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La Moneta frente a la oscuridad

La bailaora granadina Fuensanta La Moneta estrena en el Festival de Jerez ‘Frente al silencio’, una propuesta dura y opresiva inspirada en el largo poema ‘La cabellera de la Shoá’


“¿Oís la llamada?” y “¿Ustedes saben escuchar?” son las dos preguntas en torno a las cuales gravita el poemario La cabellera de la Shoá, el poema-río que escribió nuestro llorado Félix Grande después de visitar el antiguo campo de exterminio Auschwitz-Birkenau, hoy convertido en museo de la Shoá, el Holocausto donde murieron unos seis millones de judíos y cientos de miles de gitanos. La cabellera a la que alude el título no es otra que los 7.000 kilos de cabello de mujer que aparecen expuestos en una vitrina de dicho campo, y que el ejército soviético encontró empaquetado y listo para ser enviado a Baviera, donde iba a servir para confeccionar telas.

Me alegra tanto que el flamenco se acuerde de Félix Grande y de su legado como me sorprende, de entrada, que se aborde desde escena un tema tan impresionante como este. Y más que lo haga una bailaora como Fuensanta La Moneta, a quien he tenido siempre como creadora apegada a los códigos tradicionales, aunque interesada en campos diversos del arte, como demostró también con aquel Divino Amor Humano sobre poemas de Santa Teresa.     

 

«Claro que está el baile de La Moneta, sus fulgurantes punta y tacón, su precisión con los acentos, esa expresividad de brazos, todo lo que confiere a la granadina categoría de gran figura»

 

Todavía estaba tomando asiento el público del Teatro Villamarta de Jerez cuando, con el telón abierto, ya se adivinaba que esta propuesta no iba a ser convencional. Que La Moneta está buscando nuevos lenguajes escénicos, nuevos riesgos, y tal vez los versos de Félix podían indicar el camino.

Así, Frente al silencio arranca con una escenografía desnuda y tétrica, que tiene algo de sótano o de calabozo. Una estética feísta en la que colabora la indumentaria de la bailaora, cubierta hasta la cabeza como una muñeca de trapo. Cosificada como lo estuvieron los presos de los campos nazis, deshumanizada. Y de gris sobre el gris de los muros. Sobre esa premisa empieza el primer número junto a Agustín Diassera. No me cansaré de decir que el percusionista es uno de los grandes músicos del flamenco actual, y ya debería tener un Giraldillo si no costara tanto al flamenco darle su sitio a otros instrumentos, aparte de la guitarra.

El diálogo de baile y percusión es espectacular, con un crescendo que revela el dominio absoluto de los tiempos por parte de La Moneta, una mujer que llegó a bailarle al mismísimo Trilok Gurtu en un ya lejano Etnosur. Sin embargo, la atmósfera que crean es tan opresiva que el placer estético se mezcla con el desasosiego. Y es una sensación que no desaparece cuando, con el resto del elenco sobre el escenario –el guitarrista Alfredo Lagos, el muy solicitado saxofonista Diego Villegas y el cantaor Jeromo Segura– entramos en la seguiriya de la mano del célebre “yo no soy de esta tierra/ ni conozco a nadie…”.

 

«Viendo su figura austera, robusta, acometer la farruca y los tangos, se ve que si ‘Frente al silencio’ ofrece una esperanza es la que simboliza el baile, la libertad de bailar frente a la represión, la sinrazón y la oscuridad de los corazones»

 

El espectáculo concede entonces un poco de oxígeno, pero no mucho más. Si en otros espectáculos de La Moneta habíamos entendido su gusto por las luces crepusculares, en este la iluminación se vuelve fundamental, pero al servicio de esa sensación de asfixia moral que se cierra sobre el espectador: neones blancos psicodélicos, focos crudísimos, todo compone una puesta en escena deliberadamente dura, en la que hasta la música renuncia al preciosismo para suscitar estados de ánimo turbadores.

Claro que está el baile de La Moneta, sus fulgurantes punta y tacón, su precisión con los acentos, esa expresividad de brazos, todo lo que confiere a la granadina categoría de gran figura. Ella sola se echa a los hombros el peso del espectáculo, y viendo su figura austera, robusta, acometer la farruca y los tangos, se ve que si Frente al silencio ofrece una esperanza es la que simboliza el baile, la libertad de bailar frente a la represión, la sinrazón y la oscuridad de los corazones.

Ni siquiera en el último movimiento, titulado Levántate, en el que la guitarra de Lagos adquiere protagonismo, se afloja esa línea que interpela al espectador como las preguntas de Félix Grande que abrían esta crónica. Quienes acudieron al Villamarta buscando aire tras esta larga temporada de angustia y mascarillas quizá no lo encontraron, pero al menos una osada bailaora les recordó aquello de que cualquier situación es susceptible de empeorar.

Fotos: Javier Fergó – Festival de Jerez     
 
   

Un pie en Cádiz y otro en Sevilla. Un cuarto de siglo de periodismo cultural, y contando. Por amor al arte, al fin del mundo.

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