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Música académica y flamenco

Quiero dedicar este último artículo del año a un tema que desde hace ya mucho tiempo viene ocupando mi labor de estudioso de la cosa jonda: la relación entre la música académica y el flamenco.


Acabo con este artículo el año de 2022, de pérdidas irreparables en lo personal y de mucho trabajo en lo profesional. Quiero aprovechar la ocasión que me brinda esta tribuna de ExpoFlamenco, primero para agradecer a sus responsables, especialmente a Jafelin Helten y a mi amigo y compañero Manolo Bohórquez por dejarme formar parte de esta familia. Pronto se cumplirán dos años de mi llegada a este lugar de encuentro para flamencos de caliá, y ojalá en 2023 se cumplan las expectativas con mis artículos sobre la música del flamenco. También quiero agradecer la excelente disposición de Quico Pérez-Ventana en la redacción de esta plataforma y, por supuesto, gracias a ti, amable lector, que dedicas quincenalmente un ratito a leer a este gallego enamorado de nuestro flamenco. A todos os deseo un muy feliz y próspero año nuevo.

 

Quiero dedicar este último artículo del año a un tema que desde hace ya mucho tiempo viene ocupando mi labor de estudioso de la cosa jonda: la relación entre la música académica y el flamenco. Hace muchos años que dejé de utilizar la denominación de “música clásica” por imprecisa y muchos más que huyo de la muy extendida expresión “música culta”, que parece negar la cultura a la de tradición oral, por desfasada y clasista. Académica me parece la más apropiada, aunque tras unas décadas de flamenco en los centros académicos y a la vista de los resultados también se está quedando fuera de juego. Pero bueno, nos entendemos. Con música académica me refiero a aquella forjada en el ámbito del estudio académico de la teoría de la música que se imparte en los centros de estudio dedicados a estos menesteres.

 

Voy a referirme aquí a una selección de músicas concretas que de una forma u otra se han inspirado en lo flamenco para su creación. Excluyo a las de compositores españoles por obvias y muy manidas, Iberia de Albéniz o Amor Brujo de Falla. Quiero centrarme en la de compositores franceses, italianos, rusos y un norteamericano que dedicaron insignes composiciones a España dejándose influir claramente por el recién nacido género flamenco, en algunos casos incluso antes de que naciera. Otras fueron creadas en la época dorada de los cafés cantante, ya que para aquellos autores inmortales reflejaba perfectamente el ambiente oriental y exótico que deseaban plasmar en sus obras.

 

 

«Hace muchos años que dejé de utilizar la denominación de “música clásica” por imprecisa y muchos más que huyo de la muy extendida expresión “música culta”, que parece negar la cultura a la de tradición oral, por desfasada y clasista»

 

 

He puesto en cada caso los enlaces a las obras para que puedan ser escuchadas y disfrutadas. Comienzo con el fandango de Domenico Scarlatti, que en una de sus variaciones escuchamos una conocida variación de la caña, mostrando cómo un elemento del fandango indiano del siglo XVIII puede reaparecer un siglo después en un estilo flamenco. Y así ocurre con muchos fandangos antiguos (folía) respecto del moderno (rondeña) como el de Santiago de Murcia, Padre Soler o Boccherini. Sin olvidar el que compuso W.A. Mozart para el bailable del segundo acto de Las Bodas de Fígaro de 1786.

 

Damos un salto en el tiempo y nos vamos a los años en que comenzaron a cristalizar los primeros estilos flamencos, mediado el siglo XIX, con el Capricho Español de Rimsky Korsakov. Oficial de la marina rusa, el genial autor ruso logró una obra sinfónica que marcaría el camino a los nacionalistas que vinieron después. Lo más flamenco de esa obra es, cómo no, la Escena y canto gitano.

 

El Capriccio brillante sobre la jota aragonesa de Glinka es otra de las obras inspiradas en lo español que han marcado el devenir de la música rusa, que siempre apreció en España, y preferentemente en Andalucía, el acento oriental que su música académica, tan afrancesaba ella, había casi olvidado.

 

Un coloso nacido en una diminuta aldea parmesana, de nombre Giuseppe Verdi, dedicó algunas de sus más excelsas páginas a lo español y supo inspirarse en la andaluza para recrearla en ocasiones fuera del contexto hispano, como es el caso de la Oración de la sacerdotisa del segundo acto de su Aida (que no es una serie de TV sino una ópera encargada a Verdi con motivo de la inauguración del canal de Suez en 1869). En esta oración queda claro cómo Verdi se inspira en los ayeos del cante preñada de aromas orientales como precisa y preciosa recreación de una melodía seudoegipcia.

 

Y más flamenca es aún así cabe la Canción de la princesa de Éboli de Don Carlos, del año 1867. Ahí Verdi echó el resto flamenco. A pesar del contexto histórico de la ópera, basada en la obra homónima de Schiller inspirada en la figura del hijo de Felipe II, figura clave para la leyenda negra que cultivaron europeos de todo pelaje sobre la España del siglo XVI.

 

Flamenca flamenquísima suena toda la ópera Carmen de Bizet del año 1875. De aquí recomiendo la ópera entera, pero si hay un momento que resuma flamencura son las seguidillas (que no son tales) del segundo acto. Seguramente ni el propio compositor francés soñó, y nunca llegó a vivirlo, el tremendo éxito que habría de alcanzar su ópera, que ha logrado por mérito propio encaramarse en las más importantes del repertorio.

 

 

«Gracias a ti, amable lector, que dedicas quincenalmente un ratito a leer a este gallego enamorado de nuestro flamenco. A todos os deseo un muy feliz y próspero año nuevo»

 

 

Y muy flamencos suenan también algunos fragmentos de la España de Chabrier de 1883. Otro francés que supo reflejar las sonoridades andaluzas de la música española. No hay que olvidar que la verdadera música española es la música andaluza. No en vano el gran Isaac Albéniz en su magnífica Iberia, de las doce piezas que componen la Suite diez están dedicadas a Andalucía.

 

Siempre me ha parecido que tiene un aire flamenco también el Paso español de la Suite Dolly de Gabriel Faure estrenada en 1898. Otro maestro francés aficionado a lo español.

 

Y para concluir este recorrido navideño, cómo no, la Iberia de Debussy del año 1912 y el monumental Bolero de Ravel de 1928. La primera es un concentrado de esencias de música exótica española creada por el gran impresionista del siglo XX francés. Y qué decir de Bolero, que homenajea el olvidado género español del que tanto ha bebido su hijo mayor, el flamenco.

 

Y la más reciente, el popular fragmento de West side story del gran Leonard Bernstein. Para ilustrar la escena donde las mujeres puertorriqueñas declaran su deseo de vivir en América, el genial músico eligió el compás alterno de doce tiempos, tan presente en el flamenco.

 

Salud y libertad para 2023, que falta nos hace.

 

Imagen superior: Providence Doucet – Unsplash   

 

 

→  Ver aquí las entregas anteriores de la sección A Cuerda Pelá de Faustino Núñez en Expoflamenco

 

 

 


Musicólogo de Vigo (Galicia). Investigador y profesor. Amante de la música. Enamorado del flamenco. Y apasionado de La Viña gaditana.

2 COMMENTS
  • Ramón Soler 19 diciembre, 2022

    Esto es una maravilla, Faustino. Para coger todos los audios y hacer una antología. Gracias y Feliz Navidad, maestro.

  • Faustino Núñez 20 diciembre, 2022

    Igualmente querido amigo. Abrazos, hoy desde Madrid.

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