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Festivales estivales

Tiene guasa que lo que iba a ser una velada inolvidable acabe siendo una pesadilla de verano. Tres novias me dejaron por llevarlas a un festival estival.


Llega el verano, llegan los calores (aquí no, en el suroeste gallego vivimos una primavera eterna) y llegan los festivales, los flamencos no paran. ¿Todos? Noooo. Si repasamos los carteles de los principales eventos de la geografía jonda, en los meses de julio y agosto hay nombres que nunca aparecen y nombres que están en casi todos. Comprendo que ir a la moda no incomoda y que si estás en racha todos te quieren tener en su cartel. Lo extraño es que año tras año hay nombres que siguen y siguen, no se caen de los carteles nunca. ¡Qué habilidad, compañero! O que tienen mánagers que son unos fenómenos en gestión cultural y se trabajan a los responsables, ayuntamientos y demás instituciones que parten el bacalao flamenco (con papas pero sin violencia doméstica) con mucho tiempo, o bien es que hay jabugo mediante. O es que simplemente son unos fenómenos. Esos nombres que todos conocemos y que tienen una agenda repleta de contratos, parece que están en racha y es un no parar. Llama la atención, sin embargo, lo mal repartido que está el pastel del trabajito veraniego. Unos tanto y otros tan poco. Si dependiera de algunos que yo me sé quitarían a los que más tienen para dárselo a los poreticos que apenas tienen dos fechillas en todo el verano.

 

Si nos fijamos en las agendas que algunos artistas suelen colgar en las redes sociales, si pensamos bien es que quieren dar a conocer a sus seguidores dónde van a estar cada noche, si mal pensáramos parecería que quieren o bien ronear o bien dar envidia. ¡No hay que ser cabrón para poner una lista de veinticinco fechas en el mes de julio! ¡Qué bastinazo! Claro que leyendo la letra pequeña, en algunos casos los nombres de las localidades parece que pretenden presumir más que informar: Villatomarporsaco de arriba, Tresvoces de abajo, Peña El Reguetón Cañí, Asociación Talibanes de lo Jondo. Que no es lo mismo que leer: Gran Teatro de Córdoba, Alcázar de Jerez… Eeeesss distinto, que diría Alejandro Sanz.

 

Pero, hablando de festivales veraniegos, ¿qué me dicen del público? Dónde acabó la tradición de llevarse la tortilla y los filetes empanados, la nevera con veinte botellines y los bocatas de jamón y tortilla con pimientos. Esto ya no es lo que era. Antes, ibas a un festival y echabas tarde, noche y madrugada gastando na y menos. Ahora es un no parar en la cola de tickets, y después en la cola de barra, y hay que ver cuánto ticket sin consumir aparece en el bolsillo al día siguiente y dices para tus adentros: ¡cagoenlosmuert! ¡Quién me mandaría a mi comprar para diez cervezas si con tres estoy listo! ¿Y si resulta que te toca al lado de unos grifotas? Que estás escuchando al Pilili de Móstoles y te crees que es el mismísimo Juan Peña, que Dios lo tenga en su gloria. Que toca Seisdedos de Motril y te parece estar asistiendo al último recital del Gran Jefe Paco, que estás en los cielos. No te digo na si te sientas al lado del cuñao y la madre de una “joven promesa” que, con cincuenta tacos, sigue apuntando maneras, y los jaleos de sus familiares no te dejan escuchar el final de las letras y te quedas con la duda sobre el desenlace de una soleá o un fandango. ¡Oooleeeee!, grita uno para que se sepa que chanela de verdá. El típico que ronea de que no ronea. Un pesao de libro que no te deja escuchar. Que no entiende ni papa de arte pero conoce al dedillo todos los  jaleos habidos y por haber. Eso sí que es mala suerte. Pagar una entrada para esto. ¡Y no te levantes!, que por pillar buen sitio has ido dos horas antes y tienes veinte personas a cada lado en la fila y no es plan, en medio de una seguiriya, sabiendo que si la escuchas entera puedes soñar esa noche, quieres levantarte para aliviar el tímpano y no puedes, haces el ademán de ponerte de pie y la mirada que te ha echado el cuñao da miedo. Un disfrute, vaya.

 

 

«Este año prefiero quedarme en casa escuchando las últimas grabaciones de los artistas, leyendo las críticas de los compañeros de ExpoFlamenco y así me libro de incomodidades, que a mi edad no son nada recomendables. Feliz verano a todos»

 

 

¿Y el sonido? Ay, esos bafles, esos micros y esa rever, esa ecualización que a veces más parece un canto al mal gusto. Ese cantaor que nunca tiene suficiente volumen y durante la actuación no para de indicar al técnico que le suba en monitores y baje al guitarrista y viceversa. Una lucha que en ocasiones más parece empeñarse en dejar sordo al respetable. Y ese técnico que en los intermedios ambienta al personal con manifiesto mal gusto y a toda mecha con lo último de ACDC. O el pie del guitarrista que no se da cuenta que está pisando el pie de micro y se escucha su “metrónomo” machacón en todos los estilos rítmicos, sin que nadie le diga nada. No quiero dar nombres, pero es muy mala la costumbre de marcar con el pie el compás, que si se mete por el sonido amplificado puede dar al traste con una actuación. El sonido amplificado, necesario en los festivales, puede ser el culpable de un fiasco irreparable en un día tan importante para un evento anual. Suele ocurrir cuando la empresa de sonido contratada es precisamente la del primo del concejal de turno.

 

Por no hablar de las luces. He asistido a festivales donde el responsable de las luces cree que está en un cabaret del Paralelo o es un fiel seguidor de Valerio Lazarov. Estás escuchando una tanda de soleares y la iluminación más bien parece el Thriller de Michael Jackson, es decir, una película de terror. 

 

Después está la canícula. Un festival a 35 grados a las doce de la noche es más un abrir y cerrar de abanicos constante que un recital de cante, toque y baile flamenco. Y el constante soplido de quien soporta mal el calor y no para de quejarse, en voz alta, claro. Menudo plan veraniego. Tres novias me dejaron por llevarlas a un festival estival. Tiene guasa que lo que iba a ser una velada inolvidable acabe siendo una pesadilla de verano. Es decir, que este año prefiero quedarme en casa escuchando las últimas grabaciones de los artistas, leyendo las críticas de los compañeros de ExpoFlamenco y así me libro de incomodidades, que a mi edad no son nada recomendables. Feliz verano a todos. 

 

 

→  Ver aquí las entregas anteriores de la sección A Cuerda Pelá de Faustino Núñez en Expoflamenco

 

 

 

 


Musicólogo de Vigo (Galicia). Investigador y profesor. Amante de la música. Enamorado del flamenco. Y apasionado de La Viña gaditana.

1 COMMENT
  • Álvaro Turrión García 20 julio, 2023

    Suscribo de la Ceca a la Meca el artículo… Allí donde me embelesé el año pasado en un festival añejo y modélico, pensando acudir “en compañía de otros” según expresión procesal, me he desanimado al ver un cartel copypegui de todos los carteles de este tórrido verano.

    Quién escribirá de las agencias de contratación actuales, copia inmunda del mítico Pulpón al que el dios Jondo lo tenga a su santa vera! …se trata de una curiosidad muy… malsana

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