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Tomás y El Sevillano en La Barqueta

La fiesta con Tomás Pavón duró hasta por la mañana. Me dijo Antonio el Sevillano que Tomás cantó esa noche junto al guitarrista Currito el de la Geroma como no había escuchado jamás a nadie. Y que a la hora de cobrar dijo: «No puedo cobrar por cantarles a ustedes, que sois buenos chanelaores».


Me contó un día Antonio el Sevillano, el gran cantaor, que una noche se juntaron unos amigos para meterse de fiesta con Tomás Pavón. Antonio cantaba, pero aún no era profesional. Fueron a la Alameda y recogieron a Tomás en un coche para llevarlo a un caserío que estaba más o menos donde hoy está Isla Mágica, en La Barqueta. El guitarrista era Currito el de la Geroma, que fue muy amigo de Tomás. Estaba ya enfermo, tan enfermo que murió meses después. Pero fue un guitarrista genial, cantaba mejor todavía y tocaba el piano por bulerías. Tomás no había cumplido aún los cuarenta años cuando tuvo lugar esta reunión y, según Antonio, estaba “en forma”. Tardó en cantar, porque solía charlar mucho de cante cuando estaba con amigos que chanelaban.

En el caserío había una gramola y estuvieron escuchando discos de Marchena, El Carbonero y Pastora. Aún vivía El Carbonerillo y contaba El Sevillano que a Tomás le encantaba, y que habló maravillas de él. Solía frecuentar mucho la casa de Pastora, con la que cantó mucho en los espectáculos de la Ópera flamenca, unas veces con el Pinto y otras no. Si escuchan bien los discos de El Carbonero, era de esa escuela y en soleares y seguiriyas buscaba mucho a Tomás. Sobre todo cuando hacía los cantes largos de El Mellizo: Me gusta a mí esta serrana/ porque la encuentro a mi apaño. Escuchen también a Tomás en A mi mare de mi alma/ lo que la camelo yo. Verán la influencia.

 

Tomás y Reyes se casaron in artículo mortis, con él agonizando, para que ella heredera sus cosas. Y sus cosas eran tres cañas de pescar, dos jaulas de pájaros, una gramola, discos de pizarra, dos relojes de bolsillo y algunas novelas.

 

Cuando Tomás y Currito comenzaron a hacer su trabajo, es decir, a cantar y a tocar la guitarra, sorprendió a todos haciendo fandangos de El Carbonerillo. “Los calcaba”, me dijo Antonio. Y me contó que esa noche no solo cantó los fandangos del genio macareno, sino malagueñas de Chacón y tarantas de Escacena. Tenía, al parecer, una gran facilidad para imitar las voces de otros cantaores. Esto me recuerda la noche en que Enrique Morente me cantó por soleá en Madrid, en una sala de fiesta, para demostrarme lo fácil que era el cante de Juan Talega. Cerrabas los ojos y era Juan.

La fiesta con Tomás en La Barqueta duró hasta por la mañana y me dijo Antonio que Tomás cantó esa noche como no había escuchado jamás a nadie. Y que a la hora de cobrar, dijo: “No puedo cobrar por cantarles a ustedes, que sois buenos chanelaores, pero cualquiera no le da a la Reyes nada para el guiso de mañana”. Reyes era su mujer, Reyes Bermúdez Camacho, hija del cantaor Antonio Bermúdez El Baboso.

Las fatiguitas que pasó la pobre mujer por las rarezas de Tomás Pavón. Pero fue muy feliz al lado de un genio del cante, quien cuando vio que se iba a morir le dijo: “Reyes, nos vamos a casar para que te queden al menos mis cosas y no tengas problemas”. Y se casaron in artículo mortis, con Tomás agonizando. Sus cosas eran tres cañas de pescar, dos o tres jaulas de pájaros, una gramola, discos de pizarra, dos relojes de bolsillo y algunas novelas.

 

El cantaor Tomás Pavón su esposa, Reyes Bermúdez Camacho.

El cantaor Tomás Pavón y su esposa, Reyes Bermúdez Camacho.

 


Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

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