Madrid tiene el privilegio de acoger cada año el festival de Suma Flamenca Joven en los Teatros del Canal. Se trata de un ciclo de cuatro días que sirve de escaparate para que los artistas menores de treinta años tengan la oportunidad de que se les conozca, expongan su arte y, ¿por qué no?, puedan hacerse un hueco significativo en el mundo del flamenco. Cada día pasan tres jóvenes artífices por la Sala Verde del teatro, abarcando las tres disciplinas que este arte engloba. En el caso de hoy, el público tiene la suerte de poder disfrutar de artistas con mucho talento.

 

En primer lugar, Andrés Barrios. Un virtuoso pianista utrerano que, a día de hoy, probablemente sea uno de los máximos paradigmas de su generación, pues su música alberga la actualidad del flamenco y el eclecticismo de las músicas del mundo. Cuando Andrés sale al escenario, el público está expectante. Por eso se produce un silencio sepulcral que casi puede tentarse. Las primeras notas suenan a un piano inquieto por mostrarse al mundo. Un piano inquieto que se esconde fugaz en una calma que a veces juega con el suspense y otras se reconoce señorial. La siguiente pieza comienza con un marcado y diligente ritmo por seguiriyas que bien podría parecer el macho de la misma. El compás tan pronto se disipa como vuelve a reaparecer entre las notas dulces del instrumento, dando empaque y compás a la pieza.

 

Como colofón a su actuación, Andrés interpreta una tercera pieza que se podría relacionar más con el compás de la bulería, a juzgar por la percusión que el músico ejerce sobre la superficie de su aliado antes de desarrollar la última composición. Un compás presuroso, perceptible y atrevido que consigue no perder de vista la sutileza que en algunos instantes acompaña la bravura de su toque.

 

El siguiente artista de la noche es Rafael del Calli. Rafael es un cantaor cordobés que se caracteriza por tener una voz profunda y un quejío susurrado que alterna durante toda su actuación. Una debla que acaba con aquel fragmento de Bodas de sangre para el que Camarón prestó su voz. Entonces, los pies del cantaor, los palmeros y el guitarrista comienzan a marcar un denodado compás gaditano. Para ello, el cordobés vuelve a recurrir a un melódico susurro que arregla el ambiente para entrar, de forma inesperada, en el compás airoso y gentil de las cantiñas. Por tanto, el cantaor pasa por las cantiñas de La Mejorana, por el tono menor de las alegrías de Córdoba o por las cantiñas del Contrabandista con las que vuelve a conseguir meterse al público en el bolsillo, precipitándose de forma espontánea entre lo sutil y lo atrevido. El juego y la socarronería necesarios están presentes en el cante en todo momento. Cabe destacar el calor que le ofrecen sus compañeros, resaltando especialmente el ritmo y la eufonía que Alberto Parraguilla y Richard Gutiérrez, acompañando con sus palmas, aportan a la actuación.

 

En los tientos vuelve a hacer a los asistentes partícipes del susurro de su cante, como una especie de rasgadura del alma que consigue imbuir a los espectadores en su forma de sentir el cante. Así, un eco vagabundo y muy flamenco pone fin a estos tientos. El romance hace el relevo al palo anterior. Unos tercios libres ponen el foco de manera progresiva en un compás al golpe que se mece coqueto entre las letras arromanzadas de este fin de fiesta.

 

 

«La bailaora sevillana Nazareth Reyes, hija de Cristóbal Reyes y Juana Amaya, posee una pizca de La Singla, por los movimientos de cabeza y el salvajismo que desprende, y otra pizca de Carmen Amaya, por la forma de vestir y la velocidad de su baile»

 

 

 

 

La guinda de la primera noche de Suma Flamenca Joven corre a cargo de Nazareth Reyes. Bailaora sevillana, hija de Cristóbal Reyes y Juana Amaya. Viniendo de padres bailaores de esa categoría, se intuía que la actuación iba a salir redonda. La artista está acompañada de un elenco que la arropa en todo momento. La seguiriya va a ser el primer baile. Nazareth sale al proscenio envuelta en un vestido de flecos rojos que van a acentuar su volatilidad y, a la vez, engrandecer y eclipsar el sentido de sus vueltas.

 

La bailaora entra tranquila al escenario. Se para. Avanza. Lo transita de punta a punta. De repente, resuena la melodía de la escobilla por seguiriyas que resuelve con desenvoltura y prontitud y, a partir de este momento, su cuerpo se tensa desde los pies hasta el último pétalo de las flores que adornan su pelo. Sus pies son dignos de alabar, tanto por la fluidez como por la claridad de cada pequeña porción de zapateado en el que se distingue muy bien cuándo utiliza la planta y cuándo el tacón. También la firmeza y la precisión de sus vueltas que le permiten acabar con el cuerpo de frente al público y una mirada llena de carácter.

 

Sin excentricidades, da mucha importancia a unos brazos que se mantienen arriba la mayor parte del tiempo, lo que le hace parecer enorme en medio de un escenario cuyo espacio utiliza de una forma realmente inteligente, pues no todos los artistas saben aprovechar cada rincón de las tablas de las que están haciendo uso.

 

El segundo baile se sustenta sobre los matices de una caña que por la premura da poco lugar al embelesamiento. Puede tener Nazareth Reyes una pizca de La Singla, por los movimientos de cabeza y el salvajismo que desprende, y otra pizca de Carmen Amaya, por la forma de vestir y la velocidad de su baile. Ataviada con un pantalón negro de flecos y una chaquetilla torera roja y negra, arroja la fuerza propia de alguien que tiene un tercio del espacio del espectáculo de hoy para mostrar sus raíces, su origen y todo lo que se mueve dentro de ella cuando se rinde a la convulsión que le provocan los lamentos de un cante flamenco.

 

Ha sido un espectáculo completo en los tres ámbitos. Y si no fuera por todos los artistas que aún quedan por disfrutar y apreciar, los de hoy podrían considerarse desde ya un paradigma para las juventudes flamencas venideras. En cualquier caso, el plato principal ha venido cargado de arrojo y valentía, pero sobre todo de mucha fuerza. Sin duda, la fuerza y la lozanía siempre van de la mano, pero se trata de un brío que a veces es necesario amainar y disfrutar a sorbitos pequeños y de manera frecuente para poder valorarlo como se merece.

 

Ha quedado demostrado que los jóvenes quieren evidenciar, tanto a la afición como a los profesionales de este arte, que están cualificados para seguir el legado y que bajo ningún concepto quieren abandonarlo a su suerte. Las ganas de seguir han sido las protagonistas de esta noche.

 

 

Ficha artística

Suma Flamenca Joven 2023. Gala I
Teatros del Canal, Madrid
21 septiembre 2023

Piano
Piano: Andrés Barrios

Cante
Cante: Rafael Plantón Heredia, Rafael del Calli
Guitarra: Luis Medina
Palmas: Alberto Parraguilla y Richard Gutiérrez

Baile
Baile: Nazareth Reyes
Violín: Fernando Gª Rico
Flauta: Jesús Montoya
Guitarra: David Jiménez y Ricardo Vázquez
Cante: Laura Abadía, Juañares Carrasco y José Jiménez, El Bocadillo
Percusión: Felipe Maya