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Mairena, sentado y solo en su plaza

Todavía no se ha escrito de verdad sobre la verdadera relación de Antonio Mairena con su pueblo natal. No seré yo quien lo haga, desde luego, porque si ya mi relación con la secta no es buena, imaginen si escribo un libro y cuento esa historia con pelos y señales.


Ni el Ayuntamiento de Mairena del Alcor ni la Casa del Arte Flamenco me hicieron llegar la invitación para acudir el pasado sábado a la inauguración del monumento a Antonio Mairena en su pueblo. En esta ocasión en su plaza, la antigua Plaza de las Flores, que hoy lleva su nombre con toda justicia. No hubiera podido asistir al acto porque a esa misma hora tenía que dar una charla sobre Manolo Caracol en la nueva Peña Flamenca Niño Ricardo, de Sevilla, donde hubo más de cien personas. Me invitaron Pedro Madroñal, que puede ser nuevo alcalde de Mairena, y Segundo Jiménez Ortega, como amigos, pero jamás hubiera ido sin una invitación oficial, porque soy el director del portal de flamenco más leído del mundo, ExpoFlamenco, y columnista del El Correo de Andalucía, donde llevo treinta y nueve años escribiendo de flamenco y, además, un profesional de la crítica flamenca y el periodismo desde hace cuarenta y dos años.

 

En Mairena lo saben, pero cuatro personas me consideran un enemigo del mairenismo y, por tanto, de su creador. En el verdadero mairenismo soy un profesional respetado, pero en la secta mairenista, que son dos cosas distintas, me declararon la guerra hace años. El pasado año hice un documental de una hora sobre Mairena del Alcor y su patrimonio flamenco, que se emitirá el Día de Andalucía, y la Casa del Arte Flamenco no quiso abrirme sus puertas. Ya me las cerraron otra vez hace muchos años, una noche que fui a dar una conferencia encargada por El Monte. Me las cerraron a mí, al guitarrista cordobés José Antonio Rodríguez, al percusionista Doctor Keli y al bajista Manolo Nieto, que tenían que ilustrar mi conferencia sobre el nuevo flamenco. Definitivamente, mi relación con el mairenismo no es buena, y lo asumo con entereza.

 

 

«Veo el monumento, al maestro Antonio Mairnea sentado en un banco, solo, y la escena me conmueve. (…) Un día de estos iré a sentarme con él para contarle cómo llevo ese libro del que le hablé hace más de cuarenta años en su casa de la sevillana calle Pedro Padre Ayala. “Haré un libro sobre esos cantaores de los que usted habla, los pioneros del cante: el Planeta, el Fillo, el Nitri…”. Y me regaló una anchurosa sonrisa gitana»

 

 

Esta tarde, viendo fotografías del monumento, obra del escultor local Ventura Gómez, llegué a la conclusión de que haberlo sentado en un banco de la citada plaza, solo, es un acierto porque el maestro siempre estuvo muy solo en su pueblo, aunque tuviera familia y buenos amigos. No me lo invento, se lo confesó él mismo a unos amigos, y hay grabación de esa conversación. Lo que dice en esa cinta, que es grave, nunca verá la luz, al menos por mí. Todavía no se ha escrito de verdad sobre la verdadera relación de Antonio Mairena con su pueblo natal. No seré yo quien lo haga, desde luego, porque si ya mi relación con la secta no es buena, imaginen si escribo un libro y cuento esa historia con pelos y señales, que podría, y espero que no lo tomen como una amenaza.

 

Veo el monumento, al maestro sentado en un banco, solo, sin ni siquiera una paloma a su vera, y la escena me conmueve. Antonio tuvo grandes amigos que dieron la vida por él, pero en realidad fue un hombre que se sintió siempre bastante solo. En su labor como cantaor y también en su vida personal. En sus confesiones, sus memorias, dejó entrever su soledad. Su vida no fue fácil en Mairena, por diversos motivos, y ese monumento nos lo recordará siempre solo en un banco, sentado, sin Diego de la Gloria, Juan Talega, Tomás Torres y otros de esos artistas o aficionados que lo acompañaban siempre. Un día de estos iré a sentarme con él para contarle cómo llevo ese libro del que le hablé hace más de cuarenta años en su casa de la sevillana calle Pedro Padre Ayala. “Un día, Antonio, haré un libro sobre esos cantaores de los que usted habla, los pioneros del cante: el Planeta, el Fillo, el Nitri…”. Y me regaló una anchurosa sonrisa gitana.

 

Imagen superior: inauguración de la estatua sedente de Antonio Mairena – Foto: Kiko Valle

 

 

Estatua sedente de Antonio Mairena. Foto: Facebook Grupo IU Mairena del Alcor

 


Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

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