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¡La que has liado, Miguel Pérez!

Cuando le preguntaron a Caracol por su muerte, dijo el genio: “¡Ojú, qué lío!”. Un lío, querido Miguel. ¿Sabes por qué? Porque además de que eras un gran guitarrista de acompañamiento, uno de los mejores de Sevilla, eras una de las mejores personas que he conocido en mi vida.


Querido Miguel Pérez:

 

Tu muerte me cogió en Madrid, en una zona muy flamenca, la Plaza del Ángel, al lado de Santa Ana, donde está Villa Rosa, cerca de la calle Echegaray y de donde estuvo el Café de la Bolsa. Me llamó El Galli, roto de dolor, para darme la noticia y tuve que sentarme porque no me lo podía creer. Horas antes vi cómo hablabas en Facebook de lo feliz que eras junto a tu familia sin saber que la muerte te estaba acechando en la penumbra de un callejón. ¡La que has liado, Miguel!

 

Cuando le preguntaron a Caracol por su muerte, dijo el genio con el duende enredado en la garganta: “¡Ojú, qué lío!”. Un lío, querido Miguel. ¿Sabes por qué? Porque además de que eras un gran guitarrista de acompañamiento, uno de los mejores de Sevilla, eras una de las mejores personas que he conocido en mi vida. Sencillo no, lo siguiente. Jamás alardeaste de nada, cuando podrías haber presumido de ser el mejor de los guitarristas de cuadro, sabiendo de guitarra y de cante como pocos.

 

 

«Eras un guitarrista de vocación. Un guitarrista de tablao, de raza e irrompible. Y te has roto, querido amigo, con poco más de medio siglo de vida. Será imposible ir a un tablao de Sevilla y no imaginarte en el escenario, sencillo, con esa nobleza que te hizo grande, sin perder de vista los pies y los brazos de las bailaoras o los bailaores»

 

 

Tu muerte ha sido una conmoción. Estaba en Madrid y no paraba de sonar mi teléfono porque nadie se lo quería creer. ¡Cómo se iba a morir alguien tan vivo, tan sano, tan feliz como tú! Tan joven, además. Estuve con Merche Esmeralda, se lo dije y se le cambió el color de la cara. Es que era una noticia increíble. Demasiado fuerte para un solo corazón. Recordé en el hotel, descansando del viaje, algunos momentos que vivimos juntos. No voy a presumir ahora de que éramos grandes amigos, porque no sería cierto. Te recuerdo muy jovencito, eso sí, cargando con tu guitarra, siempre tan callado, como queriendo pasar inadvertido. Eras un guitarrista de una vocación muy poco común. Un guitarrista de tablao, de raza e irrompible.

 

Y te has roto, querido amigo, con poco más de medio siglo de vida. Será imposible ir a un tablao de Sevilla y no imaginarte en el escenario, sencillo, con esa nobleza que te hizo grande, sin perder de vista los pies y los brazos de las bailaoras o los bailaores. Como solo se muere lo que se olvida, seguirás vivo por los siglos de los siglos.

 

 

El guitarrista Miguel Pérez y el cantaor Miguel Lavi. La Casa del Flamenco, Sevilla. Octubre 2020. Foto: perezventana

 


Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

1 COMMENT
  • Francisco en Paris 25 enero, 2024

    Y además un profesor excelente y generoso que te daba todo sin apenas conocerte. La mejor guitarra para el baile. Gracias por todo Miguel.

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