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Honores a Manuel Morao en Mairena

Escuchar tocar a Morao es como hacer un viaje en el tiempo, a aquellos patios de vecinos del Barrio de Santiago, siempre preñados de compás y de arte.


El veterano guitarrista jerezano Manuel Morao va a recibir un más que merecido homenaje mañana sábado en el Festival de Cante Jondo Antonio Mairena, al que alguna vez acudió como artista. En esta ocasión lo hará para recoger un premio a su carrera y, sobre todo, por ser un mairenista convencido e insobornable, defensor de los postulados de Antonio Mairena y atizador del que piense lo contrario. Como guitarrista, Manuel Morao no cruzó nunca el umbral donde habitan las grandes estrellas, esto es, el de artistas como Ramón Montoya, Niño Ricardo, Sabicas, Manolo Sanlúcar o Paco de Lucía, pero en la faceta de acompañamiento alcanzó pronto cierta notoriedad participando en grabaciones históricas de grandes cantaores como, entre otros, Fernando Terremoto, y en compañías de baile como la del gran Antonio Ruiz Soler.

Manuel Morao ha sido siempre, desde que se hizo figura, el exponente del toque jerezano, escuela en la que tuvo mucho que ver Javier Molina Cundi. Escuchar tocar a Morao es como hacer un viaje en el tiempo, a aquellos patios de vecinos del Barrio de Santiago, siempre preñados de compás y de arte. Pero siendo una de las primeras guitarras de España, de las de más sabor y gitanería, el maestro de la calle Nueva quiso ir más allá en su carrera y fue también empresario, sacando a buenos artistas y dando a conocer en el mundo lo que aún no se conocía de Jerez. Nunca fue un artista mediático, palabra muy de moda en la actualidad. Ni siquiera ha caído ni cae bien a todos, pero le nombras en cualquier tertulia flamenca y aparecen los escalofríos jondos como por arte de magia. Su complicidad con Antonio Mairena fue total. Morao fue quien introdujo al maestro de los Alcores en Jerez, como él mismo confiesa en sus memorias –Sinelo calorró–, editadas en noviembre del pasado año y escritas por Juan Manuel Suárez Japón. Mairena encontró en el guitarrista de Santiago al compañero perfecto, un guitarrista gitano con claras convicciones gitanistas, como el propio Antonio. Y le ayudó a conocer en profundidad el mágico mundo cantaor de la ciudad gaditana, sin la que no se podría entender el flamenco.

Por tanto, es justo que Mairena del Alcor reconozca la labor de don Manuel Morao por el flamenco y, sobre todo, por la escuela mairenera, el mairenismo y la obra del maestro del cante gitano. Lo que resulta extraño es que este reconocimiento haya llegado tan tarde, aunque nunca es tarde si la dicha es buena. Gracias a artistas como Manuel Morao, con el que no siempre he estado de acuerdo en sus opiniones sobre el origen del arte jondo, el flamenco no ha acabado por desaparecer entre las músicas comerciales, y esto es siempre muy de agradecer. No ha sido muy galardonado este guitarrista, o no es de los más condecorados, pero seguro que este detalle del Festival de Mairena le ha hecho inmensamente feliz. Y los que vivimos en Mairena, como es mi propio caso, aunque no milite precisamente en el mairenismo, lo agradecemos inmensamente. Mairena tendrá mañana un color especial.

 


Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

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