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Antonio el Jaraqueño: «Que en Sevilla no haya una buena cantera es preocupante»

El cantaor Antonio El Jaraqueño gestiona la escuela de cante más importante de Huelva, de la que no paran de salir nuevas voces. Es uno de los grandes maestros de este tiempo.


Lo recuerdo de niño, tan bonito como un San Luis, cantando ya los fandangos valientes de Alosno mejor que el que los inventó. Sólo era mejor que él Paco Toronjo, su principal referencia en el cante onubense. Antonio Rodríguez Rodríguez era un niño prodigio que andaba siempre entre veteranos del cante de Huelva. Recuerdo la que se liaba cuando cantaba este fandango alosnero: Roto de tanto llorar/ tengo el cristal de mis ojos… Un día vino al Lope de Vega de Sevilla con los cantaores de la Peña Flamenca de Huelva y levantó al público, conquistando a la afición de Sevilla, ciudad donde siempre ha encontrado mucho cariño.

 

Antonio el Jaraqueño no es de Aljaraque (Huelva), sino de la misma capital. De Aljaraque era su padre, gran aficionado. Pero ahí vive Antoñito, en ese precioso pueblo onubense desde donde se ve la ría de Huelva y se puede oler el sabor de los chocos mezclado con el aroma de los pinos que señalan el camino de Punta Umbría. Tiene la escuela de cante más importante de Huelva, de la que no paran de salir nuevas voces, como Lucía Beltrán, una de las revelaciones de los últimos años. Es uno de los grandes maestros de este tiempo.

 

 

– ¿Quién es Antonio el Jaraqueño?

– Me llamo Antonio Rodríguez Rodríguez, nací en Huelva el 17 de marzo de 1965, en concreto en el barrio de El Polvorín, que unía la isla Chica, el Matadero y Pérez Cubilla. Pero llevo muchos años en Aljaraque, el pueblo de mi padre. Mi madre era extremeña pura.

 

– Era la suya una familia flamenca?

– Un abuelo mío cantaba muy bien por soleá, todos mis tíos han cantiñeado y mi padre era más aficionado que cantaor. Por la parte de mi padre ha habido gente que ha cantado, pero nadie se dedicó al arte, nada más que yo.

 

– Usted fue un niño prodigio, ¿no es así? Recuerdo los líos que montaba en las peñas y los teatros a finales de los setenta.

– Sí, eso decían. Con diez años tenía un concepto del cante que no era normal. Eso decían los viejos, que no era “normal”. Un aficionado de Huelva, guitarrista, Santiago García Navarro, que era hijo de uno de los fundadores de la Peña Flamenca de Huelva, me llevó a cantar a un concurso de la peña, me llevé el primer premio y ahí empezó todo. Lo ganaba todo, era valiente.

 

 

«He cantado adelante, atrás, he compuesto cantes para El Pele, Argentina, Manguara… Pero lo más difícil es la docencia, porque trabajas con jóvenes y eso es siempre complicado»

 

 

– O sea, que fue un niño adelantado.

– Sí, adelantado a mi tiempo.

 

– Le recuerdo de niño en el Lope de Vega de Sevilla, con la Peña de Huelva, y el teatro se venía abajo con sus fandangos. Y eso que cantaban también Antonio Toscano, Mario Garrido, Eduardo Hernández…

– Sevilla siempre se identificó con mi cante, es cierto. Soy muy sevillano, en serio. De Huelva, y a mucha gala, pero un enamorado de Sevilla. Decía Enrique Morente que Sevilla era el único sitio donde se ponía nervioso. Pero yo siempre que voy me encuentro como en mi casa. El sevillano siempre me trata bien.

 

– Hábleme de sus referencias cantaoras, si le apetece.

– Cuando yo era niño y ya cantaba, la referencia era Paco Toronjo, que fue muy importante en mi vida. Canté muchas veces con él. Incluso mano a mano. También traté a Pepe el de la Nora. Ten en cuenta que empecé a cantar en los setenta, que vivían todos. El Caena de Punta Umbría, el hermano de Perlita de Huelva. Entonces, en aquellos años, había estrellas del cante y también muy buenos aficionados, que a veces eran mejores que las estrellas. Era fácil acceder a ellos y esa era una gran escuela.

 

– ¿Siempre le interesó el mundo profesional o no acabó de verse como artista?

– Enrique Morente me dijo un día que era el bohemio más formal que había visto en su vida. Siempre he tenido alma de artista, de cantaor, de compositor, y no me ha gustado nada quedarme sólo en una faceta. Era creativo y eso entonces era un problema, porque los viejos decían: “Este niño qué se habrá creído, con esas cosas suyas…”. Aquello me creó un pequeño trauma. Hoy se acepta mejor lo nuevo, pero entonces los aficionados eran muy estrictos. O hacías las seguiriyas de El Marrurro con los tres ayes o te majaban. Lo pasaba mal y empezó a no gustarme el escenario. Yo era ortodoxo, pero mi condición era crear, componer, salirme de lo establecido…

 

– ¿Cuáles son sus logros profesionales?

– Haber sido artista de artistas. Y eso es lo que me voy a llevar a la tierra. Yo he hecho llorar a Morente, a Isidro Muñoz, a Pedro Bacán, que me hacía cantar siempre. El Chino vino un día a cantar a Huelva y me levantó de la cama con fiebre para que le cantara. Venía con Chaparro, el guitarrista de Málaga. Me dijo que se habían quedado cortos con los elogios. Incluso me tocó la guitarra. Esos son mis logros.

 

 

«La mejor cantera ahora mismo está en Badajoz y Huelva. Que Sevilla no tenga una buena cantera es preocupante. Esto quiere decir que no se están haciendo bien las cosas en esa ciudad, que es cuna de genios. Hay una dejadez tremenda en Sevilla»

 

 

– ¿Ha encontrado en la docencia su verdadera vocación?

– Eso fue de casualidad. Un día me llamó la presidenta de la Peña Flamenca Femenina de Huelva para unos cursos, probé y me gustó. Monté mi escuela y creo que soy un afortunado porque descubrí que podía aportar mucho. Mis alumnos llevan ganados casi trescientos premios y estoy sacando a jóvenes prometedores. Esa labor me da muchas satisfacciones. Me mato a trabajar, pero merece la pena. De todo lo que he tocado es lo más difícil, con diferencia. He cantado adelante, atrás, he compuesto cantes para El Pele, Argentina, Manguara… Pero lo más difícil es la docencia, porque trabajas con jóvenes y eso es siempre complicado.

 

– ¿Le merece la pena?

– Totalmente. No sé hasta cuándo estaré en esa labor, porque es un trabajo agotador. Pero soy un hombre inquieto.

 

– ¿Cambiaría Huelva por Sevilla para seguir en la docencia?

– Depende del proyecto. Si fuera para dirigir una gran escuela municipal con presupuesto y medios, a lo mejor me lo plantearía. No sólo para sacar artistas como Moisés Vargas, Andrés Fernández, Ángeles Cruzado o Lucía Beltrán. También para sacar a aficionados que sepan escuchar.

 

– Buena cantera.

– La mejor cantera ahora mismo está en Badajoz y Huelva. Que Sevilla no tenga una buena cantera es preocupante. Esto quiere decir que no se están haciendo bien las cosas en esa ciudad, que es cuna de genios. Un amigo mío ha buscado cantaores en Sevilla para Madrid y no los ha encontrado de su gusto. Hay una dejadez tremenda en Sevilla.

 

– ¿Cómo está el cante, maestro?

– Faltan personalidad y afición.

 


Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

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