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Juan Carlos Romero: «El flamenco es la música más acaparadora que conozco»

El guitarrista y compositor onubense Juan Carlos Romero presenta su sexto trabajo discográfico, 'Arias impuras', en el que guiña el ojo a la música clásica desde el flamenco.


Juan Carlos Romero Monís (Huelva, 1968) es un gran guitarrista y compositor flamenco. Su osadía como creador se refleja en este álbum, Arias impuras (Catedral Music), en la que impregna de jondura una selección de joyas de la ópera y la música clásica. Un trabajo en el que colaboran, entre otros, Pasión Vega, Rocío Márquez y Eva Yerbabuena. «Es un disco de arias, el título no deja dudas, interpretadas de una forma muy distinta a como se había hecho en los dos últimos siglos. La expresividad y muchos rasgos que sólo se identifican con la guitarra flamenca están presentes. Ahora bien, no sé a qué le sonará a cada uno», dice.

 

– La primera en la frente. Lo de «impuras» suena a que no le va a gustar a los puros, vaya por Dios.
– No sé quiénes son los puros. No hablo de personas, hablo de música. Y esa música no está interpretada tal y cómo el autor la concibió en la partitura porque yo la he llenado de lo que he dado en llamar “impurezas”, es decir, de lo que de mí he puesto en ellas. 

– Su discográfica asegura que el álbum Arias impuras no pretende aflamencar a Bach, Bizet, Puccini, Fauré, Debussy, Verdi, Schubert o Haëndel, sino releerlos desde su guitarra. Explíquese, maestro.
El flamenco es seguramente la música más acaparadora que conozco, en el sentido de apoderarse de las otras rápidamente. Por lo tanto, si yo estoy, el flamenco va a aparecer de alguna manera. Ahora bien, cómo lo hace es la clave de este asunto. Yo no quería hacerlo metiendo por bulería a Fauré o por soleá a Haëndel con un par de palmeros jaleando, me parecía forzar artificialmente la naturaleza de cada uno. Lo que he querido es que ellos resulten reconocibles, por respeto a tan grandes maestros, y yo también por idéntico motivo hacia la música a la que me debo.

 

 

«Lo que yo quiero contar es que el flamenco no es solo una música extraordinaria, sino que ha creado y desarrollado un lenguaje tan rico, sofisticado y lleno de recursos que es capaz de abordar cualquier música desde sí mismo»

 

 

– Usted es flamenco… flamenco. ¿Este disco suena flamenco?
Es un disco de arias, el título no deja dudas, interpretadas de una forma muy distinta a como se había hecho en los dos últimos siglos. La expresividad y muchos rasgos que sólo se identifican con la guitarra flamenca están presentes. Ahora bien, no sé a qué le sonará a cada uno.

– Como adelanto, el Ave María de Schubert con su guitarra flamenca y las voces de Rocío Márquez y Pasión Vega. ¿Qué van a pensar las almas nobles y cándidas de la clásica cuando se lo echen a las orejas?
– Se puede ser noble y tener mal oído, y viceversa. Las almas cándidas o no de la clásica están advertidas desde que leen el título. Que entren, escuchen y después opinen lo que crean oportuno. Yo creo haber sido respetuoso, por una parte, y fiel a mí mismo, por la otra.

 

 

 

 

– ¿Tienen el flamenco y la música clásica más cosas en común de las que cabría pensar?
Ninguna música es completamente ajena a las otras y siempre se pueden establecer relaciones entre ellas. Pero lo que yo quiero contar es que el flamenco no es sólo una música extraordinaria, sino que ha creado y desarrollado un lenguaje tan rico, sofisticado y lleno de recursos que es capaz de abordar cualquier música desde sí mismo.

– ¿Qué sacó en claro de su trabajo anterior, Río de rostros, aquel puente entre la música y la poesía a través de la guitarra?
Quería ponerme a prueba, saber si sería capaz de componer para grandes intérpretes de otras músicas y que ellos aceptaran como propias aquellas melodías. Y hacerlo además sobre la premisa de no encubrir lo insustancial con armonías sofisticadas y llenas de disonancias. Componer sobre acordes básicos, sencillos, para que todo quedara al descubierto. Y todo eso es más fácil llevado en volandas por todos esos grandes poetas de nuestra tierra. En definitiva, lo hice para aprender.

 

 

«Yo no quería meter por bulería a Fauré o por soleá a Haëndel con un par de palmeros jaleando, me parecía forzar artificialmente la naturaleza de cada uno. Lo que he querido es que ellos resulten reconocibles, por respeto a tan grandes maestros, y yo también por idéntico motivo hacia la música a la que me debo»

 

 

– Su nombre está unido a artistas como Manolo Sanlúcar, Rocío Jurado, Monserrat Caballé, Enrique Morente… Si mira atrás, usted sí que puede decir lo mismo que aquel gran poeta: «Confieso que he vivido».
– Bueno, como todos los que vamos llegando a ciertas edades. Pero en mi caso he sido un privilegiado y la vida me ha hecho grandes regalos. Todos esos nombres y otros que no están son prueba de ello. He tenido suerte, he sido constante y siempre estoy dispuesto a aprender. Todo ello muy necesario en la vida.

– Recientemente participó en el homenaje a Manolo Sanlúcar del Teatro Villamarta, Jerez. ¿Qué representa para usted Manuel Muñoz Alcón en la guitarra flamenca?
Siempre he dicho, y no me canso de repetirlo, que el maestro Manolo Sanlúcar cambió mi vida, que él marca un antes y un después. Le tengo todo el cariño que se le tiene a alguien de tu familia y toda la admiración y el respeto que se tiene por un mito.

– Venga, recomiéndenos la escucha y disfrute de algún artista de su Huelva que vaya a revolucionar el corral, como han hecho Arcángel o Argentina. Seguro que nos va a citar el nombre de esa joven paymoguera de 15 años…
Lo más importante que ha ocurrido en la Huelva flamenca desde hace veinte o veinticinco años para acá ha sido el cambio de mentalidad, el saberse capaz. En Huelva siempre hubo grandes aficionados, pero muy pocos dispuestos a asumir los riesgos de una profesión muy difícil. Todo esto ha cambiado radicalmente con los ejemplos que has dado, otros que te faltan y muchos más que vendrán, seguro. Para mí son especiales y los llevo siempre conmigo Paco Toronjo y el Niño Miguel.

 

Fotos: Remedios Malvarez

 

 

 

 

 


Sevilla, 1969. Periodista andaluz de intereses etéreos y estrofas cabales. Tres décadas de oficio en prensa musical y cultural. Con arrimo y sin arrimo, para seres de cualesquier afecto.

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