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Riqueni, sesenta años de un genio

El 16 de agosto cumple sesenta años el guitarrista sevillano Rafael Riqueni del Canto. Con tal fausto motivo escribo estas líneas a modo de carta de un admirador hacia uno de sus ídolos.


El 16 de agosto se cumplen sesenta años de cuando llegó a este mundo un MÚSICO con mayúsculas y quiso el cielo que se dedicara al género musical más genuino de su tierra sevillana, trianera, y que hiciera de la guitarra su medio de expresión principal. Con tal fausto motivo escribo estas líneas a modo de carta de un admirador hacia uno de sus ídolos.

 

 

Querido Rafael,

 

soy consciente que para hablar de Rafael Riqueni del Canto es preciso lavarse la boca, hay que saber de qué se está hablando y, sobre todo, hay que respetar al genio de la composición para guitarra flamenca que ha sido, es y ojalá sea por muchos años, un regalo para la afición y para la música española y universal. No voy a hacer aquí un análisis de tu obra, ya que los hay mucho mejor preparados que yo para tal menester. No voy a alabar tus cualidades como guitarrista que, como es natural en una persona que ha pasado lo indecible, no tiene la soltura que tenía cuando estabas en plena forma técnica allá por los noventa, como le pasa a todos. Los músicos, y por supuesto también los guitarristas, son una suerte de atletas que con los años lo que ganan en jondura lo pierden en habilidad dactilar. Sin embargo, en tu caso, querido Rafael, a quién le importa la técnica cuando tu talento creativo sigue intacto y con los años va creciendo en originalidad y fuerza emotiva, como nos sigues demostrando en cada nueva obra.

 

No sé si recuerdas que nos conocimos en 1990 a mi regreso de Viena, un día en el Candela nos presentó nuestro Enrique y me comentaste que estabas haciendo una versión de la Suite Iberia de Albéniz junto a José María Gallardo. Aquel proyecto no vio la luz, a cambio hicisteis la Suite Sevilla. Cuando supe del proyecto busqué en la BNE todas las transcripciones para dos guitarras que se habían hecho de la magnífica obra del compositor catalán, las fotocopié y te las di en un ensayo que por entonces tenías con un cuarteto de cuerda, creo recordar que en un espacio que había cerca de la madrileña calle Galileo. Ahí comenzó una amistad que se mantuvo hasta hoy, aunque en los últimos años nuestro contacto se haya espaciado para mi desgracia demasiado tiempo.

 

Siempre admiré tu capacidad creativa, más allá de la destreza técnica y el supuesto pellizco que deben tener los guitarristas flamencos al tocar. Tu forma de componer, la manera que tienes de conducir las voces en el diapasón, tantos y tantos elementos propios de un compositor académico que hasta que llegaste al flamenco eran poco frecuentes en las composiciones para guitarra flamenca. Tu facilidad para crear música repleta de espíritu jondo llevada en lo armónico y melódico, también en lo rítmico y formal, a lugares poco visitados por entonces. Cuando escuché las alabanzas que el Gran Jefe Paco te dedicaba, y otras voces autorizadísimas como la de nuestro José Manuel Gamboa, que hacían precisamente hincapié en la madurez y genialidad de tus composiciones pude confirmar que mis apreciaciones no derivaban de mi formación clásica, producto del análisis al escuchar tus obras, sino que tu talla de compositor marcaba la diferencia, alcanzando cotas de genialidad reservada para unos pocos que podemos casi contar con los dedos de una mano.

 

Sé que no eres amigo de alabanzas, pero hoy me vas a tener que aguantar porque me lo pide el cuerpo.

 

Ganar con quince años el Montoya en Córdoba, en 1977, cuando el concurso de los concursos era lo que antaño fue, está reservado a los grandes de verdad. Y llevarse ese mismo año el de Jerez, apaga y vámonos. 

 

Rafael, esperaste a cumplir los veinticinco para por fin grabar tu primer disco, aquel inolvidable y hoy clásico Juego de niños (Nuevos Medios, 1986), donde incluiste, a modo de declaración de principios, los fandangos Al Niño Miguel, admirado siempre por ti, hasta el final, y donde nos dejaste ver la habilidad natural para modular de una tonalidad a otra construyendo un entramado armónico que solo son capaces de hacer los maestros de la sonanta.

 

 

«Totalmente recuperado, regresas con tus conciertos, emocionando a todo el que quiere dejarse traspasar por las flechas de tu talento, hiriendo el alma con cada nota, con una música más sentida si cabe que la forjada hasta el momento»

 

 

Al año siguiente vino el “disco alemán”, que entre otras genialidades contiene esa minera dedicada a “Johann Sebastián” Montoya, obra marca de la casa que ha supuesto un antes y un después en el estilo cuyo tono de sol sostenido flamenco con tanta destreza supiste explorar. Disco a guitarra sola, siguiendo seguramente los pasos de Siroco, del año anterior, flamenco hasta las trancas.

 

Cuando nos conocimos estabas trabajando en tu tercer disco, Mi tiempo, donde comenzaste a abrir caminos a la música de cámara y guiños a otros géneros hermanos del flamenco como el jazz. Otra obra maestra, con él hoy clásico garrotín De la vera o la soleá A Canales, la serrana…

 

En 1992 llegó la mencionada Suite Sevilla. Con ella lograste definir un estilo de componer para dos guitarras que, siguiendo la estela que ya marcarán Sabicas/Escudero, Paco/Modrego, Paco/Ramón, alcanzaste cotas de originalidad creativa que para sí quisieran muchos autores de la llamada música clásica española.

 

Recuerdo como si fuera hoy la grabación del disco Maestros, con el sello que pusimos en pie en 1994 Enrique y servidor, Discos Probéticos se llamaba. A los mandos nuestro añorado Juanmi Cobos, y con tu guitarra te sumergiste en la obra de los grandes de la sonanta grabando un disco para la historia, con obras de Sabicas, Ricardo y Esteban de Sanlúcar. Ese mismo año habías dejado boquiabierto a todo el Maestranza con la versión de la marcha de Font de Anta Amargura y decidiste incluirla como colofón del disco, con el título Estrella amargura. Recuerdo que la ultima noche de grabación llegó Enrique, productor del disco, y te dijo: ¿y si meto una voz ahí? Claro que sí, dijiste. Se metió en la pecera y empezó a cantar, siguiendo la melodía de la marcha (lloro mientras escribo esto acordándome del momento): “Todas las madres tienen pena y amargura, pero la tuya es la mayor”. Grabó Morente seis pistas y entonces le pregunté: ¿y ahora cuál cogemos? A lo que el MAESTRO respondió: las seis. Jajaja, así era Enrique. No había en Musigrama, el estudio donde se grabó, mesa automatizada, por lo que nos pusimos cada uno con dos pistas y Enrique con las cejas iba indicándonos sube, baja, y así se mezcló esa obra maestra que ha quedado para la historia.

 

En 1996 grabaste otra de tus grandes obras, Alcázar de cristal, donde volcaste tu inspiración en recuerdo de tu padre con una música llena de melancolía, seguramente reflejo de tu fragilidad. Crisis que te llevó al ir dejando tu carrera. Recuerdo visitarte en tu casa de Lavapiés y proponerte una edición de tus obras en partitura, pero tu estado de salud era cada vez más delicado, la medicación más fuerte y, sinceramente, comenzamos a temernos lo peor, que ya no volverías a tocar, y lo que es peor, a componer. 

 

Pero después de unos largos quince años has vuelto con la madurez del compositor de ley, que eres, con la confianza del intérprete que sabe que el público valora más el corazón que la velocidad, como diría Gamboa: “El pulgar que la caza de pulgas”. Y has vuelto por la puerta grande, Rafael. La alegría que nos produce tu vuelta queda en los corazones de todos los que te admiramos como flamenco de pura raza y vas y nos regalas Parque de María Luisa (2017).

 

No he querido enumerar todas las obras que has compuesto para los ballets y montajes de otros compañeros por no hacer de esta carta una enumeración de todas tus composiciones. Aunque creo que el que te conoce sabe que eres mucho más que un guitarrista flamenco al uso, sin desmerecer por supuesto a la extensa nómina de compañeros que han convertido con su esfuerzo y talento la sonanta en uno de los instrumentos más apreciados en el mundo. Por mor de Paco, de tu maestro Manolo, por Miguel y Víctor, por tantos y tantos que vais poniendo vuestro granito de arena para lograrlo. Aunque a este paso Rafael va a lograr un arenal de música jonda.

 

Por fin, totalmente recuperado, regresas con tus conciertos, emocionando a todo el que quiere dejarse traspasar por las flechas de tu talento, hiriendo el alma con cada nota, con una música más sentida si cabe que la forjada hasta el momento. Solo pido al cielo que te dé mucha salud y libertad para seguir tu camino y continúes el camino emprendido en esta etapa. Feliz cumpleaños, Maestro.

 

 

→  Ver aquí las entregas anteriores de la sección A Cuerda Pelá de Faustino Núñez en Expoflamenco

 

 

 


Musicólogo de Vigo (Galicia). Investigador y profesor. Amante de la música. Enamorado del flamenco. Y apasionado de La Viña gaditana.

1 COMMENT
  • Francisco en París 11 agosto, 2022

    Gracias por este artículo.

    Pude ver recientemente a Rafael Riqueni en directo en el Palais Chaillot de Paris. Me impactó su entrega en el escenario, un maratón de más de 20 obras, la mayoría solos, sin descanso ni para levantarse de la silla en las 2 horas de espectáculo.

    Ese nivel de superación además de su creatividad está al alcance de muy pocos.

    Recomiendo disfrutarlo en directo.

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