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La soledad con sentido de Manuel Lorente

El cantaor granadino es un artista interesante por cuanto investiga y arriesga. Nada comercial, ni tampoco anquilosado en el clasicismo. Con esa voz pausada, sin adornos, aborda con conocimiento cantes como cañas, soleares, cantiñas o seguiriyas.


No hago muchas críticas de discos desde hace un tiempo, desde que los artistas flamencos se creen que son mucho mejores de lo que son. Cualquier generalización acarrea injusticias, pero así es. Y no son los que más saben: son sus hermanos, mujeres, cuñados o primos. Sin olvidarnos de los seguidores en las redes sociales. Pero me apetecía escribir de la soledad, con sentido, del cantaor granadino Manuel Lorente, un artista interesante por cuanto investiga y arriesga. Nada comercial, ni tampoco anquilosado en el clasicismo.

Manuel es un cantaor entre los grandes clásicos de hace un siglo y los contemporáneos, con cierta melancolía en la voz, que unas veces bucea en el océano de Caracol y otras en el de Morente, dos referencias bien reconocibles. Él ha contado algunas veces cómo su padre, que fue un gran aficionado, le hizo amar a Caracol, lo que indica que fue un buen padre.

Su último cedé, Flamenco y sentido, me ha interesado por dos cosas muy claras. La primera, porque todo tiene un sentido. Y la segunda, porque en él acentúa aún más su soledad de artista nada manoseado. No es un cantaor brillante, pero es que no hay obligación de serlo. Lo importante en un artista flamenco es su posición ante, en este caso, el cante, y Manuel está bien posicionado.

 

«El disco ‘Flamenco y Sentido’ es más que recomendable, porque es el resultado de un músico que estudia, que investiga, que escribe y que canta sin grandes pretensiones de malabarismo»

 

Su compromiso con la cultura y el arte es innegable. Escribe, además, sus propias letras, que para mí tiene un gran valor porque canta las cosas de la vida, la suya. Si yo fuera cantaor cantaría también mis propias coplas, porque el cante será siempre más auténtico. Creo que en el siglo XIX era normal que los artistas del cante cantaran sus propias letras, las declararan o no.

Manuel Lorente Rivas –ya hubo un Lorente, sevillano, que hizo historia en el cante– es de la provincia de Granada, de Vélez de Benaudalla, aunque de niño ya vivía en la capital. Tiene aún un acento granadino innegable, a pesar de que se ha movido por otras tierras. Morente nunca lo perdió y me hacía mucha gracia cuando hablaba con él, con aquella musiquilla albaycinera fusionada con la del Madrid más castizo. Esto le da cierto encanto y autenticidad al cante de Lorente, con esa voz pausada, sin adornos, que aborda con conocimiento cantes como la caña, las soleares, las cantiñas o las seguiriyas.

Su último disco, Flamenco y Sentido, con Ricardo Miño y Manuel Parrilla a la guitarra, es más que recomendable, porque es el resultado de un músico que estudia, que investiga, que escribe y que canta sin grandes pretensiones de malabarismo. Grabar en estos tiempos es algo heroico, por cómo está el mercado, y grabar discos así, como este, es aún más épico. Felicidades al maestro de Granada y que siga haciendo siempre lo que le gusta y le llega al alma.

Foto: Facebook Manuel Lorente

 

 


Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

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