Huelva se ha levantado un poco más triste. Un poco más en soledad. Se nos ha marchado un grandísimo aficionado. Un luchador incansable por la cultura y el cante autóctono de esta tierra. Juan Camacho Vilches dedicó diez años de su vida a la recopilación y difusión del fandango y sus letras.

 

Juan nació en Huelva en 1959. Se licenció en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Sevilla. Fue auditor de cuentas y, posteriormente, ocupó cargos de dirección y gerenciales en los diarios Huelva Información y El Mundo Huelva Noticias.

 

Conocí a Juan en un lugar muy poco flamenco. Corría la primera década del siglo XXI. Yo era trabajador de una consultora económica de Huelva y él era director de El Mundo Huelva Noticias, sucursal que el diario de tirada nacional tenía en Huelva. Ambos coincidíamos en el despacho profesional cada uno con su cometido. Yo en labor diaria y él como cliente de dicho bufete. Alguna que otra vez intercambiamos algunas palabras, pero nunca relacionadas con el Flamenco. Quizás porque a ninguno de los dos nos dio por pensar que el otro lo fuera. Pasado el tiempo, comenzamos a coincidir en eventos flamencos, sobre todo dedicados al fandango de Huelva. Y desde entonces a hoy, hemos compartido lugares, espacios, palabras, afición y amistad en esto que tanto nos gusta y apasiona.

 

Hablar de Juan Camacho es hacerlo de un enamorado del fandango y del rico folklore que atesora la provincia onubense. Su incansable labor le ha llevado a presentar la obra Y sin Huelva no hay fandangos, que consta de cuatro tomos y que sin duda, una vez que ya es importante de por sí, tomará mayor auge, jerarquía y trascendencia con el devenir del tiempo. Nos cuenta el periodista, y una de las mentes más claras sobre el fandango de Huelva, Miguel Ángel Fernández –quien también ha colaborado en Sin Huelva no hay fandango– que en cierta ocasión Juan le comentó que había recopilado alrededor de trece mil letras.

 

Para crear la inconmensurable obra, dedicó un esfuerzo titánico. Cientos de kilómetros a través de una provincia que a cada paso es cofre de riqueza cultural y musical. Al mismo tiempo que recabó información, plantó la semilla de la amistad por todos aquellos lugares a los que se acercó, desde la sierra hasta el llano, y ha sido ponente y conferenciante de multitud de actos en torno a la geografía del cante de Huelva. Uno de mis recuerdos es verlo en las Cruces de Alosno, acompañando a los diferentes grupos de cantaores y guitarreros –como gusta llamar por estas tierras andevaleñas a los buenos guitarristas– en sus rondas por Las Colás. 

 

Juan siempre ha sido un hombre cercano, lo que ha favorecido esa recopilación cultural que nos ha legado. Para las distintas presentaciones de su obra, casi siempre contó con voces no profesionales. «Él lo prefería así», me cuenta hoy Juan Fernando González, voz cantora onubense y amigo. Amó, disfrutó y casi se obsesionó con dejar para Huelva las experiencias vividas y recopiladas. La pandemia retrasó todos aquellos proyectos en los que trabajó para la divulgación de la cultura flamenca onubense, mas no hay mejor legado que su obra editada y a la que buen seguro nosotros mismos y las generaciones venideras tenemos el deber de asomarnos para beber de la fuente de lo jondo que nos haga engrandecer la tradición que hemos recibido de nuestros ancestros.

 

Y qué mejor manera de decirte adiós, querido Juan Camacho, y desearte éxito en esa presentación en el eterno cuarto de cabales, que como ha publicado Antonio Rodríguez Jaraqueño, con esos cinco versos que componen esta letra de fandango, cante por el que has luchado y conmovido hasta el último suspiro:

 

Y como decirte adiós,
Si no encuentro la manera.
Que se entere Huelva entera,
Que entregaste el corazón,
En una obra tan señera.

 

 

Fotos: Jesús España y Francisco Ramírez