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El Festival de Jerez cerró su 24ª edición con el Ballet Nacional de España y una salud de hierro

El Ballet Nacional de España bajó el telón de una edición brillante en lo artístico, con más gloria que penas y con la evidencia de la continuidad del baile con nombres triunfales como Manuel Liñán, María Moreno y Marco Flores.


El sábado 8 de marzo se clausuraba el Festival de Jerez, una edición marcada por dos aspectos fundamentales: por un lado, la buena salud de la que goza el baile de la nueva hornada, y por otro, la tensión creada por el Coronavirus. Ni siquiera este tema ha podido manchar la imagen de la muestra, que ha salido reforzada por una gestión impecable. Desde que comenzó el 21 de febrero, el Teatro Villamarta ha acogido una serie de propuestas que reafirman el relevo generacional con tres nombres propios: Manuel Liñán (¡Viva!), María Moreno (De la Concepción) y Marco Flores (Rayuela). Ellos tres han masticado la gloria y el éxito en un teatro rendido a tres propuestas flamencas, cada una de ellas con su particular visión pero con una finalidad clara en emoción y transmisión, que es de lo que se trata cuando se habla de arte. Las grandes estrellas como Sara Baras, Antonio ‘El Pipa’ y Rafaela Carrasco no han dejado indiferente a nadie, pero es que la frescura de los otros ha aportado una sensación más gratificante si cabe. No podemos olvidarnos del Farru, bailaor que sustituyó a última hora a Isabel Bayón y que defendió con suma dignidad a su escuela en Por un sueño, aportando raza y expresión en una noche eléctrica y de disfrute.

En  otros espacios, como en Sala Paúl, se han presentado nombres como los de Paula Comitre, posiblemente la revelación de esta edición con su espectáculo Cámara Abierta. Su puesta de largo ha servido para identificar a un perfil interesante por mantener el perfecto equilibrio entre idea y ejecución. Otros como Fernando Jiménez en Conmigo, Cristina Aguilera con De agua, plata y tierra, también han causado sensaciones positivas. Hay que tener en cuenta que estos jóvenes artistas acuden a una cita muy relevante en el mundo del baile con unas expectativas a veces demasiado altas, difíciles de superar aun teniendo un nivel alto.

 

«Un Festival que se vive en la calle. Uno se puede tomar una copa en un bar cercano al teatro con los protagonistas que acaban de bajar del escenario. Impresionante»

 

En esta edición hay que destacar a dos bailaoras de Jerez que siguen creciendo desde una óptica actualizada y bien definida de la danza flamenca. Saray García triunfó en Claustros de Santo Domingo con El sentir de un pueblo, y Carmen Herrera volvió a presentar una propuesta en el Festival titulada La luz que me alumbra, con un aire renovado.

En el apartado del cante se han paseado voces como las de José Domínguez El Cabrero, en su gira de despedida con un mensaje más firme que nunca, María Vargas o Mateo Soleá, dejando el sabor añejo de la verdad de lo jondo. Más jóvenes pero ya consolidados, también han tenido noches inolvidables como David Carpio y Miguel ‘Lavi’, dos de los grandes metales del cante de Jerez. Alfonso Carpio ‘Mijita’ ha dejado su sello personal y cabal mostrándose en su mejor versión.

Rafael Riqueni y su guitarra. Punto y aparte. González Byass recibió al genio de la guitarra, que impregnó de solera el vino de la bodega. Exquisito, sutil, clásico, universal… Una música celestial.

Como ya se apuntaba en la crónica de la jornada en cuestión, la del 29 de febrero, La Fiesta suponía el estreno de un ciclo y formato muy atractivo aparentemente pero que sufrió percances de comodidad para la vista y disfrute de los asistentes. Ya ha dicho la directora del Festival, Isamay Benavente, en una entrevista a Diario de Jerez que no volverá a celebrarse ninguna propuesta en ese recinto.

Por lo demás, hay que aplaudir a los tantos cursillistas que vienen a tomar clases con los grandes maestros del baile. Ellos son quienes llenan las calles, bares y restaurantes durante estos días de celebración. Un Festival que se vive en la calle, aunque ya suene manida la expresión. Uno se puede tomar una copa en un bar cercano al Teatro con los protagonistas que acaban de bajar del escenario. Impresionante. El ambiente es mágico. Las peñas flamencas se han llenado en todos sus recitales con una atmósfera popular y de convivencia. Ahora a por el 25º aniversario, que el Festival se lo merece.

 

Imagen superior: Ballet Nacional de España (foto: Javier Fergo)

 

 

 

 

 

 

 

 


Jerez, 1991. Flamenco y comunicación las 24 horas del día. Desde 2012 en prensa escrita, tertulias radiofónicas, programas de tv, presentación de festivales, revistas especializadas... En mi familia todos bailamos por bulerías, aunque yo soy el único periodista.

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