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Los bulos en el flamenco

Uno de los primeros bulos de la historia del flamenco es que Silverio Franconetti se fue a Sudamérica porque mató a un hermano de Antonio el Fillo, Curro Pabla. Otro bulo aseguraba que Manolo Caracol odiaba tanto a Antonio Mairena que simuló su fusilamiento en las murallas de la Macarena.


Ahora que se han puesto de moda los bulos, bueno será recordar los que ha habido y sigue habiendo en el flamenco. Según el DRAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española), bulo significa «noticia falsa que se difunde, generalmente, con el fin de perjudicar a alguien». Uno de los primeros bulos de la historia del flamenco es que Silverio Franconetti se fue a Sudamérica porque mató a un hermano de Antonio el Fillo, Curro Pabla. Es verdad que, como demostró Luis Vázquez Morilla, este hermano de El Fillo fue asesinado en la localidad sevillana de Cantillana en 1843, cuando Silverio tenía 11 o 12 años y vivía ya en Morón de la Frontera. No me imagino al niño Silverio yendo al pueblo de Curro Jiménez a darle una puñalada a Curro Pabla.

Incluso se inventaron una letra por seguiriyas:

 

Mataste a mi hermano,
no te he de perdoná.
Tú lo has matao,
liaíto en su capa sin jacerte ná.

 

No está demostrado que Silverio hiciera una muerte nunca, al menos en Sevilla y antes de irse como picador de toros a Sudamérica. Pero el bulo sigue ahí y el día que menos lo esperas te encuentras esto en algún blog o portal. ¿Alguien quiso hacerle daño al maestro de la Alfalfa, quizá por comercializar las sagradas escrituras del cante gitano? Si fuera verdad que mató a un gitano, como se dice, ¿no les resulta extraño que cuando regresó de América, en 1864, lo recibieran también los gitanos de Cádiz? Sí, los Ortega y Curro Dulce celebraron su vuelta y le dieron una fiesta. Ese mismo año ya cantó en Sevilla, aunque viviera entonces en Cádiz y más tarde en Málaga, donde se casó en 1868 con la linarense Ana Torrecilla. En 1870 ya vivía en Sevilla, en la Alameda de Hércules, y dirigía un café cantante de la calle Amor de Dios, donde cantaban gitanos.

Silverio era el mejor cantaor de su tiempo y, además, un importante empresario de cafés, con uno propio, el Salón Silverio, abierto en el número 4 de la céntrica calle Rosario en 1881. Era admirado, pero también odiado por varias razones. Entre otras, por comercializar el cante gitano. Alguna vez tuvo que llegar a las manos con algún bocazas en su propio café, casi siempre con borrachos que metían la pata insultando a los artistas del cuadro o al propio Silverio. Les daba tres buenas hostias y los ponía de patitas en la calle, como en los salones de las películas del oeste. Me lo he imaginado a veces como el gordo de Bonanza.

 

Mairena y Caracol

Otro bulo con guasa es el que aseguraba que Manolo Caracol odiaba tanto a Antonio Mairena que en la Guerra Civil española de 1936 encomendó a unos amigos del bando nacional que simularan su fusilamiento en las murallas de la Macarena. Nunca me creí esta historia, aunque en la contienda civil se hicieran muchas barbaridades. En primer lugar, porque si fue por celos profesionales o envida, como insinuó Paco Vallecillo, no cabían, porque en el 36 Caracol era una gran figura y Mairena aún no había despegado. Si fue por otros motivos, lo desconozco. Estoy convencido de que es uno de tantos bulos.

Como hay tantos, estaría bien que un día publicáramos un buen reportaje.

Imagen superior: Zambra gitana, imagen del fotógrafo José García Ayola, 1890

 

 


Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

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