Home / Bordonazo NEW  / ¿Qué es y qué no es el flamenco?

¿Qué es y qué no es el flamenco?

¿Que es su personal interpretación del flamenco? Vale. Pero a mí no me interesa nada porque no me emociona, no me conmueve, no me alegra las pajarillas del alma y no me duele.


Podemos decir sin temor a equivocarnos que el flamenco es un arte andaluz con casi dos siglos de historia y aún no sabemos muy bien qué es y qué no es flamenco. El Planeta era más un tenor andaluz que un cantaor de flamenco. Un conocido promotor de ópera, director del Teatro de Salzburgo (Austria), vino a contratarlo a mediados del siglo XIX, a él y a María Borrico, la cantaora de San Fernando, como tenor y tiple del canto andaluz, según refleja la prensa de Madrid de esa época.

El Planeta era ya un hombre mayor, de 60 años, y seguramente declinó la invitación. Y no hay constancia de que la cantaora cañaílla fuera a aquel país, a pesar de que era mucho más joven, solo 20 años. Pero lo cierto es que el promotor austriaco vino para llevar a cantantes andaluces a aquella ciudad, la cuna de Mozart, cuando el arte andaluz no se llamaba flamenco. Cuando la prensa de Madrid de mediados del siglo XIX anunciaba que un cantante flamenco había llegado a la capital de España no dijo que era un cantaor de flamenco, sino “un cantante flamenco”. O sea, un cantante gitano. ¿Cómo cantaría Lázaro, el sobrino de El Planeta, que ni siquiera era gitano o que tenía solo un cuarterón?

Puestos a buscar los orígenes de este arte nos podemos ir todo lo atrás en el tiempo que queramos, pero tampoco hay que pasarse. Por otra parte, solo sabemos cómo era el cante andaluz, por ejemplo, por los primeros cilindros de cera y vemos que no eran cantaores o cantaoras con voces muy flamencas, al menos tal y como hoy entendemos la voz flamenca, con carga melismática, quejidos, giros melódicos inverosímiles y un sonido determinado que con el tiempo se calificó de jondo.

¿Cómo cantaría, pues, El Planeta? Nos llevaríamos una desagradable sorpresa, sin ninguna duda, porque era un cantador de canciones andaluzas.

¿Es lo mismo cantar una soleá, sea con la voz que sea, que una canción? No es lo mismo. Cuando una cantaora que hace palos flamencos se pasa a las canciones y la criticamos, siempre hay problemas con los críticos. Una cantaora puede cantarlo todo, si canta flamenco, arte para el que se necesitan unas grandes facultades y no solo la de la fuerza. Mayte Martín, por poner un ejemplo, puede cantar todo lo que quiera y todo lo hará maravillosamente por el conjunto de cualidades que tiene. Pero si canta boleros o canciones melódicas, eso no es flamenco y no debería tener tratamiento como tal por parte de la crítica especializada y los aficionados. Y lo tiene, lamentablemente.

Tampoco es garantía de flamenco que una cantante interprete soleares, tangos o bulerías, por mucho teatro que haga o mucha ojana que dé. Un buen ejemplo sería Rosalía, que a mí no me parece que haga flamenco. Que dentro de unos años, lo que hace ahora será catalogado como flamenco, puede ser. Hoy llamamos cantaoras a tiples y cantantes folklóricas del XIX y cante jondo a canciones aflamencadas. Y no creo que sea tan complicado llamar a cada cosa por su nombre. Si un guitarrista clásico interpreta una pieza de Tárrega o Turina, eso no es flamenco. Si toca la rondeña de Montoya, sí, porque es una pieza creada por un guitarrista de flamenco, y además de los grandes. Ramón Montoya creó su rondeña, no este palo. Y era flamenca cuando la creó, sin necesitar el paso de los años para ser catalogada como tal.

Algunos quieren justificar la calidad flamenca de Rosalía argumentando que con ella pasa igual que ocurrió con la Niña de los Peines y Camarón, lo que es una tremenda barbaridad. Comparan con dos genios del cante a una muchacha que triunfa porque ha sabido hacer algo singular a partir de elementos flamencos y de otros géneros musicales.

La he escuchado por seguiriyas y bulerías, entre otros palos, y solo hace remedos sin ninguna esencia. Que esto será flamenco dentro de medio siglo, no lo discuto, pero ahora no lo es. Que es su personal interpretación del flamenco, vale. Pero a mí no me interesa nada porque no me emociona, no me conmueve, no me alegra las pajarillas del alma y no me duele. Por tanto, tengo que actuar en consecuencia y no admitir eso como flamenco.

 


Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

3 COMMENTS
  • José A. Cardona Urréjola 3 mayo, 2019

    Señor Manuel Bohórquez, comparto con usted todo lo que ha escrito. En mi opinión, es necesario este tipo de escritos para aclarar lo que es flamenco y lo que no es flamjenco, además hablando sobre Rosalía. Y además dudo mucho de que dentro de medio siglo lo que hace se le llamará flamenco, puesto que, como usted dice, a partir del siglo XVIII se empieza a documentar este gran arte y los palos flamencos han seguido teniendo su auténtica esencia y su métrica apenas sin modificaciones. Una Soleá, una segurrylla, etc, siguen siendo lo mismo.

    Mi mas sincera enhorabuena por aclarar y desvelar lo que es flamenco y lo que no lo es. Ya era hora de que un crítico de flamenco reconocido como usted, se pronunciara sobre este tema.

    Saludos flamencos

  • JUAN JOSE ACOSTA IGLESIA 4 mayo, 2019

    Manuel, hoy sí estoy de acuerdo con tu artículo.
    Ya me manifesté al respecto, hace unos meses, cuando escribiste otro artículo en esa linea y respecto a esa artista.

  • Andrés Raya Saro 4 mayo, 2019

    ¿De verdad, Manuel, vislumbras alguna posibilidad de que lo hace hoy Rosalía pueda considerarse Flamenco dentro de 50 años? ¿No te has pasado un poco? De hecho, tus palabras ya están siendo usadas como justificación de su postura por defensores de Rosalía, por ejemplo, por Antonio Villarejo Perujo.

ESCRIBE TU COMENTARIO. Rellena los campos NOMBRE y EMAIL con datos reales. Para que se publique en nuestro portal, el comentario no puede ser anónimo.

X