Este intérprete jerezano huye de las etiquetas que le suelen poner cuando se sube a un escenario. Es un músico de raíz, por legado y estirpe, pero con los horizontes estéticos muy abiertos. Se puede afirmar que circunda las periferias del flamenco pero con un compás nativo. Tanto en la dicción como en la diversidad de instrumentos que utiliza para expresarse según su instinto vital. Su gente proviene del barrio de Santiago, al que nunca renuncia, pero Jesule de La Tomasa es hijo también de una barriada flamenca como San Juan de Dios. De los bloques de vecinos que acogieron la llegada de los flamencos de aquellos patios de geranios. El compás de siempre pero amoldado al siglo XXI; lo acústico y lo eléctrico en consonancia. Con estas intenciones ha convencido recientemente en Barcelona con la puesta en escena de su Salud metal y aún sigue adelante con creaciones que lo hacen muy diferente y personal como La rumba mutante…