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Luis Moneo o el cante sin postureo

Ni Luis Moneo ni su discográfica se van a poner ricos con esta estupenda obra flamenca, 'Metal fundío', pero los buenos aficionados tenemos motivos para estar contentos porque el cante de siempre, el natural, sigue interesando.


Confieso mi debilidad por el cantaor jerezano Luis Moneo, porque me gusta el cante natural, sencillo, de esa tierra que adoro. Luis encarna casi mejor que nadie el concepto del cante de familia, casero, del que solía hablar Antonio Mairena refiriéndose a María la Perrata, Juan Talega, Fernanda de Utrera o Joselero de Morón. Cada día huyo más de los cantaores que aparentan ser lo que no son y Luis Moneo Lara, de entrada, no quiere vendernos la moto. Lo que es está en este cedé, Metal fundío, con la guitarra también sencilla y jonda de su hijo Juan Manuel.

 

Cuando Antonio Mairena hablaba sobre la pureza como el sabor al paisaje, estaba pensando en cantaores como Luis Moneo. Un cantaor tiene que saber al paisaje donde nace y se cría. Si no, es incoherente. Luis sabe a Jerez y, en concreto, al barrio de donde es, donde hay unos metales muy concretos en determinados palos como las seguiriyas, las soleares, los tientos, las bulerías para escuchar o las bulerías festeras o cortas. La Plazuela da un sabor en el cante como lo dan Santiago o el barrio de la Viña en Cádiz. En Sevilla son distintos el cante de Triana del de la Alameda o la Macarena.

 

 

«Luis Moneo es un jerezano que no se ha movido mucho del terruño y los tabancos, de ahí su pureza: no está contaminado, es natural, puro, sencillo, leal a sus principios de gitano flamenco. En este disco pasa de historias nuevas: canta lo de siempre, lo que ha escuchado desde niño en su casa o en otras casas cantaoras del barrio»

 

 

Me gusta este cedé porque es lo que es Luis, un cantaor de un metal increíble y una enorme sinceridad interpretativa. Incluso cuando interpreta a su paisano José Cepero por fandangos, le huele la voz a hierbabuena fresca y vino fino. Luis es un jerezano que no se ha movido mucho del terruño y los tabancos, de ahí su pureza: no está contaminado, es natural, puro, sencillo, leal a sus principios de gitano flamenco. En este disco, además, pasa de historias nuevas: canta lo de siempre, lo que ha escuchado desde niño en su casa o en otras casas cantaoras del barrio. Emociona con el alma que canta al estilo de Manuel Torres, el genio de la calle Álamos.

 

Luis tiene sus referencias y no todas son de su casa. En el romance con el que abre y en las tonás está Mairena, que ha sido siempre Dios en esa casa jerezana. Su hermano Manuel, que en gloria esté, hablaba del genio alcoreño y se ponía de rodillas a rezar. Esa devoción de los Moneo por Antonio Mairena tiene sentido porque el maestro ya desaparecido tenía mucha esencia del cante de Jerez en su estilo. Él lo llamaba levadura gitana. Pero Luis recuerda a Mairena sin torcer la boca para recordarlo, sino dejando que salga su perfume por la garganta.

 

Agradezco a la Droguería Music y a su dueño, Chemi López, que siga fiel al motivo de la fundación de este sello discográfico astigitano: velar por un legado al que han renunciado las multinacionales. Ni él ni Luis se van a poner ricos con esta estupenda obra flamenca, pero los buenos aficionados, que es de lo único que presumo, tenemos motivos para estar contentos porque el cante de siempre, el natural, sigue interesando, aunque no sea a millones de personas. Tendríamos que preocuparnos si fuera tan popular.

 


Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

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