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Toná: nuevos códigos, otras estéticas

Crónica de 'Toná', la última producción de La Phármaco en el Festival MengaStones 2021 (Antequera, Málaga). Una apuesta dancística con importante presencia del lenguaje flamenco.


El sitio de los Dólmenes de Antequera (Málaga) tiene algo mágico que surge de las entrañas de la tierra, así como la toná, que suena a origen, y emana de las mismas profundidades de los hombres.

En este sitio de solsticios y equinoccios se dio anoche, sábado 28 de agosto, sobre la loma del Dolmen de Menga la última producción de La Phármaco bajo el título Toná, dentro de la programación del Festival MengaStones 2021. Una apuesta dancística donde el lenguaje flamenco tiene una importante presencia, nuevos códigos, otras formas estéticas.

En el escenario está Luz Arcas con el cuerpo casi desnudo. La está vistiendo su asistente, Lola Dolores, con el ceremonial del atavío del torero antes de salir a la plaza. Pero no es en el ruedo donde se bate en duelo esta bailarina en el papel de matadora, sino en la vida. Vendas negras para tapar su pecho, pantalón y chaquetilla llenan de negritud un cuerpo que se debate entre la vida que le palpita y la muerte que le acompaña.

Su cuerpo se retuerce, salta, se agita, brinca, provoca al toro de la vida, lo llama, le planta cara, lo capotea y le lanza un estoque. Parece perder la vida y, sin embargo, pierde la muerte.

En el fondo del escenario suena el violín de Luz Prado, sentada y observando el transcurrir de la vida en los personales movimientos de Arcas. En las dos artistas hay creación, rebeldía y tradición al mismo tiempo, pues las composiciones que interpretan son unas del acervo popular flamenco, otras de la inspiración que convive con los movimientos dancísticos libres y transgresores de Luz Arcas. Hay una comunicación intrínseca entre los movimiento sin canon ni norma de Arcas y las notas inconformistas que arranca Prado con el arco del violín en su ir y venir. Ambos, danza y música, se abrazan y se sueltan, se aman y se odian a la vez. En ocasiones, el cuerpo de la bailarina se somete al compás de la música. En otras, baila a su ritmo sin acomodo alguno.

 

La luna es un pozo chico,
las flores no valen nada,
lo que valen son tus brazos
cuando de noche me abrazan.

 

Y luego llora por petenera, la tristeza del cante y suena la guerra en las notas ¡ay, Carmela! Mientras Arcas se hunde y vuelve a alzarse una y otra vez con cada golpe de la vida. Vuelve Lola Dolores a escena para sumar su voz, para unirse al grito desgarrado del cuerpo y del instrumento. Suena la tragedia.

 

Nunca viviremos en paz
mientras la tierra sea tierra…
Nunca, nunca…
Los locos buscando guerra.

 

Lola se arranca con una toná que se trenza entre las manos de Arcas y se envuelve en su cuerpo contorsionado por el baile.

 

Ay, momaíta mía de mis entrañas
ay, si levantara la cabeza
y viera como yo me estoy viendo
ay, se moriría de tristeza. Y te puedo jurar
que Dios me mande un castigo mu grande
si me lo quiere a mí mandar.

 

Pero, finalmente, llega la fiesta, el regocijo, la reunión, el encuentro de los clanes, las pandas de verdiales, porque la vida exige su espacio. Y todo vuelve, se recompone, hay alegría, hay vida delante, porque la muerte no es nada sin el triunfo de la vida. Suenan verdiales, el baile en comunidad, compartir las danzas corales. Suena el vito, una mirada al folklore, a la búsqueda de las raíces, de las que renacemos generación tras generación, y seguimos avanzando.

Luz Arcas luce su sombrero de cintas y danza, danza, danza como lo hicieron sus padres, como lo hicieron sus ancestros, como los cuerpos muertos y vueltos a la tierra de quienes construyeron esos dólmenes que nos acogen hoy con su magia, con su tiempo imperecedero. Aquellos que bailaron en sus días alrededor del fuego. Aquellos que somos nosotros mismos ahora con el paso de los tiempos, repitiendo sus enseñanzas, pisando los caminos que ellos nos descubrieron. Porque todo en la vida muta para remover el origen.

Fotografías de Maida Rodríguez

 

Ficha artística

Toná, de La Phármaco
Festival MengaStones 2021
Los Dólmenes de Antequera
28 de agosto de 2021
Baile: Luz Arcas
Violín: Luz Prado
Voz, palmas y percusiones: Lola Dolores

 

 

 

 


Almargen, Málaga. Trabaja en la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico. Licenciada en Periodismo y doctora en flamenco por la Universidad de Sevilla. Apasionada del arte jondo desde niña y socia de la Peña Cultural Flamenca Francisco Moreno Galván desde 1998. Vive enredada en las redes de lo jondo. Colaboradora en medios de comunicación impresos y digitales. Autora en obras colectivas del Grupo Cultural Gallo de Vidrio "Azotea de la calle Redes" y en la colección Ámbitos para la Comunicación "La Comunicación Vigilante. El colectivo cultural Gallo de Vidrio (1972-2012)".

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