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El abuelo y el mairenismo (9)

Primero fue un buen cantaor, y también fue un artista muy entregado a su profesión. Antonio Mairena supo rodearse de personas influyentes que le pudieran ayudar a conseguir su sueño, el de quedar como el más grande del cante. Payos, la mayoría de ellos.


– Abuelo, ¿alguna vez me has hablado del Antonio Mairena escritor? No lo recuerdo.
– A lo mejor es porque Mairena no fue escritor, Manolillo. A no ser que consideres escritor a alguien que asesora a un escritor. Él asesoró a Ricardo Molina en Mundo y formas del cante flamenco, un libro lleno de errores, con muchas lagunas y poca investigación. El problema de ese libro es que el poeta de Puente Genil se tuvo que tragar no solo lo que le dijo Mairena, sino lo que a su vez le dijeron a Mairena Juan Talega, Tomás Torres y otros asesores del maestro. Total, un despropósito.
– ¿No sabía escribir el maestro, abuelo?
– Sí, claro, y se expresaba bien. Pero él solo nunca podría haber escrito un libro. Hasta las conferencias se las pasaban a limpio por si el texto caía en manos de alguien o se publicaba en alguna revista. Antonio fue un hombre inteligente y siempre me llamó la atención cómo era capaz de dar un discurso improvisado y de salir airoso. Lo escuché hablar muchas veces en público.
– ¿Fue el cantaor que más supo de cante?
– No, ni mucho menos. Vamos, es lo que pienso y supongo que tú querrás que te diga lo que pienso, ¿no? Antonio sabía de lo que le gustaba y le interesaba, como casi todo el mundo. Del cante gitano lo sabía casi todo, pero luego hablabas con él de otras escuelas y se quedaba corto. Investigó a su manera, hablando con los viejos o con jóvenes ilustrados, pero jamás estuvo en un archivo. Por eso, cuando hablaba del Planeta o el Fillo ni siquiera sabía de dónde eran. Tuviste que llegar tú a aportar una información sobre los artistas gitanos del XIX, que él nunca tuvo, porque no la buscó.
– Joder, abuelo. Te ibas haciendo mairenista y otra vez te veo rebrincado.
– No te puedo engañar ni manipular, Manolillo. Quieres sinceridad, pues ahí la tienes.

 

 

«Las memorias de Antonio Mairena son como para hacer un congreso en Pontevedra. ¿Por qué en Pontevedra, abuelo? Por si hay que salir corriendo…»

 

– ¿Era buen conferenciante?
– Sí, porque imponía escuchar a un hombre que tuvo tantas vivencias. Y con tan buena memoria. Se acordaba hasta de cuando Manuel Torres fue a su pueblo, contando él solo 5 años, así que imagina. Se acordaba hasta de las letras que cantó.
– ¿Estas de guasa, no?
– Claro, hombre. Con esos años no te puedes acordar de nada. Recuerdo que hablé una noche en Morón con el escritor que le ordenó sus Confesiones, Alberto García Ulecia, y le pregunté sobre las trolas. Se rió mucho. “Hombre, alguna me metió”, me respondió. Sus memorias son para hacer un congreso en Pontevedra.
– ¿Por qué en Pontevedra, abuelo?
– Por si hay que salir corriendo…
– Sin embargo fue un cantaor muy reconocido, abuelo. Por algo sería.
– Claro, Manolillo. Primero fue un buen cantaor, y también fue un artista muy entregado a su profesión. Supo rodearse de personas influyentes que le pudieran ayudar a conseguir su sueño, el de quedar como el más grande del cante. Payos, la mayoría de ellos. Incluso algunos eran destacados franquistas sevillanos. Cuando llegó la democracia, Antonio supo situarse para recibir reconocimientos. Fue el primer Hijo Predilecto de Andalucía, a título póstumo. Silverio aún no tiene ni una peña flamenca en Sevilla, o una plaza en la calle donde nació. Ni Chacón, con lo que hizo en Sevilla, siendo jerezano. A Mairena le tocó vivir una época de reconocimientos para el flamenco.
– Tiene hasta un monumento en Sevilla, abuelo.
– Sí, promovido por sus amigos influyentes. A Vallejo aún no se lo han puesto. Y fue una figura mucho más importante que Mairena. Pero de un carácter agrio, malajoso, que le perjudicó.
– ¿Mairena era un hombre de fe?
– Sí, era un hombre de fe. Socialista, pero de fe. Cuando Carrillo, el líder comunista, estuvo en el Festival de Cante Jondo Antonio Mairena (1982), Mairena le dio un abrazo que casi lo partió. Seguidamente le dijo al cantaor Luis Caballero, comunista también: “Soy de ideas socialistas, pero lo que yo he sentido abrazando a este hombre… Era amigo de Felipe González, al que le cantaba en privado. Pero supo vivir entre franquistas.
– Supo adaptarse siempre a todo.
– Exacto. Los políticos no lo utilizaron mucho porque Mairena fue siempre un artista de minoría y los políticos buscan a artistas carismáticos que tengan miles o millones de seguidores. A Felipe González le gustaba Mairena igual que le gustaban Lebrijano o Fosforito. Pero es muy mairenista. Es un buen aficionado.
– Abuelo, desvarías. Empezaste hablando de Mairena como escritor y vas a acabar pidiendo el voto para Sánchez.
– Dios me libre, Manolillo.
– Abuelo, te quiero. Cada día sabes más de flamenco.
– Y tú también, sinceramente.

 

Imagen superior: Archivo Segundo Jiménez

 

 

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Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

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