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Dorantes vuelve al Colegio

“Le han puesto el nombre de Dorantes a un Colegio Público de San Juan de Aznalfarache”, me dice mi interlocutor. La satisfacción es doble. Ya iba siendo hora de que se reconozca a quienes hacen de la cultura flamenca el mayor medio de expresión identitaria.


Encontrándome por los pagos de Jerez de la Frontera siguiendo a los protagonistas de este tiempo en danza, recibo una noticia que me llena de gozo: “Le han puesto el nombre de Dorantes a un Colegio Público de San Juan de Aznalfarache”, me dice mi interlocutor. La satisfacción es, como imagina el lector, doble. Por un lado, porque el compositor y pianista es enseña de la Marca Andalucía y su proyección nacional e internacional tanto nos beneficia. Y por otro, porque ya iba siendo hora de que se reconozcan a quienes hacen de la cultura flamenca el mayor medio de expresión identitaria.

 

Fue así que me dirigí al BOJA. Y en efecto. El número 33 de fecha 17 de febrero del año en curso, recoge la Orden de 7 de febrero de 2023, por la que se aprueba una nueva denominación específica para el colegio de educación infantil y primaria “Esperanza Aponte”, de San Juan de Aznalfarache (Sevilla).

 

Es obligado referir que el artículo 18 del Reglamento Orgánico de las escuelas infantiles de segundo ciclo, de los colegios de educación primaria, de los colegios de educación infantil y primaria y de los centros públicos específicos de educación especial, aprobado por el Decreto 328/2010, de 13 de julio, establece que los centros docentes a los que resulta de aplicación dicho Reglamento, dependientes de la Consejería competente en materia de educación, tendrán la denominación específica que apruebe esta Consejería a propuesta del Consejo Escolar del centro, con el informe favorable del Ayuntamiento.

 

 

«Hijo de Pedro Peña, orgullo de su ilustre madre en los cielos del recuerdo, hermano de Pedro María Peña, sobrino de El Lebrijano, nieto de La Perrata y sobrino nieto de Perrate, Dorantes ha creado prosélitos desde la universidad de sus composiciones y en sus manos han florecido las verdades que el tiempo no puede borrar»

 

 

Y a tal respecto, Patricia Del Pozo Fernández, consejera de Desarrollo Educativo y Formación Profesional, ha dispuesto aprobar la nueva denominación específica de “David Peña Dorantes” para el colegio de educación infantil y primaria “Esperanza Aponte”, con domicilio en calle Esperanza Aponte, 2, de San Juan de Aznalfarache (Sevilla).

 

Conocida la noticia, los alumnos del Centro donde Dorantes finalizó sus estudios de primaria la han acogido alborozados, manifestándole su alegría a través de cartas en las que podemos leer: “Hemos estado investigando sobre usted y nos ha hecho mucha ilusión saber que ha sido alumno del Colegio”. Algunos anuncian que conocen la canción Orobroy. Y otros van más allá al tener al músico como modelo cuando señalan: “Usted es para nosotros un referente y nos ha demostrado que los sueños se pueden cumplir”.

 

Me complace señalar, en consecuencia, que para estos chicos, valorar lo nuestro y lo que somos, representa un estado de conciencia superior. Ya era hora de que la clase política asumiera la trascendencia del flamenco y no confundiera el entretenimiento con la cultura, donde se dan el respeto a la libertad creativa, el reconocimiento a la diversidad y a la identidad de las personas, y por supuesto a la igualdad de género.

 

Pero es la escuela el acceso universal a nuestra cultura, a un legado bicentenario que, desde la soledad de la imaginación de muchos andaluces anónimos, se convirtió con el paso del tiempo en patrimonio artístico de todos. Y por eso el flamenco es Cultura con mayúsculas, porque es memoria y definición, raíz y mirada al futuro.

 

Hay que felicitar, por tanto, a la consejera Patricia Del Pozo porque con esta nominación se reafirma la existencia de una política pública de fomento a un sistema de valores y lenguaje abierto a la totalidad del mundo. Pero hay que dar la enhorabuena a quien lo ha solicitado, San Juan de Aznalfarache, y por supuesto a Dorantes, a quien conocí siendo un niño en su Lebrija natal, en el Colegio donde mi mujer (q.e.p.d.) le dio clases, y al que recuerdo de sus primeros años de guitarrista.

 

Me refiero a aquel año de 1984 en que con su padre, el amigo y maestro Pedro Peña, y sus hermanos, Bernardo y Pedro María, actuaron en el Instituto de Camas. Y cuatro meses después en la Caracolá, secundando a su tío Juan el Lebrijano, siendo éste quien tras escucharle tocar el piano, le dijo: “sobrino, deja la guitarra”.

 

Y así pasó de David Peña a Dorantes. Corría el 19 de septiembre de 1996 y eligió el apellido materno para su debut del concierto Ventanales en la IX Bienal de Sevilla, obra en la que anticipa lo que ha de venir y que acogimos en Diario 16 con el titular de “David venció a Goliat”.

 

 

«Dorantes no da recitales, Dorantes firma con el público un compromiso emocional. Enhorabuena, David, porque si como decía el Tío Juan, no hay más luz en la vida que la de la escuela, con la vuelta al Colegio te llegan momentos repletos de emociones»

 

 

En efecto. Saber vencerse en la victoria es ganar dos veces, como hizo Dorantes con el disco Orobroy (1998), con el que 25 años después –felicidades por las bodas de plata– sigue copando la atención del mundo mundial. Luego vino Sur (2002), en el que confirma su maestría en el género cambiando la melodía por el ritmo. Diez años después nos ofreció Sin muros (2012), donde se rodea de primeras figuras a fin de buscar nuevas vías de expresión musical sin apartarse de los sonidos jondos. En 2015 aparece en escena con Paso a dos (Dorantes y Renaud García-Fons), en el que el piano busca un punto de encuentro con el contrabajista parisino, y dos años más tarde, El tiempo por testigo… a Sevilla, con el que, a fin de celebrar los 20 años de carrera, recupera temas de su repertorio más tres piezas nuevas.

 

Pero si en 2020 saca a la luz La roda del viento, un sorprendente concierto sobre la primera vuelta al mundo de Magallanes y Elcano, un año después vuelve a marcar un hito presentando la sintonía del V Centenario Elio Antonio de Nebrija, una composición salpicada de innumerables detalles y rebosante de elegancia, refinamiento y lebrijanismo.

 

Aun así, donde mejor queda definido es en Identidad (2022), su séptimo y último disco. Trátase de una obra en la que Dorantes venía trabajando desde 2020. Es su primer disco en solitario y el primero de su carrera grabado en riguroso directo, pues se impresionó el pasado 6 de octubre en la inauguración de los Jueves Flamencos de Cajasol.

 

Identidad es una continua búsqueda de la propia verdad del compositor, de este músico que ya tiene su nombre grabado en el Colegio de San Juan de Aznalfarache y que, sabedor de la gran capacidad rítmica del piano, no sólo ha aportado modificaciones armónicas, contrapuntísticas, de disposición y de textura, sino que nos ha desvelado por qué el piano tiene más posibilidades en esos aspectos que la guitarra.

 

Hijo de Pedro Peña, orgullo de su ilustre madre en los cielos del recuerdo, hermano de Pedro María Peña, sobrino de El Lebrijano, nieto de La Perrata y sobrino nieto de Perrate, Dorantes ha creado prosélitos desde la universidad de sus composiciones y en sus manos han florecido las verdades que el tiempo no puede borrar. Y es que, como he dicho en alguna otra ocasión, Dorantes no da recitales, Dorantes firma con el público un compromiso emocional. Enhorabuena, David, porque si como decía el Tío Juan, no hay más luz en la vida que la de la escuela, con la vuelta al Colegio te llegan momentos repletos de emociones.

 

 

→  Ver aquí todos los artículos de opinión de Manuel Martín Martín en Expoflamenco

 

 


De Écija, Sevilla. Escritor para el que la verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio. Entre otros, primer Premio Nacional de Periodismo a la Crítica Flamenca, por lo que me da igual que me linchen si a cambio garantizo mi libertad.

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