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El Pele: «El flamenco es una de las culturas milenarias que enriquecen al mundo, por eso estamos de moda»

El célebre cantaor cordobés recibe un merecido reconocimiento en la XXIX Semana Flamenca de Paradas. Sobre ello y melismas varios departe con ExpoFlamenco.


Deja claro que lo que le dan estos días en Paradas no es un homenaje, sino un reconocimiento. Y lo recibe con agrado, cómo no. Es fruto de cincuenta años de oficio en la primera línea del cante jondo. Manuel Moreno Maya (Córdoba, 1954) recibió el apodo de El Pele por boca del torero Manuel Benítez El Cordobés. Esto seguro que ya lo sabían. Igual que la feliz sociedad que formó con Vicente Amigo, aquella nominación para los Grammy Latinos… El Pele es un cantaor genial, de raza, de inspiración. Lo mejor que ha dado la tierra cordobesa junto a Fosforito. Su voz es tan pura que uno solo de sus musicados lamentos provoca la rebelión de los vellos de la piel. «Quien no es capaz de sobrevivir con una soleá no merece estar aquí», dice.

 

– Estos días le rinden homenaje en la Semana Flamenca de Paradas. ¿Cómo vive usted este reconocimiento?
– No es un homenaje. No me gustan los homenajes. Lo único que puedo decir es que estoy muy contento de que se acuerden de mí los flamencos y los amigos en un pueblo tan flamenco como Paradas, igual que sus vecinos Morón, Mairena, Utrera… Paradas es de los rincones más sabrosos del flamenco. Anoche estuve allí dando una conferencia y el acogimiento de los compañeros fue impresionante. Me satisface mucho que reconozcan lo que he hecho por el flamenco y lo que no he hecho. Lo que he podido aportar. Doy las gracias. Además, creo que los reconocimientos hay que hacerlos en vida. Después no sirven absolutamente para nada.

– ¿Por qué no le gustan los homenajes?
– Porque siempre se dan cuando una persona está necesitada –que no es mi caso– o cuando ya está camino del otro lado. A mí me gusta asistir a homenajes, como aquel de la asociación Sonrisas de lunares, a beneficio de una niña que estaba enferma y había que recaudar dinero para curarla. Recuerdo que fui con Manuel Molina y, la verdad, salimos los dos hechos polvo. Allí donde se me ha llamado, yo he estado siempre para defender cualquier causa.

– Cincuenta años de profesión. Una cifra ciertamente redonda.
– Pues sí. Cincuenta años de alegrías, sufrimientos, padecimientos, lágrimas, sonrisas. De disfrutar con los compañeros. Mucha carretera. Sembrar nuestro flamenco, nuestra cultura y nuestra semilla en cualquier rincón de Andalucía, Europa y el mundo. Fui de los primeros en salir a América Latina, a Nueva York… También fui de los primeros en compartir escenarios con estrellas del pop como David Bowie, Prince o Tina Turner. No hay muchos flamencos que hayan actuado ante 80.000 personas en un Palacio de los Deportes de Barcelona. Salí ahí con una toná y todos decían: ¿qué le pasa a este hombre?, ¿qué le duele? Porque claro, allí el público iba con los pelos coloraos y las cadenas. No lo entendían. Pero al final nuestra música es muy fuerte, muy potente. Yo les di a entender que el flamenco es grande.

«Los duendes no existen. Cuando los necesitas, no están. Solo creo en el estado anímico»

– ¿Ha tenido siempre el duende consigo durante esas cinco décadas?
– Los duendes no existen. Lo que importa es la emotividad, el ánimo del que canta, el que toca y el que baila. Recuerdo que el año pasado mi madre se me murió por la mañana y yo tuve que cantar esa noche en París. Ya os podéis imaginar cómo tuve que cantar. Hecho polvo. Si en vez de esa situación, mi madre, que en gloria esté, me da un beso o mi nieto me llena el traje de potaje, yo me como el mundo. Cuando los necesitas, los duendes no están. Solo creo en el estado anímico.

– ¿Se están perdiendo las grandes referencias en el cante flamenco?
– Lo que se ha perdido es la gente que hace flamenco. Hay pocos que canten por soleá y por seguiriyas. De los de mi generación, ninguno. Todos están buscando nuevas músicas: salsa, jazz, blues… Yo estoy de acuerdo en que la gente se busque la vida. Pero el que no es capaz de sobrevivir con una soleá, el que no ama a su cultura, el que está asustado o frustrado, no merece estar aquí, no sé… También quiero mandarle un mensaje a todas aquellas personas que usan la palabra flamenquito. Se une el sobrino de arriba y el vecino de al lado, cogen la guitarra y el tambor y ponen ahí flamenquito. Póngale usted carne con tomate o albóndigas en salsa, pero no flamenquito. El flamenquito no existe. Existe el flamenco. Yo estoy de acuerdo con todo lo que suene bonito, lo que lleve su ritmo, su propia melodía. Yo fui de los primeros que empezaron a hacer cosas nuevas por el flamenco, pero sin apartarme ni un ápice de la raíz. Puede ir cuarenta años atrás y poner el disco de La fuente de lo jondo y las alegrías. Eso es evolucionar. Eso es enriquecer el flamenco. Pero no estoy de acuerdo con aquellas personas que llaman flamenquito a su música. El flamenco es muy grande, es muy puro. Es una de las culturas milenarias que enriquecen al mundo. Por eso estamos de moda. Ya no es que el flamenco sea de patrimonio universal de la Unesco. No, la Unesco es patrimonio del flamenco. Somos muy grandes. Yo estoy de acuerdo con la fusión. Estoy de acuerdo con todo lo grande que se haga por la música. Pero vamos a respetar a los que sí amamos el flamenco.

«Se puede cantar flamenco con una media voz y partirte el pecho. Las voces se han hecho para vender pescado en la lonja por la mañana»

– ¿Para cantar flamenco basta con tener una voz agradable –sin citar a nadie– o hay que tener facultades y conocimiento?
– Para cantar flamenco solo hay que tener corazón. Las voces no se han hecho para el flamenco. Se puede cantar flamenco con una media voz y partirte el pecho. Hay que tener conocimiento, por supuesto, y un gran corazón. Alma. Que tú mismo te lo creas. Si tú no te lo crees, no se lo va a creer el público. Las voces se han hecho para vender pescado en la lonja por la mañana. Se puede cantar por malagueñas y por seguiriyas con una media voz y llegarte al corazón.

– ¿Hay mucha ojana en el flamenco actual? ¿Mucho artista viviendo de la ojana?
– La ojana ha existido siempre. De hecho, los que más ojana dan son los flamencos. Yo he convivido con músicos de otros mundos –el jazz, el blues– que también te dan el alma y el corazón. Y he visto a compañeros del flamenco que todavía están, ensayando una sonrisa delante del espejo en el hotel. Estaba la puerta abierta y lo vi. Me da pena de eso. O lo das o no lo das. Si tienes algo que decir, dilo. Pero esos que le dan una abrazo a una farola, pues no. La ojana ha existido siempre en el flamenco. En todos sitios, pero en el flamenco más. Y no lo digo yo, lo dicen todos. Ojaneros. Los flamencos somos muy ojaneros. Somos duros. El que te abre el corazón, ten lo va a dar. También los hay muy buenos y muy puros. Pero en todas partes se cuece ese pescado.

– ¿Usted se considera un creador?
– No, yo me considero una persona que ama la música, que lucha por esto. Un gran aficionado. Yo sé que tengo algo, pero no sé lo que es. Ese título te lo tienen que dar los aficionados. Yo sé que he hecho algo. Mi forma de cantar por soleá no es normal. Mi forma de cantar por seguiriyas no es normal tampoco. Creo que voy a dejar un legado para la nueva generación. Algunos compañeros como El Granaíno, Arcángel, etcétera están haciendo mi soleá. Para mí es un orgullo que a través de ellos se expanda y lo cojan los nuevos artistas. Aunque sea un trocito. Que suene algo y digan ‘eso es de El Pele, qué bonito’. Pero no me siento un creador. Me tengo por una persona que le gusta mucho esto. Y no es mi trabajo, porque disfruto mucho con ello.

«Todos tenemos derecho a pasearnos por la Plaza de San Miguel, igual que los jerezanos se pasean por cualquier rincón de Andalucía»

– ¿Con qué cantaores, vivos o ya en el otro barrio, se habría encerrado en un cuarto?
– Con todo aquel que cante bien. Si yo me he encerrado con casi todos… Terremoto, Tía Anica La Piriñaca, Mairena. Con Camarón, que fue mi compadre. Ese sí que era un creador. Ya se darán cuenta. Y con Enrique Morente, que era algo grande. Para muchos no sonaba flamenco, decían que no tenía compás. Él era un gran creador, aunque sonara más o menos flamenco. Yo he tenido muy buenas vivencias con todos y me quedo con aquellos ratitos con cada uno. La Paquera era grande, muy grande. Y una artista a la que no se le ha dado el sitio en Jerez era a Serneta. Creo que en Jerez no le dan el sitio a cualquiera. Morente se fue sin pisar Jerez. España y Jerez, España y Jerez, España y Jerez… Eso no puede ser. Hay que dejar las fronteras abiertas para que salgan y entren. En Jerez ha habido muy buena cantera, buenos aficionados, buenos artistas, pero en otros sitios también. Y todos tenemos derecho a pasearnos por la Plaza de San Miguel, igual que ellos se pasean por cualquier rincón de Andalucía. No lo digo por mí, sino por los demás compañeros. Deberían abrir más las puertas al flamenco.

– ¿Cómo le gustaría ser recordado?
– Me conformo con que me recuerden como un buen aficionado. Que he luchado por esto, siempre fiel a mis raíces. No he molestado a nadie, no me he peleado con nadie, no le he robado a nadie. Siempre he ido a cazar, a buscar nuevos estilos, nuevas músicas, cosas interesantes para aportar al flamenco.

 

 

 


Sevilla, 1969. Periodista andaluz de intereses etéreos y estrofas cabales. Tres décadas de oficio en prensa musical y cultural. Con arrimo y sin arrimo, para seres de cualesquier afecto.

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