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Esperando a Rafael Riqueni

El guitarrista trianero podría reemprender su carrera, acabar sus muchos proyectos y volver a hacer una vida normal. Es lo que deseamos y lo que pedimos por el bien del artista y del arte flamenco.


Sería una buena noticia que el gran guitarrista y compositor trianero Rafael Riqueni pudiera obtener pronto la concesión del tercer grado por parte del centro penitenciario sevillano en el que se encuentra ingresado desde hace tres meses. Está a la espera de eso y de que más tarde lo confirmen en Madrid y entonces solo tendría que pernoctar en la cárcel, con los fines de semana libres y a la espera de la condicional, con la que ya podría hacer una vida normal aunque con las lógicas limitaciones. Rafael tenía varios asuntos pendientes con la Justicia española, pero entró en prisión por no presentarse a citas judiciales, por lo que cumple una condena de catorce meses. Este ingreso en la cárcel coincidió precisamente con la recuperación del músico como persona y como artista, lo que indignó no solo al mundo del flamenco, sino al de la música en general. No olvidemos que Riqueni es algo más que un guitarrista flamenco, es una figura de la música en general y, además, un ser humano querido por miles de personas. Esos días ardieron las redes sociales, hasta que la familia y su representante aconsejaron que no hubiera tanta presión mediática porque no le beneficiaría en nada, sino todo lo contrario.

Rafael Riqueni fue un niño prodigio de la guitarra, nacido en uno de los barrios más flamencos del mundo, Triana, en 1962, que en la niñez del artista aún era un nido de artistas y de ambiente jondo, aunque años antes y debido a una canallesca política urbanística, gitanos y no gitanos –pobres de solemnidad, sobre todo– se vieron obligados a emigrar a los barrios nuevos de la capital andaluza, los llamados polígonos, el de San Pablo, el Polígono Sur o las Casitas Bajas. Rafael siguió en Triana empapándose de lo poco que quedó y siendo aún un adolescente ya sonaba como el nuevo fenómeno de la guitarra flamenca, admirado por genios como Paco de Lucía y Manolo Sanlúcar, sobre todo a raíz de la salida al mercado de su primer disco, Juego de niños, al que siguieron Rafael RiqueniMi tiempoSuite Sevilla (en colaboración con el guitarrista clásico José María Gallardo, sevillano también), Maestros y Alcázar de Cristal. En pocos años se convirtió en un guitarrista y compositor de referencia. En 1984 disputó el I Giraldillo del Toque, que ganó otro sevillano importante, Manolo Franco, siendo un mazazo para Rafael puesto que había puesto muchas ilusiones y meses de trabajo en aquel histórico concurso. Sin embargo, más que hundirse, el genio se puso a crear y a sacar al mercado obras tan maravillosas como algunas de las citadas. Pero también comenzó a sufrir trastornos de la personalidad y entró en una fase complicada de su vida, que lo llevó al borde del precipicio en plena carrera de éxitos y reconocimientos tanto nacionales como internacionales.

Su etapa madrileña, que duró veinticinco años, le sirvió para ampliar su campo de trabajo, pero aquel ambiente no era el de Sevilla y su vida dio un gran vuelco. Regresó a Triana, se puso a trabajar y cuando había levantado cabeza y estaba en plena recuperación, llegó la reclusión. Por fortuna, el fenómeno es más fuerte de lo que pensábamos y lo está llevando bien, todo lo bien que se puede llevar la privación de libertad, el hecho de estar encerrado en una prisión, que es siempre algo de una dureza extrema y más para un ser humano con sus problemas y sensibilidad. Estamos convencidos de que Madrid confirmará pronto la concesión del tercer grado, posiblemente antes de que acabe el año, con lo que podría reemprender su carrera, acabar sus muchos proyectos y volver a hacer una vida normal. Es lo que deseamos y lo que pedimos por el bien del artista y del arte flamenco. No hace muchos días hablaba de esto con un niño de 12 años que quiere se guitarrista y se echaba a llorar delante de mí. “Necesito que Rafael vuelva, es imprescindible que nos señale de nuevo el camino, ahora que Paco no está”, decía compungido. Volverá pronto, seguramente antes de que las últimas nubes del otoño descarguen en Triana.

 


Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

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