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Alonso El Purili madura su cante en Flamenco On Fire

El joven cantaor y bailaor de la Línea de la Concepción mostró un perfil más hecho, alejándose así del niño que causaba gracia por su desparpajo.


La jornada del sábado en Pamplona quedó inaugurada por José Mercé, a quien tuvimos el gusto de saludar antes de asomarse al balcón del Ayuntamiento de la ciudad para hacer su media hora de cante. Estaba junto a él su mujer, Merci, además del casi veinteañero Manuel Cerpa, que últimamente ha ocupado el lugar más preciado para un guitarrista de acompañamiento. No todo aquel que quiere es capaz de llegar a ese trono y el chipionero lo ha conseguido. Si bien es cierto que el cantaor de Jerez hizo migas con Cerpa en un concurso televisivo de Andalucía, no es menos verdad que él ha demostrado estar a la altura de lo exigido, por lo que hace que José confíe en su toque para estos tiempos. Y así lo hace una y otra vez, lo de demostrarlo, porque no falla y solventa las apariciones más flamencas del Mercé. El día antes pudo comprobarse en el Baluarte, en el espacio ortodoxo de El Oripandó.

 

Desde el balcón, José cantó por soleá, vestido con camisa negra y pañuelo rojo al cuello a lo San Fermín. En la plaza, abajo, parecía no caber un alfiler. No es por tanto necesario recordar el cariño que el público le tiene por donde pasa. Siguió por alegrías, se gustó por tangos clásicos, unos fandangos agradecidos y tuvo que salir de nuevo ante la petición del pueblo para concluir por tarantos. “Estoy algo resfriado, no puedo más. Después de la actuación de ayer cogí algo de frío hasta llegar al hotel”, nos dijo. Pero se las sabe todas y volvió a salir muy victorioso.

 

Directamente nos fuimos hasta la librería Katakrak, no sin antes pasarnos por el balcón del Hotel La Perla para paladear la música del trompetista Manuel Machado y José María Cortina. En la tercera planta de la librería nos citaba Fermín Lobatón, que de forma divulgativa y dinámica fue detallando algunos aspectos de la Lírica en la Música. Flamenca, se entiende. De qué tratan las letras, quiénes la cantan, influencias de poetas cultos en ellas, la autoría… el cantecito y anecdotario de Mari Peña y Antonio Moya no faltó como guinda.

 

La trágica noticia del fallecimiento de Manolo Sanlúcar, el guitarrista de los dioses, nos llegó a la hora del almuerzo. A los compañeros nos dejó sin aliento.

 

 

«Desde el balcón, José Mercé cantó por soleá, vestido con camisa negra y pañuelo rojo al cuello a lo San Fermín. En la plaza, abajo, parecía no caber un alfiler. No es por tanto necesario recordar el cariño que el público le tiene por donde pasa»

 

 

Y por la tarde, en el Palacio de Ezpeleta, expectación por escuchar a Alonso Núñez Heredia El Purili, al que por cierto seguimos desde que empezaba siendo un niño. Ahí está la cuestión de esta actuación, en el paso que ha dado en madurez tanto en escena como en la garganta. Se comporta como un viejo, y hace los cantes que ha escuchado sobre todo en versiones más actuales de Antonio Mairena, Manuel Torre o Cepero. Alonso pidió antes de nada un fuerte aplauso para el cielo para el maestro de Sanlúcar. Y sin más, recital amplio por soleá, fandangos, seguiriyas, bulerías, tonás y más fandangos (bis pedido por el respetable). Quizás sea que estoy acostumbrado al público “calentito” del sur, pero a veces me faltaba el “vamos allá, toma que toma” que tanto se escucha en las peñas jerezanas. Cuestión de costumbre. Lo acompañó Antonio Moya, clásico a más no poder. Recuerdo a un Alonsito, de niño, haciendo incluso gracia por su tan impropia soltura en el escenario. Ayer no causó risas, sí seriedad y plausos.

 

No fuimos a escuchar a María Toledo al Teatro Hayarre, pues no íbamos a llegar a tiempo a descubrir lo nuevo de Estévez y Paños que ya presentaron en el Festival de Jerez, entre otros escenarios. Se titula La Confluencia, cuyo objetivo es “la creación coreográfica, musical y escénica desde un lenguaje flamenco actual que se alimenta de su pasado y de su raíz y también de las artes contemporáneas”, escriben ellos mismos. Lo que sé es que cuando me enfrento a este par, que no caminan solos, descubro un nuevo universo del movimiento desde la exactitud en la materialización de ideas. Las transiciones, la elección del repertorio (sucesión de trillas, cantiñas, jotas, bulerías, pregón, romances, livianas, seguiriyas, zarabanda, tientos y zambra), los textos locutados, las luces y los del equipo artístico suman. Nada ocurre de forma arbitraria o hueca, todo es la consecuencia de algo y eso emociona.

 

Comprobamos una vez más la inabarcable capacidad del dúo que han aportado en estos últimos años más al baile flamenco que algunos en toda una vida. Sus investigaciones y lecturas nos refrescan la memoria, o pulsan teclas que antes no se habían tocado. Jesús Perona, Alberto Sellés y Jorge Morera juegan un papel primordial en el baile, así como el cante de Rafael Jiménez Falo, que se echa el montaje a sus espaldas (a su garganta), la guitarra es de Claudio Villanueva y la percusión es de Iván Mellén.

 

El espectáculo fue presentado por la maestra Blanca del Rey, que dedicó estas palabras a Manolo Sanlúcar: “Sin genios así, qué sería de esta sociedad”.

 

 

José Mercé y Arturo Fernández, director del festival. Festival Flamenco On Fire 2022. Foto: Juan Garrido

 

El Purili y Antonio Moya. Festival Flamenco On Fire 2022. Foto: Juan Garrido

 

Manuel Cerpa y Carlos de Jacoba. Festival Flamenco On Fire 2022. Foto: Juan Garrido

 

Fermín Lobatón, Mari Peña y Antonio Moya. Festival Flamenco On Fire 2022. Foto: Juan Garrido

 


Jerez, 1991. Flamenco y comunicación las 24 horas del día. Desde 2012 en prensa escrita, tertulias radiofónicas, programas de tv, presentación de festivales, revistas especializadas... En mi familia todos bailamos por bulerías, aunque yo soy el único periodista.

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