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Si quieres que cante, el dinero por delante

Me refiero aquí a la manía que tienen algunos de creer que los músicos somos entes que vivimos del aire y que si cobramos tres meses después de un bolo no pasa nada, al fin y al cabo lo pasamos bien, comemos y alguno hasta le da gustito a sus orejas.


¡Ya está bien, hombre! ¡Hasta cuándo! ¡A quién se le ocurre! Ya he tocado este tema en algún artículo de A cuerda pelá, me refiero a la manía que tienen algunos de creer que los músicos somos entes que vivimos del aire y que si cobramos tres meses después de un bolo no pasa nada, al fin y al cabo lo pasamos bien, comemos y alguno hasta le da gustito a sus orejas. ¡Venga ya! La música es una profesión como otra cualquiera. A ver si nos vamos enterando. Supongo que esto que digo le ocurrirá a más de un compañero. Si cobrara todo lo que me deben desde que empecé hace más de cuarenta años en la música estaba rico, seguro. Es triste pero es verdad. Supongo que en otra muchas profesiones pasa lo mismo, pero en la nuestra es demasiado frecuente que el listo de turno te contrate para amenizar su fiesta y a la hora de pagar se pierda para los restos. No digo que haya que llegar al extremo de aquel que se plantó con una lata de gasolina y amenazó a la parte contratante con quemar la oficina si no le pagaba lo que le debía.

 

Si nos referimos al dinero que se queda por el camino estaríamos aquí hasta mañana denunciando a un ejército de vividores que comen “Con el sudor del de enfrente”, como llamaba El Selu a su chirigota de 1993 Los Ricos. Hace poco fue muy comentado el caso de un mánager que ha estado décadas intermediando entre los políticos y los artistas y llevándoselo calentito. Y no quiero extenderme en el tema de los mangones, como el caso de los que se apuntaban un porcentaje, a veces del 50 por ciento, por escribir la partitura para el registro de una obra en Autores. No hay que ser cabr… para hacer eso. Llamaban silbadores a los artistas, poreticos, que iban a SGAE a silbar sus obras y el mangón de turno le escribía la partitura y en vez de cobrarle se apuntaba un porcentaje de los derechos de autor. Práctica con la que acabó Teddy Bautista cuando llegó a dicha entidad de gestión de derechos. Siempre sale algún vivo que se aprovecha de los demás, de ahí uno de los adagios que más aprecio de los muchos de los que goza nuestra riquísima lengua española: Si quieres cante, el dinero por delante. Qué verdad es.

 

Qué clase de educación tiene un país que cría gente con esa mentalidad. En Cádiz, por ejemplo, está mal visto que los grupos de carnaval ganen dinero con su arte. Hay talibanes de la cosa que consideran que el carnaval es suyo, “de nojotro”, y no permiten, al más puro estilo talibán, que alguien se gane la vida cantando un repertorio que ha creado solo o en compañía de su grupo. ¡Tiene guasa la cosa, home! Gracias al cielo la cosa ha cambiado en los últimos años y cada vez eso ocurre menos y los grupos salen de Cádiz a cantar y alguno puede incluso vivir de ello. Y que a alguien esto le parezca mal… es de trogloditas.

 

Qué hubiera sido del arte si no hubiera habido una compensación por el trabajo realizado. Las miles de horas que los artistas emplean en formarse desde niños forjándose una profesión tan respetable como cualquier otra para que después venga uno babeando Chivas Regal racaneando con lo pactado, alegando que te ha visto reírte mientras tocabas y disfrutar con tu trabajo. ¿Qué quiere? ¿Que pongamos cara de malas pulgas mientras amenizamos un baile? Hay que tener dos deditos de frente para reaccionar de esta manera. Ya lo relaté en otro artículo hace unos meses sobre una mala experiencia en Viena con el hijo de un gran maestro. Que a su edad aún no había comprendido de qué iba esto de la música, y eso que estaba estudiando para músico en la capital austriaca.

 

 

«En Cádiz está mal visto que los grupos de carnaval ganen dinero con su arte. Hay talibanes de la cosa que consideran que el carnaval es suyo, “de nojotro”, y no permiten que alguien se gane la vida cantando un repertorio que ha creado solo o en compañía de su grupo»

 

 

“Hay gente a to”. Es la Cruz que arrastramos los que hemos dedicado parte de nuestra vida a la música en los clubs nocturnos, la misión es entretener y el público que después de beberse Escocia cree que canta bien y da por saco sin darse cuenta. Aguantar eso no tiene precio. ¿Quién me recompensa a mí el haber soportado a mil y un bordes dando la tabarra a las cuatro de la mañana hartos de alcohol? Eso no hay quien lo pague.

 

“Pides mil y te dicen quinien”. No es posible que alguien te quiera contratar, tengas que cruzarte España entera para cumplir el contrato y te ofrezcan una miseria que se te va solo en los gastos de tomarte algo por el camino. Y alguno, en su defensa, alega que te pagamos el viaje y el hotel. ¡Home, no! ¡Hasta ahí podíamos llegar! Si te parece me lo pago yo. Hay que tener la cara de mármol de Carrara y un cocodrilo en cada bolsillo para decir eso y no ruborizarse.

 

Pues nada, que sigue pasando, que hay quien no se inmuta. Igual que los pesaos que solo te llaman para pedir. Aún estoy esperando que unos cuantos, con los años cada vez más para mi desgracia, algún día me ofrezcan trabajo en vez de pedir. Hace tiempo que adopté una solución al problema, en la agenda del teléfono voy por “Pesao 63”, borro el nombre y le pongo ese, así cuando llama ya sé que están pidiendo. Ay, qué poquito les cuesta a algunos pedir favores con las fatigas que paso yo cuando no me queda más remedio que pedir ayuda a algún compañero, aunque sea para una tontería. Yo a los amigos les doy la vida y pidan lo que me pidan, si puedo se lo doy encantado, pero a personas que ni conozco o que las conozco de un día y ya están pidiendo es que no lo soporto, la falta de tacto es insoportable.

 

Los músicos tenemos mucho de qué quejarnos en este sentido y los compañeros que estén leyendo esto sabrán de qué hablo. Arrastramos desde siempre esa cruz y no hay nada que hacer. Y encima alguno tiene la cara dura de llamarnos peseteros. Como cuando hacía fascículos con el hermano Gamboa, que más de uno nos decía que “nos lo estábamos llevando crudo”. Las editoriales, esas sí que ganan dinero y no los que curramos ahí de verdad. Pero bueno, qué le vamos a hacer, como cantaba el gran José Monge: España tiene una bandera hecha de sangre y de sol y si a mí me quitan de que la quiera yo no sería español, sería de una nación cualquiera. Pues eso.

 

 

→  Ver aquí las entregas anteriores de la sección A Cuerda Pelá de Faustino Núñez en Expoflamenco

 

 


Musicólogo de Vigo (Galicia). Investigador y profesor. Amante de la música. Enamorado del flamenco. Y apasionado de La Viña gaditana.

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