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Flamenco Eñe: el arte de Joni Jiménez y José Anillo

Crónica de la actuación del guitarrista Joni Jiménez y el cantaor José Anillo en el Festival Flamenco Eñe, Sala Berlanga de Madrid.


Esta vez hemos apostado por la Sala Berlanga de Madrid. Por el festival Flamenco Eñe. Una muestra para organizadores internacionales organizada por la SGAE con el fin de internacionalizar el flamenco. El evento ha estado protagonizado por el guitarrista Joni Jiménez y el cantaor José Anillo.

 

En primer lugar, el guitarrista. Del frío se frota las manos y trata de afinar su guitarra mientras el público espera impaciente el sonido del primer acorde. Joni comienza con una rondeña. Su toque es suave y lento. Y con estas mismas cualidades es como consigue embelesar a los presentes. En numerosas ocasiones, vemos al guitarrista acompañar a grandes artistas, pero siempre tiene una actitud humilde que roza bastante la timidez. En esta ocasión es él, su guitarra, todo el escenario para él y la oportunidad de mecer a la gente entre sus acordes. Los trémolos son claros, rasos, intensos y llenos de personalidad. A mitad de la interpretación de la rondeña, llama la atención la utilización de los últimos trastes del instrumento. Ese íntimo espacio de la guitarra al que muchos músicos le tienen cierto respeto por no tener hueco suficiente para adornar y hacer virguerías. Para finalizar este toque y volver a hacer alarde de su personalidad, la composición no termina con un firme y consistente rasgueo como suele ser habitual, sino que la música va muriendo, preparando a los asistentes para el segundo palo, que será una granaína. La granaína está llena de trémolos con una claridad que, si en el caso de la rondeña no había dejado impasible a nadie, esta es la perfecta ocasión para reafirmase en la exquisita técnica que caracteriza al artista. No hay demasiados rasgueos, pero no son necesarios y parece que ningún espectador los echa de menos. Los fandangos van a ser el tercer palo de la noche. María Mezcle, Eleazar Cerreduela, Enrique Rodríguez ‘Enriquito’ y José Manuel Ruiz MotosBandolero’ son los acompañantes de Joni Jiménez. El ambiente que envuelve al teatro sigue siendo tenue, sencillo y sutil, pero con una cobertura firme y una gran dosis de sincronización, compás y melodía. La trompeta añade tintes estivales y un aire dulce, contemporáneo y a la vez cañero. Y para finalizar, son las bulerías las que protagonizan este cierre. Momento en el que la intensidad de la función se engrandece. De nuevo, la trompeta eleva la intensidad de la melodía y el hedor de la Navidad se hace vigente entre los tercios de Eleazar. Un bonito final para un gran principio.

 

Llega el momento en el que José Anillo se sube al escenario para contarnos y cantarnos, a pesar de sus nervios, unos palos que mucho tienen que ver con Cádiz, aunque también deja asomar algunos pigmentos onubenses.

 

 

«La garganta de arena de José Anillo comienza con la soleá del Mellizo, para la que utiliza un grito ahogado que se apoya en las falsetas. Luego, la soleá de Paquirri, en la que se presiente su sensibilidad especial hacia el flamenco»

 

 

Joni Jiménez. Festival Flamenco Eñe, Madrid. Foto: Vicente Pachón

 

 

El comienzo es soberbio. La melodía tradicional de la soleá trae consigo la contundencia, magia y claridad del guitarrista. La garganta de arena del cantaor comienza con la soleá del Mellizo, para la que utiliza un grito ahogado que se apoya en las falsetas de su compañero. A continuación, la soleá de Paquirri, en la que se presiente su sensibilidad especial hacia el flamenco, pero sobre todo hacia su ciudad natal. Después la soleá de Aurelio. Y, por último, vuelve a Paquirri el Guanté. Entre los vaivenes gaditanos y las falsetas, donde parece que el trémolo es el protagonista de la noche, ¿quién no se quedaría a vivir entre los acordes de una soleá?

 

José Anillo es mucho más espontáneo y hablador que Joni Jiménez. Cuenta por qué es tan importante el palo que va a interpretar después de la soleá. Se trata de un fandango de Juanito Barea, Consuelo la granaína. Una melodía que era esencial en la vida de sus abuelos y que hoy canta conmocionado por la dificultosa situación de salud que está pasando su abuela. El fandango se acuna entre interludios ascendentes y descendentes que aportan a la interpretación una sensibilidad diferente. José imposta la voz, pero es un artista que le da prioridad a su manera de sentir, a llenarse de flamenco para poder ofrecer a la sala su mejor versión. En las alegrías que vienen después de este emotivo fandango recurre a Manolo Vargas. A la picardía de Cádiz que demuestra tanto en su comunicación con el público como en el momento de interpretar. Consigue trasladar la simpatía que derrocha hablando al vibrato de sus cuerdas vocales, y por eso los oyentes tienen una perfecta predisposición para disfrutar de su actuación. La letra valiente de la que se sirve para rematar las alegrías erige la emoción, tanto por la forma en la que esparce la voz en toda su plenitud como por el acompañamiento de la guitarra, que sabe servir de apoyo a cada una de las notas que Anillo propulsa al aire.

 

Finalmente, la pincelada por bulerías, en la que demuestra su admiración a Juanito Villar. Ha sido su referente y la fuente de la que se ha podido nutrir durante toda su carrera. Se percibe un cierto cambio de registro en su voz y un sonido gutural que denota una revolución diferente.

 

Revolución, ganas y evolución es lo que ha podido discernir el teatro. Mucho sentimiento. Pero sobre todo, y como pretende la SGAE, el anhelo de que esta pasión consiga traspasar todas las fronteras posibles.

 

 

Ficha artística

Flamenco Eñe 2022
Sala Berlanga, Madrid
2 de diciembre de 2022

Concierto de guitarra
Guitarra: Joni Jiménez
Cante: Eleazar Cerreduela y María Mezcle
Trompeta: Enrique Rodríguez, Enriquito
Percusión: José Manuel Ruiz Motos, Bandolero

Concierto de cante
Cante: José Anillo
Guitarra: Paco Vidal

 

 

José Anillo. Festival Flamenco Eñe, Madrid. Foto: Vicente Pachón

 

 


Bailaora madrileña. Graduada en Comunicación Audiovisual por la Univ. Rey Juan Carlos. En Amor de Dios, Casa Patas y Cristina Heeren desarrolló su gusto por la danza y el flamenco. «No somos atletas. Estamos empezando a cometer el triste error de ofrecer al público una confección enlazada de complejos zapateados a una velocidad desorbitada sin la modulación propia de la música que estamos adornando y que nos adorna».

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