebla, el Niño Ricardo, Sabicas, Matilde Coral, Farruco… Y se decía: “Cuando se vayan estos, se acabó lo que se daba”. Y luego llegaron Fosforito, Lebrijano, María Vargas, Morente, Camarón, Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar, Manuela Carrasco, Mario Maya…

-Sí, abuelo, pero estos se han ido, algunos, y se irán yendo los que quedan y no se ve un buen recambio.

-Sí hay recambio, pero a lo mejor no coincide con tus gustos. José Mercé, El Pele, Mayte Martín, Cañizares, Vicente Amigo, Riqueni, La Yerbabuena o Farruquito son grandes artistas. Es verdad que en aquellos años había cuarenta figuras y ahora hay doce.

-Se le ha olvidado Rosalía…

-Menos guasa, niño, que yo esto me lo tomo muy en serio. Esa chiquilla pertenece a la próxima generación, la de los que cantan sin cantar.

-¿Qué es eso de cantar sin cantar, abuelo?

-Dar el pego, quedarse con la gente.

-Ah, vale, entendido.

-Fíjate en la evolución del cante desde que existe la discografía. En cómo era el cante a finales del XIX, cómo era en las primeras décadas del siguiente siglo, luego en los cincuenta y sesenta, y cómo es ahora. Se ha ido simplificando, a través de una evolución de la técnica que va a lo fácil. En mi opinión, el cante se ha empobrecido. El cante jondo, quiero decir, porque hay otras maneras de cantar lo andaluz. Cuando decimos que hoy se canta, se toca la guitarra y se baila mejor que nunca, no es cierto. Se ha podido mejorar la técnica, entre otras razones por los medios que tenemos, pero no el cante. Fíjate cómo cantaban Chacón, Manuel Torres, la Niña de los Peines y Vallejo, poco menos que metiendo la cabeza en una trompeta. O en cómo bailaban Trini España y Farruco.

-¿No será, abuelo, en que te has quedado anticuado, que solo te gusta lo de tu tiempo?

-Mi tiempo también es este, porque sigo vivo y escuchando cante. Es verdad que puedo tender a idealizar mi época dorada, pero viví aquellos años y también estoy viviendo estos, y no hay color.

-Abuelo, ¿se está vendiendo un flamenco malo y arrinconando al verdadero flamenco?

-Yo no diría tanto, pero algo hay de esto que dices. ¿Por qué crees tú que algunos diarios nacionales mueven tanto el fenómeno Rosalía? Al margen de los intereses económicos, porque en ocasiones son reportajes que pasan por caja de una manera abierta o encubierta, es que piensan que miles de jóvenes están interesados en ella y en realidad no es verdad. Lo están porque les han dicho que es la nueva revolución del cante jondo, cuando no es verdad. Cómo va a revolucionar un arte como el flamenco una mujer que no tiene voz y que no sabe cantar. Y como la masa no sabe de nada, pues cuela. Y ahí la tienes, llenando recintos y vendiendo discos.

-Te veo quemado, abuelo.

-Más que los palos de un churrero.

-Sin embargo, artistas como ella y otras u otros no solo están siendo apoyadas por los diarios y revistas nacionales, sino por críticos y escritores de prestigio. A ver si vas a ser tú el equivocado, abuelo.

-A lo mejor. Pero te digo ya, sin despeinarme, que se me cae la cara de vergüenza cuando leo críticas favorables a Rosalía, porque es flojita, flojita. A lo mejor es que no veo lo que otros ven y escuchan; pudiera ser.

-¿Qué tenemos hoy para almorzar?

-Arroz con gambas.

-Y dale con el arroz.

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El caminar de David Pino

13/2/2018

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Conozco al cantaor cordobés David Pino –de Puente Genil, ahí queda eso– desde hace décadas y me ha parecido siempre un romántico del flamenco. Decir que es un superdotado del cante sería decir mucho, porque le costó ir encontrando un estilo y un sonido propios, quizá más que a otros cantaores de su generación, y no está sobrado de cualidades. Pero tiene eso que llamamos sello, es decir, que no imita nadie, aunque se dejen oír influencias lógicas, como en todo cantaor que se precie, porque eso significa que es estudioso y que ha escuchado a una gran cantidad de maestros para formarse.

Quizás ha tardado demasiado tiempo en grabar su primer disco, pero a lo mejor era el momento de hacerlo, por haber alcanzado la madurez como cantaor. Aunque siempre lo he visto como un cantaor maduro, desde muy joven, seguramente por su seriedad y ese compromiso que ha mostrado siempre con lo genuino y lo clásico. David es un clásico del cante jondo, un artista muy respetuoso con el legado de los maestros, y esto le ha servido para ser un cantaor respetado. De hecho lleva años cantando ya como profesional y sigue ahí, a pesar de no haber grabado antes, porque es un cantaor serio, con conocimientos y una trayectoria impecable.

Me gusta el título genérico de su ópera prima, Mi largo caminar, porque ha sido así: David lleva décadas cantando y nadie se mantiene tantos años en los escenarios si no es por algo. Es verdad que no ha alcanzado aún el nivel de fama y prestigio que a lo mejor buscaba, pero sí la consideración justa por parte de aficionados y artistas como para subirse a un escenario con confianza. La última vez que lo vi sobre una tarima fue en su pueblo, Puente Genil, el pasado año, en un espectáculo homenaje a Fosforito (Nazareno y olivares), y me llamó la atención su aplomo como cantaor hecho y asentado. Y en este disco lo está también, algo que me parece fundamental para afrontar una obra como esta.

Mi largo caminar, es una especie de antología flamenca corta, por cómo ha elegido los estilos y los ha interpretado. Como buen aficionado que es –lo digo en el buen sentido–, se ha sumergido en el maravilloso mundo de lo clásico para ofrecernos una buena muestra de lo que le gusta. Nueve cantes, desde la carcelera a las tonás, con una estupenda base de guitarras: José Antonio Rodríguez, Manolo Franco, Gabriel Expósito, José Tomás y Alejandro Hurtado. Con esta base, el maestro se adentra en estilos como la liviana, la soleá apolá, los tangos, la malagueña chaconiana o las peteneras. Y reviste lo de otra época con un aire muy de nuestro tiempo, el suyo, nada efectista, austero de adornos superfluos y, sobre todo, sincero y sencillo. Si hay algo que caracteriza al cantaor pontanés es la sencillez, un valor importante, al menos para mí, en una época, la actual, con tantos cuentistas y presumidos.

Para mí el flamenco es una música del alma y este disco me ha dejado, con escucharlo solo una vez, una placentera sensación. Se sale de lo vulgar y su contenido es buen flamenco y buena música. Para los  tiempos que corren, David Pino y La Droguería Music nos han hecho un buen regalo.

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Ser o no ser gitano

11/2/2018

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Conocí hace tres décadas a una persona que jamás me dijo que era hijo de madre gitana y padre castellano, es decir, gaché. ¿Se avergonzaba? Pasados unos años esta persona comenzó a vivir del flamenco, sin ser artista, y entonces empezó a ser más gitano que Chorrojumo. Y ahora oculta a su padre gaché y llama titos y primos a gitanos a los que solo conoce de las redes sociales.

A estas alturas del siglo XXI ya deberíamos tener claro que el flamenco es un arte andaluz creado por andaluces, aunque desde hace unos años se estén empeñando en demostrar, sin pruebas, que vino de otras tierras. Si siguen así acabarán convenciéndonos de que el arte jondo no tiene nada de andaluz, porque, al parecer, todos los palos de la baraja flamenca tienen su origen fuera de Andalucía.

Alguna vez he escrito que cuando apareció el flamenco, dejándose ver en teatros, fiestas y cafés, era ya un arte gestado y no en estado de gestación. Es decir, estaba ya formado y con estilos y escuelas definidos. Y sus intérpretes no eran solo gitanos, sino también castellanos o andaluces. No digo payos porque es un término despectivo. La mayoría de los cantaores que cantaban en las academias de baile de los de la Barrera, Manuel y Miguel, del Maestro Félix Moreno y otros, no eran gitanos. Les hablo de Silverio, Lorente, Perea del Puerto, Ramón Sartorio o El Peinero.

¿Cómo aprendieron estos el cante gitano, si los calés de Triana no les dejaban entrar en sus fiestas, según algunos tratadistas como Fernando el de Triana? Un misterio. No estoy muy de acuerdo con eso de que los gachés no entraban en sus fiestas, porque localicé un reportaje sobre un bautizo gitano en Triana, de 1841, escrito por un periodista que sí entró y, además, para contarlo todo. Este reportaje, por cierto, sirvió para que Estébanez Calderón publicara su Baile en Triana, en 1842, en prensa, quizá para dar una réplica al autor de citado reportaje.

A pesar de los datos que hay ya sobre el origen del flamenco, algunos gitanistas siguen insistiendo en dar a entender que hay intrusismo gaché. Recuerdo que un día fui a ver a Antonio Mairena a su casa de Sevilla para llevarle una colección de discos que había salido, Los ases del cante flamenco, colección de diez elepés que sacó Pepe Carrasco, autor de letras flamencas y coleccionista de discos de pizarra.

Mairena iba viendo los discos y apartando los que no le interesaban: Cepero, Chacón, Niño de la Huerta, Vallejo y otros. Y se quedó solo con Manuel Torres y El Gloria, gitanos los dos. Le pregunté que por qué no le interesaban los demás, y me respondió: “porque no tienen nada que ver con nosotros”. Con él y su mentalidad, querría decir el maestro, aunque ya me consideraba de los suyos, de su cofradía gitano-andaluza.

Me molesta mucho el complejo de algunos gachés o payos con el asunto de si el flamenco es o no gitano, o al contrario. Algunos cantaores hasta tratan de justificar que su voz no es muy flamenca, por el hecho de que la tengan laína o rizada. Como si el cante tuviera una sola voz, la gitana o flamenca o tuviese  que ser forzosamente bronca y rozada. Esto es como resultado de una política racista, la de los gitanistas, que han tratado de convencernos, y aún ocurre, de que el cante que no es gitano no es cante, sino folklore.

Por eso actuaba y actúa así esa persona que ocultó durante un tiempo a su madre gitana y que ahora, una vez que vive del flamenco, esconde al padre gaché. Ser o no gitano no es tan determinante como se cree para cantar flamenco, y mucho menos para sentirlo. Hace años que llegué a esta conclusión y no porque un día me levantara con ganas de cerrar el asunto, sino porque llevo cuarenta años investigando. Y a la hora de disfrutar del flamenco, de todo el cante y sus distintas escuelas, solo pienso en lo grande que es Andalucía, con todos sus andaluces dentro, sean de donde sean  y vendan o no cal.


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El abuelo y la actualidad

8/2/2018

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-Abuelo, me preguntan tus seguidores que por qué te pierdes tanto, más que las 10-11? Te echan de menos y tú siempre viajando casi de balde con el Imserso. ¿Es que te aburres ya con el flamenco?

-Ni mucho menos, Manolillo. Bueno, si quieres que te sea sincero, algo sí que me aburro. Tengo ya unos años y hay cosas que no me pellizcan. A mí eso de que hoy todo sea flamenco, por ponerte un ejemplo, pues me cabrea, y, claro, acabo yéndome a conocer La Alpujarra granadina o el desierto de Almería. Estoy ya muy quemado, Manolillo.

-¿Con Rosalía?

-No, si a mí Rosalía me encanta. ¡Anda que no hiere nada cuando canta eso de las minas de Egipto.

-No es esa Rosalía a la que me refiero, abuelo, sino la de Barcelona. Si no la conoces es que te pierdes más de lo que pensaba.

-Ah, vale, esa chiquilla tan maja. ¡Como estamos hablando de flamenco!

-¿Te parece que no canta flamenco?

-Si es la que yo creo, que va con un guitarrista muy raro, como de otro planeta, no canta flamenco, no. A lo mejor es un nuevo flamenco que tendremos que aprender a valorar, pero eso no es flamenco, ahora mismo. Pero no es solo que no sea flamenco, sino que esa chiquilla no tiene cualidades para el flamenco, por eso hace otra cosa, una especie de camelo, cante cameloncio. Te recuerdo que cuando Chacón comenzó a cantar sus malagueñas, los rancios de la época decían que eso no era flamenco.

-¿Qué me quieres decir con eso, abuelo?

-Lo que oyes. Que lo de esa muchacha, que ahora no vale y no es flamenco, al menos en mi opinión, puede tener un valor dentro de medio siglo.

-Y lo del Niño de Elche, ¿también?

-Yo de ese señor no hablo, que tiene muy malas pulgas.

-Cambiando de tercio, abuelo. ¿Estás al corriente de la que se ha liado por unas declaraciones de Antonio Canales poniendo verde al Festival de Jerez?

-¡Cómo no! La que ha liado el maestro. Canales no tiene pelos en la lengua, aunque sí en las pelotas, como él mismo se ha encargado de decir. Muy triste todo eso, creo, porque al final no sirve para nada. Bueno, sí, para que haya malos rollos. Para hacer una crítica dura de un festival como el de Jerez, que se puede hacer, hay que tener la cabeza fría y Canales la tenía hirviendo cuando dijo eso. ¡Pobre Carpeta! Lo digo porque el menor de los Farrucos lo llevaba de artista invitado y ha tenido que darle larga. ¡La que se podía haber liado en el Villamarta el día 10 de marzo!

-Abuelo, ¿estas cosas pasaban en tus tiempos?

-Por supuesto que pasaban. Hace ochenta años o más, los artistas flamencos se atacaban a veces y acababan en la casa de socorro, en el cuartelillo o en el cementerio, porque llevaban facas o pistolas y cuando se llevan es para usarlas en cualquier momento. Los flamencos son de sangre caliente, Manolillo. Ahí está la historia.

-¿Violentos?

-No, he dicho de sangre caliente. Los seres humanos somos violentos, no los flamencos o los toreros.

-Está bien que lo hayas aclarado, abuelo.

-¿Algo más, Manolillo?

-¿Qué vamos a almorzar hoy?

-Arroz con pollo?

-¿Para cuándo una buena lubina o dorada a la sal?

-Cuando ganes dinero.

-Ah, vale. Espera sentado.


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Veintidós años sin el gran Antonio

6/2/2018

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Tuve la suerte de conocerlo personalmente, de verlo bailar en los escenarios y fuera de ellos, y de haber sido su guardaespaldas durante tres días en Córdoba, en 1986, con motivo de su presencia en el Concurso Nacional. Cuando me lo presentaron en Casa Salinas, en la Judería, me miró muy serio de arriba abajo y me preguntó: “¿Tú quieres ser mi guardaespaldas estos días en Córdoba?”. Le dije que sí y cada día se agarraba de mi brazo cuando íbamos por las calles, con la gente mirando y este crítico, que entonces empezaba, orgulloso de ir del brazo del más grande del baile y la danza por una ciudad, Córdoba, que ni pintada para algo así.

Se han cumplido ya veintidós años de la muerte de Antonio Ruiz Soler, el gran Antonio el Bailarín, artista muy olvidado en su propia tierra, Sevilla. Recuerdo que cuando hablaba de la ciudad donde recibió su primer beso de luz, en la Alameda de Hércules, lo hacía con brillo en los ojos, el brillo de la emoción, pero también con cierta amargura, quizá porque era consciente de que la capital andaluza acabaría olvidándolo. Es cierto que tuvo su reconocimiento en la Bienal y que parte de sus pertenencias las tienen entre la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Sevilla, pero hasta ahí.

¿Cuántas ciudades en el mundo pueden presumir de tener entre sus hijos a artistas como Antonio, un genio del baile? Este artista llevó el baile sevillano a donde nadie lo había llevado hasta entonces y fue un verdadero revolucionario, un creador. Solo hay que ver cómo bailaban los demás de su tiempo, a través de vídeos y películas, y cómo lo hacía él, adelantándose a su tiempo en muchos aspectos del baile, con una técnica prodigiosa e innovadora y una seguridad pasmosa. Está claro que nació para el baile, como Sabicas nació para la guitarra y el Niño de Marchena para el cante. Es lo que yo llamo tener o no el don y Antonio, lo tenía.

Además de tenerlo, es que nació en una ciudad bailaora o dancística, como quieran llamarla. En aquellos años (el genio nació en 1921), la Alameda de Hércules era un hervidero de artistas flamencos y Sevilla era conocida ya en todo el mundo por sus bailaoras y bailaores. Lo era ya en el XIX, pero en esa época de la infancia de Antonio hubo una enorme concentración de figuras del baile. Figuras que él tenía a la mano, en algunos casos al lado mismo de su casa, como eran el Maestro Otero, Rafael Ortega y sus hermanas, Rita y Carlota, Frasquillo y La Quica, Gabriela Ortega, Ramírez, las hermanas Junquera, las Antúnez, Josefa la Chorrúa, La Macarrona o La Malena, por citar solo a algunas. Además, en aquella época de academias y salas de baile, se bailaba mucho en los corrales o patios de vecinos, que según me dijo el propio artista, eran otra escuela fundamental.

¿Qué tendría que hacer Sevilla por uno de sus hijos más ilustres, como es Antonio? Nada, mejor que lo dejen como está. Podría hacer algo, claro: abrir un centro de estudios del baile con su nombre, una casa-museo, ponerle un monumento en la Alameda de Hércules… Eso, le hubiesen hecho de haber nacido en Viena, por ejemplo, pero en Sevilla sería mucho pedir. Aunque nunca se sabe, porque a veces nos sorprenden con algún monumento de esos que te quedas patidifuso y que te preguntas con cara de asombro, que quién leches era ese tío.

Veintidós años sin Antonio, sin un artista increíble, único. Donde quiera que esté, mi agradecimiento por todo lo que hizo.

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    Manuel Bohórquez, nacido en Arahal, en la provincia de Sevilla, en 1958, es periodista, escritor y crítico de flamenco. Galardonado con el Premio Nacional de Flamencología por parte de la Cátedra de Flamencología de Jerez, ha publicado una docena de libros de temática flamenca, además de haber dado innumerables conferencias sobre este arte en toda España y en ciudades europeas tales como Berlín, Ginebra, Bruselas y Mont-de-Marsan.

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