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Inés Bacán, la insólita superviviente

El Teatro Lope de Vega ovacionó durante largos minutos a la cantaora lebrijana, que trajo a la Bienal de Flamenco de Sevilla el cante más ancestral. «Y ha llegado hasta aquí con un par de ovarios gitanos bien gordos. También el cante jondo lo ha pasado siempre fatal, y lo que te rondaré, morena».


Ya no hay nadie que cante así, al menos en los escenarios. Ese es el cante pelao y mondao. El verdadero patrimonio inmaterial que hay que proteger por ley. El cante que no gusta a los profanos, porque hay que masticarlo al menos tres generaciones para poder tragarlo. No te gusta por lo bonito, porque bonito no es. Tampoco es fácil de digerir. Tú lo sueles comparar con la mojama o las huevas de maruca. Los mismos erizos de mar que tu padre disfrutaba por docenas. Llega un momento en que te enamoras hasta el tuétano, sin saber cómo explicárselo al espejo.

Por el camino voy repasando mentalmente los apellidos de Inés. Peña Peña. Peña Vargas. Hasta ahí vamos bien. Peña Vargas, otra vez. Y Sánchez Amaya. Detrás de este último se esconden María la Andonda y Aniya la de Ronda. Y por el camino entre las peñas te encuentras a Bastián Bacán, Pedro Bacán, Juan el Lebrijano. Pedro el Pelao, Juan el Funi, Fernanda la Vieja. Allí al final se encuentra Popá Pinini, uno de los primeros transmisores de este arte que ahora se ha convenido en llamar cante familiar o de las casas cantaoras.

 

«Cuiden este flamenco, señores y señoras de la Bienal, de la Junta y de la Unesco. Con una hora cada dos años, no sé si será suficiente»

 

Memoria de una superviviente. Qué titulo más bien puesto. Inés Peña Peña (Lebrija, Sevilla, 1952) ha tenido una vida en lo personal que para ella se queda. Y ha llegado hasta aquí con un par de ovarios gitanos bien gordos. También el cante jondo lo ha pasado siempre fatal, y lo que te rondaré, morena. Por eso es tan importante tenerla ahí arriba, en las tablas del Teatro Lope de Vega. En La Bienal menos flamenca de la historia. Que sí, que siempre canta lo mismo. Que tiene seis o siete cantes, los de su familia. Para qué quieres más de una hora, si luego sales quemado por la supuesta falta de verdad en los artistas actuales.

 

La cantaora lebrijana Inés Bacán. ‘Memoria de una superviviente’. Teatro Lope de Vega, Bienal de Flamenco de Sevilla. Foto: Claudia Ruiz Caro

 

Híncale el diente a esa seguiriya, pero antes enjuágate la boca con aguardiente. Seguiriya más negra no la he catado. Desde el inicio del Torre hasta esa variante de Cagancho, la lebrijana no ha pegado ni un grito. Todo va por abajo, por los graves, que son los que te arañan las tripas sin darte cuenta. El dolor no es inmediato, sino que te ataca cuando ya has llegado a casa. Ahí están todos sus antepasados, moliendo los estilos hasta hacerlos irreconocibles. Paco la Luz o Tío José de Paula, jerezanos con antecedentes de Lebrija. Ni la misma Inés sabría decirlo.

 

«Ese es el cante pelao y mondao. No te gusta por lo bonito, porque bonito no es. Tampoco es fácil de digerir. Tú lo sueles comparar con la mojama o las huevas de maruca. Los mismos erizos de mar que tu padre disfrutaba por docenas. Llega un momento en que te enamoras hasta el tuétano, sin saber cómo explicárselo al espejo»

 

Qué te parece la soleá. Eugenio Iglesias toma la bajañí y extiende una sábana de seda sobre el colchón de su compás. Tiéndete aquí, niña, que de aquí no te sales mientras yo esté despierto. Entre él y el comando Chicharito mueven la lona como los bomberos para que la superviviente caiga siempre sobre seguro. Mientras, la madre de todos los gitanos acuna los tercios hasta dormirlos. Tío Juaniquí baja de los altares hasta los bajos más profundos, mientras Inés gira su brazo izquierdo como dándole cuerda a un invisible reloj interno. Ojo, cuando hay que subir a recoger a Frijones, se sube. Está mejor de fuelle que en muchos años. Soleares romanceadas las llaman. Cante y toque de Lebrija, ay, qué toque.

Las cantiñas de Pinini son celebradas por la audiencia del coliseo flamenco. Son esas de las que Fernanda la Vieja, hija del patriarca, decía: qué coño cantiñas, son alegrías, de toda la vida. Y Miguel el Funi, su nieto, para quitar hierro, aclaraba: son unas cantiñas diferentes a las de Cádiz. Tenías que ver la mirada que le echó la anciana.

 

Se han enreao,
tus cabellos y los míos,
tus cabellos y los míos,
tus ca
bellos y los míos se han enreao
como la zarzamora por los vallaos.

 

Entremedias, dos canciones compuestas por su hijo, el cantautor José Bacán. Para rellenar hasta cumplir la hora, sesenta minutos de reloj. La Nana del Mar, de bellísima letra y ejecución. Y otra que sirvió de inicio al concierto, donde el título del recital se hace presente recordando las ducas que los gitanos sufrieron en la Alemania nazi. Ahí no puedes dejar de pensar en la obra Persecución, de su primo Juan Peña el Lebrijano.

 

Trenes llegando de noche
cargaditos de gitanos.

 

Unos fandangos a capela que no aportaron mucho. De los tientos, mejor ni hablamos. Pues a mí me gustaron. Tú no has escuchado a Inés cantar por tientos de verdad. Las bulerías sí, eso sí. A eso hemos venido, verdad. Esas palmas huelen a calentitos subiendo del Barrionuevo al Castillo por la Cala de Vargas. Corre, que esto acaba por martinetes. Cuiden este flamenco, señores y señoras de la Bienal, de la Junta y de la UNESCO. Con una hora cada dos años, no sé si será suficiente.

Fotos: Claudia Ruiz Caro – Bienal de Flamenco

 

Ficha artística

Espectáculo: Memoria de una superviviente
Ciclo: XXI Bienal de Flamenco
Lugar y fecha: Teatro Lope de Vega, Sevilla. 25/9/2020
Al cante: Inés Bacán
Al toque: Eugenio Iglesias
Palmas: Chicharito de Jerez, Rafael Moreno y Vicente Peña Peña
Violín: Bernardo Parrilla

 

La cantaora lebrijana Inés Bacán. ‘Memoria de una superviviente’. Teatro Lope de Vega, Bienal de Flamenco de Sevilla. Foto: Claudia Ruiz Caro

 

La cantaora lebrijana Inés Bacán. ‘Memoria de una superviviente’. Teatro Lope de Vega, Bienal de Flamenco de Sevilla. Foto: Claudia Ruiz Caro

 

La cantaora lebrijana Inés Bacán. ‘Memoria de una superviviente’. Teatro Lope de Vega, Bienal de Flamenco de Sevilla. Foto: Claudia Ruiz Caro

 

La cantaora lebrijana Inés Bacán. ‘Memoria de una superviviente’. Teatro Lope de Vega, Bienal de Flamenco de Sevilla. Foto: Claudia Ruiz Caro

 

 


Filólogo madrileño. Media vida en Sevilla. Centinela de las palabras. Lo jondo le acelera peligrosamente el corazón.

2 COMMENTS
  • Francisco+en+Paris 29 septiembre, 2020

    Enhorabuena Luis, qué crónica tan bien escrita y con estilo propio.
    Gracias

  • Luis Pérez 29 septiembre, 2020

    Muchas gracias, Francisco. Que estéis ahí leyendo, al otro lado de la pantalla, es un aliciente y me da ánimo para seguir escribiendo.

    Un saludo flamenco,

    Luis Pérez

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