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Jeromo Segura triunfa en Toledo

La ortodoxia, la vanguardia y el sentimiento fueron los elementos que utilizó el cantaor Jeromo Segura para triunfar en la Sala Thalía de Toledo con todas sus localidades ocupadas.


La ortodoxia, la vanguardia y el sentimiento fueron los elementos que utilizó el cantaor Jeromo Segura para triunfar en la Sala Thalía de Toledo con todas sus localidades ocupadas. En este recital, que tardaremos tiempo en olvidar, el cantaor estuvo muy bien acompañado por el excelente toque de Álvaro Mora, que cumplió a la perfección su cometido al pie de la letra. El baile de El Choro, perfectamente impecable en su vestimenta, causó admiración por su forma de desenvolverse en el escenario.

 

Para sorprender al auditorio, Jeromo Segura se introdujo en las esencias más rancias de Triana, que completó con un tercio de la soleá apolá pasando por Pepe Marchena. En lo mejor de su vida, tanto en lo personal como en la artística, empleó su sabiduría para acometer unos tientos renovados en sus melismas, que sonaron a innovación sin perder la esencia. La guitarra con todo su esplendor creó el puente para pasar a una zambra caracolera cargada de ricos matices.

 

Acordándose de Espeleta y de Chano Lobato, desgranó para la audiencia unas cantiñas en las que destacó la romera por el estilo de Rosario La del Colorao como referencia de estos aires gaditanos. El público, completamente entregado, le dio alas al cantaor y al guitarrista para desarrollar con maestría la murciana de Manuel Vallejo, a la que perfeccionó seguidamente con la minera de Pencho Cros que ha quedado para la historia.

 

 

«En lo mejor de su vida, tanto en lo personal como en la artística, Jeromo Segura empleó su sabiduría para acometer unos tientos renovados en sus melismas, que sonaron a innovación sin perder la esencia»

 

 

El guitarrista Álvaro Mora, brillante Bordón minero en la Unión, le dio tono para una copla por bulerías que las coqueteó en algún momento con la rumba de Bambino, que resultó novedoso y meritorio al mismo tiempo. Utilizando letras nuevas, le escuchamos en su repertorio una moderna toná muy bien arreglada para que rematara con la seguiriya de Los Puertos.

 

La noche flamenca fue a más cuando apareció en escenario el flamante bailaor El Choro, pulcro en el vestir y majestuosa estampa, perfecta para bailar por cantiñas, en las que en los momentos del zapateado sobresalió trayéndonos a la memoria grandes maestros del pasado. Como buen onubense, el cantaor acudió a los fandangos de Huelva recordando al inolvidable Paco Toronjo en aires alosneros inigualables.

 

Antes de finalizar, queremos destacar el detalle de Diego Mejías, que, invitado a subir al escenario, compartió con Jeromo tercios de unos sentidos fandangos de Huelva con mucho corazón. Para cerrar esta noche toledana, organizada por la Peña El Quejío, se creó el ambiente propicio para una fiesta por bulerías que el público correspondió con sonoros aplausos, que puesto de pie despidió a estos grandes artistas.

 

Imagen superior: Alejandra Almendro

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Antonio Nieto Del Viso

 


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