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Juan José Jaén ‘El Junco’: «La Bienal nos da poco a los que nos gusta el flamenco de verdad»

«Cádiz me dio la sal y Sevilla la fragancia, de una tengo el compás y de otra la elegancia», dice su letra. El bailaor gaditano Juan José Jaén El Junco atendió a Expoflamenco en el coqueto estudio de su residencia en Sevilla. Les dejamos un amplio extracto por escrito y en vídeo. No se pierdan esos cantes y anécdotas.


Juan José Jaén ‘El Junco’, gaditano del barrio de Santa María, se formó en la Peña Enrique El Mellizo, pasó por las escuelas de Paqui Braza, Manolo Marín y Fernando Belmonte. Brilló en la Compañía de Cristina Hoyos y como primer bailaor del Ballet Flamenco de Andalucía. Dicen las lenguas sabias que algún día dirigirá esta institución. Pisó luego los mejores escenarios del mundo: Nueva York, Tokio, París, Berlín, Pekín, Milán, Toronto, Florencia… Pero aún no se ha sacado la espinita de actuar a solas en la Bienal, pese a ser uno de los más flamencos representantes del baile actual. De él escribió Manuel Bohórquez, director de ExpoFlamenco, que es un bailaor elegante, sobrio, de una flamenquería encantadora, de los que no dan saltos ni corren por el escenario. Todo lo contrario. Levanta los brazos, marca con arte y tiene eso que ni se compra ni se vende: buen gusto. «Cuando se arranca por alegrías se remueven en su tumba los huesos de El Estampío», añadió. Un bailaor de una vez, vaya. 

 

* La oveja de lunares. «Soy un bailaor flamenco que tiene mezcla gaditana y sevillana. Mis padres eran aficionados al flamenco, al carnaval. Nací en el barrio de Santa María, tenía la Peña La Perla a veinte metros de casa. Yo soy la oveja flamenca de la familia».

* Tres décadas río arriba. «Muchos artistas de Cádiz están viviendo aquí en Sevilla. Cádiz, hoy por hoy, no tiene la capacidad de alimentar el flamenco y a los flamencos. Es una pena, siendo Cádiz lo importante que es para el flamenco. Yo me vine a Sevilla con 18 años y llevo aquí ya treinta años. Aquí me siento muy acogido desde el primer día. Aquí sigo y aquí seguiré».

* El mercado en Sevilla. «Antes de esta pandemia, Sevilla estaba en un momento muy fuerte en cuanto a trabajo. Hay tablaos que hacen hasta tres y cuatro pases diarios, con una demanda increíble de público. Antes del virus, todos los tablaos y escuelas estaban llenos, con una intensa programación de los teatros. Sevilla era, y es, porque lo va a seguir siendo, el referente del flamenco a nivel de tablaos y escuelas».

* La chispita de sal. «Cádiz es todo. Es la base de mi flamenco. Conforme pasan los años, más me voy agarrando a ese estilo de Cádiz. Es verdad que allí no hemos tenido un referente del baile como la escuela sevillana de Matilde Coral, Manolo Marín, Farruco o José Galván. Los bailaores de Cádiz nos hemos agarrado a lo que nos ha dado la tierra: el soniquete, esa forma de interpretar el flamenco con la chispita de sal. Bailas por alegrías y la gente tiene una sonrisa en la cara. A mí me gusta mucho escribir, y tengo una letra que dice ‘Cádiz me dio la sal y Sevilla la fragancia. De una tengo el compás y de otra la elegancia’. Mi personalidad está unida a esa mezcla de Sevilla y Cádiz».

 

«Hay jóvenes que siguen manteniendo ese estilo de baile que muchos llaman antiguo. Vale, es antiguo, pero es la verdad. ¿Por qué es antiguo? ¿Porque te pones un pañuelo de lunares, un chaleco y una chaqueta? A la hora de bailar, te emociona»

 

* Marín y Rodrigo de Triana. «Manolo Marín fue quien abrió la puerta de mi personalidad. Él me decía siempre: ‘tú tienes algo tuyo’. Recuerdo que los viernes había clases de bulerías y yo no bailaba, yo le cantaba a los alumnos. Él me daba esa confianza y yo tengo mucho que agradecerle».

* Los referentes. «En toda mi etapa con la compañía de Cristina Hoyos adquirí la huella de Antonio Gades. La disciplina, esa forma de trabajar. Gades tiene que ser un referente siempre para todo el que baila. Él y Antonio el Bailarín. Es verdad que aquí en Sevilla hay una mezcla de estilos y formas que hay donde elegir, donde identificarse. Un ejemplo es la escuela de Farruco, que ahí tenemos a sus nietos e incluso bisnietos. Y después Matilde Coral, la escuela sevillana con Loli Flores. Para mí Loli Flores ha sido una gran bailaora que no logró su sitio por circunstancias de la vida. Yo aprendí mucho de ella en Los Gallos. Su forma tan sevillana de bailar, tan personal. También me ha gustado mucho siempre El Mimbre. Y por supuesto Antonio Canales, mi referente como bailaor y como músico. Él abrió un camino a los jóvenes».

 

El bailaor Juan José Jaén El Junco, en el estudio de baile de su residencia en Sevilla. Foto: perezventana

 

* El baile y la afición. «Indiscutiblemente, el que se dedica al flamenco debe ser aficionado al flamenco antes que todo lo demás. No hace falta ser un estudioso, pero hay que ser aficionado, escuchar, saber qué te están cantando para saberte expresar. Personalmente, yo soy muy aficionado al cante desde pequeño. Desde que descubrí a Camarón y lo que vino luego allá en Cádiz: Chano, Mellizo, Pericón, Aurelio Selles… Y en Sevilla, Chocolate. Hay que ser aficionado al cante y a la guitarra. Y a la música, en general».

* La Bienal y las espinas. «Es verdad que como bailaor de flamenco, porque yo a Sevilla la considero mi tierra también, uno de mis sueños es presentarme en el Teatro Lope de Vega. He bailado allí con la Compañía de Cristina Hoyos, pero no es lo mismo. No era El Junco que es ahora. Siempre veía la oportunidad a través de la Bienal. Recuerdo cuando presenté el espectáculo Mirando al pasado, un homenaje a la escuela sevillana y venía Loli Flores bailando. Ya no por mí, sino por ella, que debería haber estado ese año en la Bienal. A la siguiente presenté un proyecto con Manolo Marín como artista invitado. Tampoco me dieron la oportunidad. Después presenté otro espectáculo, titulado Pa flamenco yo, y nada. Esto es así. En La Bienal, igual que el Festival de Jerez, tú presentas tu espectáculo y te lo cogen o no te lo cogen. A mí nunca me han cogido. No he tenido esa oportunidad. Y esa espinita está ahí».

 

«Al baile le falta algo. No hay que recurrir a camuflarse. A mí me llega un flamenco más clásico, más tradicional, que me transmita, que me ponga los vellos de punta, que me haga vibrar en la butaca. Y hoy falta un poco de eso»

 

* Homenaje de despedida. «A veces le digo a los amigos que yo voy a bailar en La Bienal cuando me hagan un homenaje de despedida. Los programadores deberían ser conscientes de no saltarse las generaciones. Yo creo que ha habido un salto muy fuerte y se han dejado atrás a muchos artistas de nuestra generación que están aún por descubrir. Luego ves a artistas que llevan dos días bailando y ya actúan en el Lope de Vega, el templo mundial del flamenco. ¿Esto qué es? ¿Qué ha pasado aquí? No sé, algún día llegará. Precisamente este año no he presentado nada. Como no ha habido resultados después de tantos esfuerzos durante tantos meses, pues se te quitan las ganas».

* Aficionado en La Bienal. «Esta última edición no he seguido nada. Es como te pille el cuerpo. Pero siempre vi muchos espectáculos de la Bienal. A veces me entraban ganas de irme del teatro, porque no entendía lo que estaba viendo. Aguantaba por respeto, para que la gente no me viera salirme. Yo antes iba mucho a la Bienal. Me gustaba la línea más tradicional, más clásica. Recuerdo bienales muy para atrás. Esa noche de los bailaores en el Maestranza, con Güito, Juan Ramírez y otros. Esa salida de la soleá de Güito, y se escucha a Farruco en el patio de butacas: ¡vamos allá, Eduardo! Eso era impresionante. Esas son cosas que la Bienal debe mantener. Es verdad que hoy hay muchos espectáculos muy bien trabajados, que la nueva generación está bailando increíble. Pero para los que nos gusta el flamenco de verdad, para los que lloramos de emoción en un espectáculo, ya hay poco para nosotros. En La Bienal hay pocos espectáculos que te pongan los vellos de punta».

 

El Junco y Susana Casas, en una actuación en La Casa del Flamenco, Barrio de Santa Cruz, Sevilla. Foto: perezventana

 

* Cruzada por la pureza. «Es complicado. Es verdad que al flamenco, al baile en particular, le falta algo. Hay muchas vertientes, muchas personalidades, pero no hay que recurrir a camuflarse. Lo que hace cada artista es pureza, a su entender, porque lo hace con el corazón. Depende de la generación. A mí me llega un flamenco más clásico, más tradicional, que me transmita, que me ponga los vellos de punta. Y hoy falta un poco de eso. Que me hagan vibrar en la butaca. Afortunadamente, hay jóvenes que siguen manteniendo ese estilo de baile, que muchos llaman antiguo. Vale, es antiguo, pero es la verdad. ¿Por qué es antiguo? ¿A nivel escénico? ¿Es antiguo porque te pones un pañuelo de lunares, un chaleco y una chaqueta? Pero a la hora de bailar, te emociona. El bailaor se deja el alma, se vacía».

* El salto a primera figura. «Claro, nunca se debe uno conformar en la posición que está. Uno está donde está porque le ha venido así, o porque no ha tenido el suficiente empuje para dar ese salto más allá. En mi caso, yo siento que he hecho cosas importantes. Es verdad que en otros momentos debería haberme lanzado un poco más, haber sido más atrevido. Presentar más espectáculos, ser más constante, más pesado. Pero lo que tenga que venir vendrá. Yo siento mucho el respeto de los compañeros. Eso es un logro de mi carrera. Que donde vaya te abran las puertas. Pero bueno, todavía creo que hay Junco para rato. Intentaré estar donde los programadores quieran. Y me siento satisfecho de cómo voy llevando mi carrera».

 

«Ser director del Ballet Flamenco de Andalucía no es fácil, sobre todo para un bailaor que quiere seguir viajando, proyectando su carrera. Y además no me gustaría que se saltara la generación. Antes de ser yo director del Ballet, debería serlo el maestro Antonio Canales»

 

* El empuje de Susana. «Respecto a ese empuje que necesitan los artistas, es verdad que yo siempre he tenido el apoyo incondicional de mi mujer, Susana Casas. Es una bailaora que mantiene el estilo sevillano, esa frescura del baile actual sin perder la raíz: esas castañuelas, ese abanico, ese mantón, esa bata de cola. Ella siempre está ahí. Y muchas de las cosas que he hecho han sido gracias a ella, porque yo a veces me desanimaba mucho. Siendo ella también artista, se apartaba a un segundo plano y empujaba para que yo estuviera en programaciones. Siempre he tenido ese apoyo. Quizá me ha hecho falta el empuje de las instituciones».

* La dirección del Ballet Andaluz. «La verdad es que un ballet con el respaldo de la Junta de Andalucía es un alivio para un artista. La etapa en el Ballet Flamenco de Andalucía fue muy bonita. Conocí a mucha gente, los ensayos, las giras… Allí los artistas están activos. Yo era primer bailaor y ayudante de coreografía. Me sentía muy cómodo, pero me tocaba dar el salto. Cuando Cristina Hoyos salió del ballet hubo una revolución. Llegaron Rubén Olmo –que algo haría bueno cuando hoy dirige el Ballet Nacional–, Rafael Estévez y Úrsula Lopez, directores jóvenes que han intentado cambiar la imagen. Es verdad que cuando se han presentado candidatos, mucha gente me ha aconsejado que me presentara. Pero yo soy un bailaor que quiero seguir bailando. Ser director del Ballet Flamenco de Andalucía no es fácil, sobre todo para un bailaor que quiere seguir viajando, proyectando su carrera, haciendo cursos, actuando en Japón… Y además no me gustaría que se saltara la generación. Antes de ser yo director del Ballet, debería serlo el maestro Antonio Canales»

* El año fatídico. «Manuel Herrera fue el que me dio la oportunidad de presentarme en Cajasol con Loli Flores. Al día siguiente me envió un email agradeciéndome que le hubiera dado a ella su valor. Sí, está siendo un año desastroso, con Alfredo Benítez –padre de Ezequiel–, Manuel Herrera, La Susi, Parrita, Kiki de Castilblanco, Dolores Abril hace unos días… Un año para olvidar. Esperemos que el cielo nos respete y no se lleve a más artistas». 

 

Juan José Jaén El Junco, junto al cartel de la obra ‘Cádiz’ (2007), donde fue coreógrafo y primer bailaor. Foto: perezventana

 

El bailaor Juan José Jaén El Junco, en el estudio de baile de su residencia en Sevilla. Foto: perezventana

 

El bailaor Juan José Jaén El Junco, en el estudio de baile de su residencia en Sevilla. Foto: perezventana

 

El bailaor Juan José Jaén El Junco, durante la grabación de la entrevista en el estudio de baile de su residencia en Sevilla. Foto: perezventana

 

 


Sevilla, 1969. Periodista andaluz de intereses etéreos y estrofas cabales. Tres décadas de oficio en prensa musical y cultural. Con arrimo y sin arrimo, para seres de cualesquier afecto.

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