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Pitingo: «Es sano seguir abriendo auditorios para no morir de un ataque de jondura extrema»

El artista onubense se encierra tres noches en el Teatro Apolo de Madrid para poner el broche de oro a un año cargado de éxitos con su álbum 'Mestizo y fronterizo'.


Hace algo más de una década lio el taco. Ya saben que el flamenco salta con facilidad desde el ostracismo a los focos mediáticos. En su caso, el ascenso se produjo con una receta de cante jondo –su eco gitano procede de dinastías de gran tradición flamenca– que le guiñaba el ojo al soul, a las músicas negras, a los ritmos cubanos y afroamericanos. En ello continúa Antonio Manuel Álvarez Vélez (Ayamonte, Huelva, 1980), Pitingo en los carteles. Significa presumido en caló, recordémoslo. En su último trabajo, el séptimo ya, Mestizo y fronterizo, se atreve a revisar el clásico Soul man junto a una de las leyendas del género, Sam Moore. Los días 28, 29 y 30 de noviembre se presenta en el Teatro Nuevo Apolo de Madrid para poner rúbrica a una gira triunfal y sin fronteras.

 

– Tres noches en el Teatro Nuevo Apolo de Madrid, nada menos. ¿Cómo las afronta?
– Gozoso. Toreando en casa, que ya toca después de un año largo de gira. Ahora lo afronto como cualquier otro concierto, porque yo no hago distingos y cuando subo al escenario me entrego por igual en todos los lugares, por respeto al público y a mí mismo. Pero venimos al Teatro Nuevo Apolo porque mantiene su esencia original, la de cuando era llamado Palacio del Progreso, en la plaza del Progreso que hoy es Tirso de Molina. O sea, que llegamos con la ilusión y las ganas de seguir progresando, que es nuestro deber y obligación.

– Usted se ve a sí mismo como mestizo y fronterizo. Así tituló su último álbum. ¿Solo en el mestizaje está la emoción?
– Otros la ven en un gol. Perfecto.

– ¿Qué público le acompaña en este momento de su trayectoria? ¿Más flamenco? ¿Más moderno? ¿Más libre y desprejuiciado?
– Más amable, más cercano y  más humano. Lo más de lo más. Adoro a mi público.

 

«Si no fuera por Internet y las redes sociales no me estarías entrevistando. Que hablen, por Dios, que hablen»

 

– ¿Siente ahora en mayor grado el respeto de los flamencos o le siguen mirando con cierto recelo?
– Mis compañeros son mis cómplices, y más cuanto más grandes son. Al final siempre así sucede.

– Usted es capaz de contar un chiste entre una malagueña de El Mellizo y unas tonás de Tomás Pavón. ¿Cómo le echa tanto morro?
– Debe ser por mi formación flamenca. El humor es lo más serio y lo más difícil, y el flamenco está repleto de ángel, de sentido del humor. Fíjate que lo más trágico lo dice por alegrías: Estoy ético de pena / nadie se arrime a mi cama / que el que de mi mal se muere / hasta la ropita le queman. Tengo entendido que el primero en eso de carcajearse fue Enrique el Mellizo, a pesar de los bulos que los flamencólogos nos contaron. Tenía un gran sentido del humor, y creo que Tomás también dejó demostrada su retranca humorística. Pero vamos, yo no soy un humorista ni sé contar chistes. Ahí, para ángel flamenco indiscutible, tenemos a mi primo Luis de Pacote, el Comandante Lara, que está sembrao, cantando y naquerando.

– ¿El cante a lo Pitingo ha creado escuela? ¿Quién ha recogido su testigo?
– Hombre, creo que soy joven aún y sería pretencioso por mi parte meterme en estas cavilaciones. Pero, vamos, por ahí están mis giros circulando. De todas formas, no te vayas a acordar de la guasa. ¿Cómo quieres que le ceda el testigo a nadie cuando todavía me queda carrera por delante?

– ¿Qué le diría a los aficionados más tradicionales que necesitan dosis doble de almax y bicarbonato para digerir ese coqueteo de la música cubana o afroamericana con la jondura?
– Por su salud, que no me escuchen. La oferta es grande y además creo, miarma, que el almax y el bicarbonato no los cubre la Seguridad Social, y quieras que no es un gasto.

 

«Mi público actual es más amable, más cercano y  más humano. Lo más de lo más. Lo adoro»

 

– Usted, que siempre caminó por el lado salvaje de la ortodoxia, es una voz autorizada para opinar sobre esos nuevos intérpretes mediáticos del flamenco, ya sabe. ¿Le emocionan? ¿Le meten el nudo ahí dentro?
– Lo dicho, para gustos están los colores. Pero es sano y muy necesario para no morir de un ataque de jondura extrema que sigamos abriendo auditorios y ganando público. Este es el único nudo a tener en cuenta. ¿Se dice nudo gordiano? No sé, yo he estudiado poco… Pero ese es el lío: crecer o morir.

– ¿Por qué se habla tanto de usted en las redes sociales? Para lo serio y para lo no tan serio, nos referimos. ¿Le molesta esto último?
– Porque estamos en el mundo. Sin las redes, sin Internet, no me estarías entrevistando… ¡Que hablen, por Dios, que hablen!

– ¿Le gusta la dirección que lleva actualmente el arte flamenco y su forma de mostrarse al mundo?
– Más bien lo que no me gusta nada es la dirección que está tomando el mundo.

 

 


Sevilla, 1969. Periodista andaluz de intereses etéreos y estrofas cabales. Tres décadas de oficio en prensa musical y cultural. Con arrimo y sin arrimo, para seres de cualesquier afecto.

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