La sinopsis empieza directamente aludiendo a la catarsis vital de la pandemia, que tanto nos ha cambiado el chip a todos, imposible negarlo. Si el arte es el reflejo sublimado de la vida real, el flamenco, en toda su amplitud, nos aporta las herramientas emocionales para asimilar una tragedia del tamaño de la que nos ha venido encima. Es cuando el arte no parece un mero pasatiempo, sino una necesidad absoluta. Después de una serie de obras más o menos teatrales, la bailaora jerezana María del Mar Moreno ha querido volver a un código más básico, y nuevamente cito el programa para sintetizar la intención de poner en primer plano la poderosa simpleza del baile y el cante. Es decir, ni rebuscamiento ni conceptos elevados, sólo el poder, el increíble dinámico poder del género flamenco que los de mi generación veterana siempre añoramos. María del Mar está preparada para hacerlo, y anoche nos dio su versión del flamenco clásico, con referencias contemporáneas que evitan que sea una recuperación de lo antiguo, aunque algunos jóvenes lo llamarían despectivamente “flamenco de tablao”. 

«El estado de alarma prohíbe el uso de la palabra “puro” –es broma–, así que diremos que es flamenco clásico sin que esto modifique el producto final: la rosa huele igual de dulce»

Bueno, vale, pecaba del minutaje (como diría la maestra Blanca del Rey), que es cosa del formato tablao. Los bailes largos con exceso extremo de taconeo dieron lugar a un espectáculo de casi dos horas, que para muchos se hizo excesivo. Pero eso es anecdótico. De la materia prima, los elementos de cante, baile y guitarra, no se puede quejar el aficionado serio. Las guitarras de Santiago Moreno y Malena Hijo, flamencamente contundentes y airosas con un inteligente equilibrio entre lo contemporáneo y lo tradicional. Un espectacular equipo de cantaores, que suelen ser los que saben abrir el gran portón de lo jondo, fue un acierto: Antonio Malena, Dolores Agujetas, José de los Camarones, Elu de Jerez, El Tolo, Saira Malena y José El Berenjeno. Hay que tener paladar para componer esa ristra de voces, conceptos y generaciones.

El estado de alarma prohíbe el uso de la palabra “puro” (es broma), así que diremos que es flamenco clásico sin que esto modifique el producto final: la rosa huele igual de dulce. La joven Saira Malena se defiende admirablemente con las voces veteranas, y José de los Camarones demostró que no se merece el caso omiso que a menudo se la aplica.  Antonio Malena hizo de Antonio Malena, su papel perfecto. Elu de Jerez, potente flamencona. Dolores Agujetas, menos salvaje esta vez, pero más sincera, arañándonos por dentro como pocos.

«María del Mar Moreno nos dio su versión del flamenco clásico, con referencias contemporáneas que evitan que sea una recuperación de lo antiguo, aunque algunos jóvenes lo llamarían despectivamente flamenco de tablao»

Un repertorio habitual, martinete, bulerías, fandangos “alreó” de la mesa con cante al compás de nudillos, y un aire espeso de la Plazuela. Notables, el baile de taranto a compás libre de María del Mar, bulería por soleá, y el baile pulido de Miguel Ángel Heredia con sus formas estilizadas y elegantes.  

Vestuario y telón de fondo negros, nada nuevo aquí, pero con iluminación inteligente que permitió ver los rostros de los intérpretes. Una velada disfrutable a pesar de la excesiva duración, y ni me acordé de la mascarilla.

Fotos: Javier Fergó – Festival de Jerez

Ficha artística

Memoria Viva. Teatro Villamarta, Jerez de la Frontera, 12 de mayo, 2021. Baile: María del Mar Moreno, Miguel Ángel Heredia, Rocío Carrasco, Manuel Jiménez. Cante: Antonio Malena, Dolores Agujetas, José de los Camarones, Elu de Jerez, El Tolo, Saira Malena, José El Berenjeno. Guitarra: Santiago Moreno, Malena Hijo. Percusión: Ale de la Gitanería. Palmas: Ale de la Gitanería, Javi Peña. Dirección: María del Mar Moreno