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Luisa Triana: 90 años de recuerdos y sabiduría

Luisa García Garrido, Luisa Triana, residente en Las Vegas, Nevada (EEUU), es la decana del baile flamenco y la danza, guapa y chisposa con los 91 años que luce con orgullo. Pintora de éxito desde hace muchos años, su temática favorita es el flamenco, en especial las bailaoras.


Desde su primer baile por alegrías con siete años en el Teatro Odeón de Buenos Aires, han pasado más de ochenta primaveras. Luisa García Garrido, Luisa Triana, es la decana del baile flamenco y la danza, guapa y chisposa con los 91 años que luce con orgullo. Pintora de éxito desde hace muchos años, su temática favorita es la del flamenco, en especial las bailaoras, cuya belleza la representa y atrapa en sus lienzos.

 

Huyó de la guerra civil española con su padre, Antonio Triana, coreógrafo y pareja de Carmen Amaya durante años. Después de un tiempo en París llegan a Estados Unidos, a Hollywood en pleno desarrollo de la industria cinematográfica. Luisa intervino con su baile en numerosas películas, y formó compañía propia con la que recorrió América del norte y del sur.

 

Luisa Triana vive actualmente en Las Vegas (Nevada), Estados Unidos.

 

 

– Luisa, en este momento eres, probablemente, la persona que más figuras grandes del baile flamenco ha visto en este mundo. ¿Has podido o querido ir aceptando las nuevas tendencias?

– El flamenco se distingue de otras danzas por su estructura rítmica. Es un compás que también tiene tonalidad en los acentos. La velocidad de las nuevas tendencias requiere mucha fuerza, y suele dominar más que el arte. Creo que la evolución del flamenco debe volver a tener sus pellizcos artísticos.

 

– ¿Qué piensas que hubiera respondido tu admiradísima Carmen Amaya a la pregunta anterior?

– Sinceramente te digo que no creo que le hubiera gustado la falta de matices. Yo la visualizo poniéndose los zapatos y arrancando a bailar ¡con fuerza y arte! Y al arrancar un “ole” decir: “¡el compás manda!”. 

 

– Con la perspectiva que dan los años, ¿qué figuras de baile han sido para ti las más importantes de las que has visto?

– Sin duda, Carmen Amaya… Argentinita y Pilar López, Antonio y Rosario. Luego, José Greco, quien trajo muy buenos artistas. ¡Farruco y familia!  Mi padre Antonio Triana. Hay más, pero me falla la memoria. Estuve relacionada directamente con Carmen en 1940 hasta 1943, cuando ella y mi padre trabajaban de pareja. Después en 1955 en Nueva York, cuando yo empezaba mi carrera independiente, tuve contacto nuevamente.

 

– ¿Asistes a espectáculos de baile cuando te pillan cerca? ¿Qué contacto tienes con el flamenco a estas alturas?

– Últimamente estoy muy aislada.  Hace mucho que no llegan compañías de España a Las Vegas. 

 

– ¿Qué te gusta más, baile flamenco o danza española? 

– El baile flamenco, sin duda. Me llena de sensaciones, me da vida, es muy potente.

 

– ¿Tuviste clases de baile o danza propiamente dicho, o aprendiste más de ver e imitar? Sales en fotos con la compañía de Carmen, crecer en ese entorno fue una preparación de primera categoría.

– Mi padre fue mi maestro, mucha disciplina y técnica. Fue pareja de Carmen Amaya, de Argentinita y de Pilar López, me enseñó danza y flamenco. Argentinita me sacó a bailar en Buenos Aires cuando era pequeña.

 

 

«No creo que a Carmen Amaya le hubiera gustado la falta de matices del baile actual. Yo la visualizo poniéndose los zapatos y arrancando a bailar ¡con fuerza y arte! Y al arrancar un “ole” decir: “¡el compás manda!»

 

 

Retrato de Carmen Amaya. Por Luisa Triana.

 

 

– Recuerdo que me dijiste una vez que Israel Galván estudiaba contigo en su juventud. ¿Se pudo notar su talento? ¿Fue buen alumno?

– El estilo de Israel era parte de su personalidad desde muy joven. Su padre quiso que yo le enseñara algo de mi repertorio. Rápidamente captó lo que quería, y siguió su propio camino. Tuve una época en la que artistas me consultaban para concretar sus ideas, y tener algunas de mis coreografías en su repertorio.  

 

– Las Vegas es como un gran parque de atracciones. Tiene su comunidad hispana, pero ¿hay afición? ¿Tiene el flamenco una presencia en salas de fiestas o tablaos, o se pierde en la abundancia de la oferta?

– Los hoteles son muy lujosos y se acoplan a todos los gustos. Hay de todo en plan de turismo, pero flamenco, poco. Algún guitarrista que toca ocasionalmente en restaurantes. En las salas grandes ya no quieren flamenco, quieren algo más espectacular.

 

– Hace unos años te mudaste a Triana después de mucho tiempo fuera. Volviste a tu tierra y parecías la mar de contenta. ¿Qué te hizo volver a Estados Unidos, a Las Vegas nada menos? ¿Te sientes a gusto en USA?

– ¡Triana es lo mío! Aún recuerdo y añoro cruzar ese puente, poder ir andando para hacer mandados, pasear con mis primas, tomar café, saludar a los vecinos… ¡y esa feria! Sí, estaba feliz, y agradezco que tuve la oportunidad de vivir esos años en Triana. Pero mi hijo estaba en Estados Unidos, y por eso regresé. 

 

– ¿La gente allí sabe quién eres? ¿Te piden clases de baile?  

– Mis vecinos no saben que fui artista, todos somos mayores, pero me reúno con mi hijo, nietos y bisnietos muy a menudo.

 

– ¿Se baila mejor ahora que antes?

– ¡Hay más técnica, es increíble! Los jóvenes de hoy trabajan muy duro, una técnica muy avanzada.

 

– ¿Qué recuerdos guardas de los años con Carmen?

– De niña, de lo que más recuerdo son las reuniones que tenía en su lujosa casa en Hollywood en el barrio “Los Feliz”. Yo y su hermanita María y otros chiquillos jugábamos, y nos daban pan con tomate y aceite, el “pa amb tomaquet” de su tierra. Lo pasábamos magníficamente, y hasta hoy cada vez que como pan con tomate me acuerdo de aquellos tiempos. Recuerdo los ensayos en el Hollywood Bowl con la Sinfónica, en esa concha tan enorme, el ambiente era ajeno a lo suyo, y se quejaba de que no podía escuchar ni sentir la música. Pero al final se entregó a su baile como siempre. En los escenarios, recuerdo cómo sus actuaciones llegaban al alma, inolvidables. Carmen sabía que era extraordinaria. Recuerdo el día que murió en noviembre de 1963. Un impacto fortísimo, un gran disgusto, pues no yo no era consciente de su enfermedad. Lo primero que hice fue sacar los pinceles y pintarla.

 

Imagen superior: la bailaora y pintora Luisa Triana. Foto: archivo particular de Luisa   

 

 

La Compañía Carmen Amaya. Aparecen Sabicas, con bigote, y Luisa Triana de pequeña con su padre. Archivo Luisa Triana.

 

Grabación de Luisa Triana.

 

Dibujo de la colocación del brazo. Por Luisa Triana.

 

 


Jerezana de adopción. Cantaora, guitarrista, bailaora y escritora. Flamenca por los cuatro costados. Sus artículos han sido publicados en numerosas revistas especializadas y es conferenciante bilingüe en Europa, Estados Unidos y Canadá.

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