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LVIII Caracolá Lebrijana: Juan Tomás de la Molía formó el taco e Inés Bacán lloró una seguiriya

En la 58ª Caracolá de Lebrija, Juan Tomás de la Molía formó el taco con su baile arrebatadoramente flamenco. Malena Carrasco desnudó su cante indómito, por pulir. Inés Bacán escarbó en las entretelas del dolor llorando una seguiriya antológica.


Enfilando la ruta hacia el Caracol de Oro que recibirá este año el veterano cantaor Pepe Montaraz, en la noche del miércoles 12 de julio Lebrija volvió a brillar. El amigo y compañero Manuel Martín Martín congregó en la Casa de la Cultura a un público atento ante la maestría de su disertación sobre Pinini. Luego en la Plaza del Mantillo Inés Bacán escarbó en las entretelas del dolor llorando una seguiriya antológica. Juan Tomás de la Molía formó el taco con su baile arrebatadoramente flamenco. Y Malena Carrasco desnudó su cante indómito, por pulir.

 

Llegó antes que yo una bandada de pájaros a la Casa de la Cultura de Lebrija, rebosando la buganvilla del patio con su trino irrespetuoso ante la sabiduría de la palabra de Martín Martín. La guardia civil, poco flamenca, me entretuvo en la carretera robándome diez minutos de la conferencia para ver si uno iba borracho. No sabía que la tajá la cogería después, aunque de arte. Les contaré. Primero hay que descubrirse ante la lección de genealogía y el análisis de la ascendencia y descendencia de Pinini en el 160º aniversario de su muerte que nos regaló el decano de la crítica. Deshojó el árbol familiar ramita a rama acordándose de Pedro Peña, Bastián Bacán, Pedro Bacán, Fernanda y Bernarda de Utrera, El Funi, El Legaña… O Inés Bacán, con cuyo cante nos toparíamos después en la Plaza del Mantillo.

 

Tras el primer aplauso para la memoria de Curro Malena que solicitó Martín Martín en su impecable presentación, Inés acudió a los fandangos por soleá para calentar su garganta preñá de duendes lebrijanos. En las cantiñas de Pinini mostró cómo hay que pararse en el compás. Y por tientos tangos bautizó con su apellido las mecidas. La soleá se la sacó de las entrañas, empujando la pena hacia el gañote. Y con el sabor de la herida en los labios, crujió lamentándose en una seguiriya antológica donde evidenció que ella es la personificación de la queja infinita. El negro llanto contagió al público que enardecido de dolor levantó en volandas a Inés jaleándola con oles y una tremenda ovación. Cerró deliciosa por bulerías y una toná al aire para ahondar en el desgarro. Antonio Moya a la guitarra arrulló sus quejíos sirviendo con el respeto de quien pone el hombro a una amiga. Manuel Valencia y Vicente Romaní a las palmas perfilaron el acompañamiento a una cantaora sin parangón en el horizonte flamenco. Única e irrepetible, con cadencias simples, sin artificios, pero cuajá de jondura y pellizco.

 

 

«Inés Bacán acudió a los fandangos por soleá para calentar su garganta preñá de duendes lebrijanos. La soleá se la sacó de las entrañas, empujando la pena hacia el gañote. Y con el sabor de la herida en los labios, crujió lamentándose en una seguiriya antológica donde evidenció que ella es la personificación de la queja infinita. El negro llanto contagió al público, que enardecido de dolor levantó en volandas a Inés jaleándola con oles y una tremenda ovación»

 

 

 

 

Juan Tomás de la Molía salió triunfante de Lebrija. Bailó como pocos saben. Sorprende la categoría de su propuesta por su insultante juventud y la solemnidad con la que abordó la seguiriya. Con una técnica casi impecable al servicio del arte, paseó por las tablas de La Caracolá. Rajo, fuerza y marcajes intensos dieron peso a una coreografía plena de emotividad en el gesto y el cuerpo. Le bailó al cante, fundiendo los dibujos de un braceo redondo y unos pies potentes a los melismas gordos y almibarados de Manuel de la Nina y El Pechuguita, que acompañados por un extraordinario guitarrista pusieron justificadamente en pie al respetable. La sonanta de Jesús Rodríguez estalló de flamencura con la contundencia que requerían las respuestas y la jonda pulcritud de sus falsetas. Luego Juan Tomás tributó a la tierra que pisaba por romance, aunque sonaran en las voces del atrás aquel de cuatrocientos son los míos, el del Conde Olinos y aires de Mairena sin abrazarse en todo momento a las hechuras pastueñas de Lebrija. Los contoneos de cintura y una interpretación acusada pero carente de histrionismo, colmada de enjundia, no restaron presencia a su baile varonil. Derramó desplantes por doquier, amarrado a una herencia bailaora que transparentaba su admiración por la ortodoxia a la vez que le daba un baño de pícara frescura.

 

Con la guitarra dulce y flamenca de su hermano Luis y las palmas de Alonso Carrasco y Kilito nieto, Malena Carrasco principió por bamberas aligerando los tiempos. Enjaretó el cante con giros preciosos durante su intervención, aunque en ocasiones alargó tercios o los presentó copleros, desaprovechando algunos remates o alzando la voz en exceso. Los acoples del sonido no ayudaron a su lucimiento, pero Malena se empeñó en echarle reaños para asentar su confirmación como cantaora en esta oportunidad que le dio el festival. Y supo señalar sus dones con una voz hermosa, conocimiento y dotes interpretativas sin ojana. Se templó por soleá, desbocándose al coronar por Juaniquí. Cómoda en los tangos, con brío y arrojo. Más seria en la seguiriya, a la que aportó una coloratura diferente, no apta para todos los públicos pero con una entrega absoluta, rompiéndose en el dolor y con letras alusivas a su familia. Cerró por bulerías entonando al final los tres puñales que añoraban a Gaspar de Utrera.

 

Malena es una cantaora con proyección que atesora cositas buenas si domeña la colocación de la voz, ya que transita entre la templanza donde se le escurren a veces los bajos y unos altos indómitos en los que destella sin pulir. Hay madera. Quiero seguir su cante pleno de lebrijanía y agua fresca.

 

La noché echó el pestillo con Lebrija a compás. Quince flamencas y flamencos jóvenes a coral alternando algunas estrofas en solitario y unas pataítas. Tangos y bulerías dijeron adiós a una velada larga en la que Juan Tomás de la Molía formó el taco e Inés Bacán lloró una seguiriya de antología.

 

 

Ficha artística

LVIII Caracolá Lebrijana
Casa de la Cultura y Plaza del Mantillo, Lebrija, Sevilla.
Miércoles 12 de julio de 2023

Conferenciante y presentador: Manuel Martín Martín

Cante: Inés Bacán y Malena Carrasco
Guitarra: Antonio Moya y Luis Carrasco
Palmas: Manuel Valencia y Vicente Romaní. Alonso Carrasco y Kilito nieto

Baile: Juan Tomás de la Molía
Cante: El Pechuguita y Manuel de la Nina
Guitarra: Jesús Rodríguez

Lebrija a compás

Cante: Ainhoa López, Zaira Vargas, Alfonsi Vargas, Saray Amaya, Ana Zambrano, Lucía Puerto, Maite Padilla, Alfonso Carrasco, Adrián Otero, José Luis Vargas, Agustín Soto y Cristian Rodríguez 
Guitarra: Luis Carrasco y Rafael Falcón
Percusión: Manuel Soto

 

 

Juan Tomás de la Molía. LVIII Caracolá Lebrijana. Lebrija, Sevilla. 12 julio 2023. Foto: Kiko Valle

 

Malena Carrasco y Luis Carrasco. LVIII Caracolá Lebrijana. Lebrija, Sevilla. 12 julio 2023. Foto: Kiko Valle

 

Malena Carrasco y Luis Carrasco. LVIII Caracolá Lebrijana. Lebrija, Sevilla. 12 julio 2023. Foto: Kiko Valle

 

Antonio Moya. LVIII Caracolá Lebrijana. Lebrija, Sevilla. 12 julio 2023. Foto: Kiko Valle

 

Juan Tomás de la Molía. LVIII Caracolá Lebrijana. Lebrija, Sevilla. 12 julio 2023. Foto: Kiko Valle

 

Manuel Martín Martín. LVIII Caracolá Lebrijana. Lebrija, Sevilla. 12 julio 2023. Foto: Kiko Valle

 

Juan Tomás de la Molía. LVIII Caracolá Lebrijana. Lebrija, Sevilla. 12 julio 2023. Foto: Kiko Valle

 

Inés Bacán. LVIII Caracolá Lebrijana. Lebrija, Sevilla. 12 julio 2023. Foto: Kiko Valle

 

 


Cantaor de la escritura. Jondura utrerana extrema.

1 COMMENT
  • Iván MG 16 julio, 2023

    Lebrija, cuánto talento flamenco y cuánto gusto bien contao…

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