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El flamenco no deber ser una romería

Los grandes festivales tienen una responsabilidad, la de velar por la calidad, por lo auténtico. Creo que la Bienal de Sevilla, que es el mejor festival flamenco del mundo, debería dejar de montar numeritos en la calle y cuidar más su programación.


No estoy muy convencido de que eso de llevar el flamenco a las calles, en plan romería, sea una buena manera de promocionarlo. Más bien de vulgarizarlo, como ya ocurrió con las sevillanas hace bastantes años. Parece que el objetivo de algunos es que el mundo entero baile por bulerías y, además de que es imposible, esto me parece algo absurdo. Es verdad que el verdadero aficionado sabrá siempre distinguir entre el oro y el oropel, pero no creo que esto pase en otros géneros musicales, como por ejemplo en la ópera.

Cualquiera puede pensar que estoy intentando decir que hay que volver a los cuartos. No, no es eso. Aquella fue una época de grandes artistas del cante, pero no es cuestión de que regresemos a la marginalidad. Un día hablé de esto con dos pesos pesados del cante, Antonio Mairena y Luis Caballero, ambos ya en el otro mundo, y estaban de acuerdo en que el cante tenía que salir de los cuartos de los señoritos y comerse el mundo en los mejores teatros. Ninguno de los dos sabía que ya en el siglo XIX había artistas y hasta compañías que iban por el mundo, sobre todo por Europa y Sudamérica.

No niego que el flamenco hoy es mucho más conocido en el mundo de lo que lo era hace medio siglo, y hasta que pueda tener mejor imagen. Se ha hecho una gran labor que está dando ya sus frutos, porque nuestros artistas tienen trabajo todo el año, tanto fuera como dentro de España. El Festival de Jerez o la Bienal llenan los teatros porque vienen muchos aficionados de fuera, desde todo el mundo. Esos aficionados, además, traen dinero para gastar en viajes, hoteles y restaurantes. Con la Bienal, Sevilla tiene unos ingresos más que importantes.

Todo esto no justifica que se esté vulgarizando tanto el arte flamenco en nuestra propia tierra, Andalucía, donde ya se sube cualquiera a un escenario o le dan un teatro a todo el que lo pida. Quizá sea ahora cuando hay que cuidar más lo que les ofrecemos a quienes vienen de fuera a consumir flamenco y a veces les damos gato por liebre. Seguramente porque hay mucha demanda de flamenco y no hay tantos buenos artistas, no sé. Creo que sí, que hay muy buenos artistas, pero muchos no se han puesto las pilas y se van quedando atrás o cantan solo en peñas y tablaos.

Los grandes festivales tienen una responsabilidad, la de velar por la calidad, por lo auténtico. Y no siempre lo hacen. Creo que la Bienal de Sevilla, que es el mejor festival flamenco del mundo, o el más potente, debería dejar de montar numeritos en la calle y cuidar más su programación. Que no sea tan repetitiva como es y acabar con esa práctica de darle un teatro a cualquiera.

Acaba de empezar la Bienal y tiempo habrá de hacer un balance. Que haya buen ambiente y que disfrutemos todos.

 


Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

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