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Una noche en las colás de Alosno

En Alosno, Huelva, en lucha constante, Arcángel y Jeromo, Jeromo y Arcángel, con el sonido de las maderas de Pedro Juan Macías y José el Niño del Laúd, nos regalaron los sonidos con sabor a paisaje.


Alosno … / pasar una noche en Alosno / es una noche de rumbo. / Entre aguardiente y fandango / ya se puede acabar el mundo / que Alosno sigue cantando.

 

Nada mejor que esta letra para comenzar a entender lo que son las noches de cruz de mayo en la cuna del fandango. El pueblo onubense radicado en pleno Andévalo es, quizás, uno de los enclaves con mayor acervo cultural y raigambre autóctona de la provincia de Huelva. Entre las múltiples fiestas que a lo largo del año celebra este municipio, cabe destacar en mayor medida la de las Cruces de Mayo. Estas están inscritas en el catálogo general del patrimonio histórico andaluz y consideradas como una de las siete maravillas de la provincia de Huelva.

 

Se celebran los dos primeros fines de semana del mes de mayo. Pasadas las doce de la noche se abren las colás típicamente engalanadas. Se oyen entonces las voces de las mujeres entonando las primeras seguidillas alosneras de la noche al compás de las palmas, los palillos y las panderetas que ellas mismas hacen sonar. Indudablemente es la señal inequívoca, el reclamo, para que los hombres elegantemente vestidos, acompañados de sus guitarras y canastos con bebidas, comiencen a visitar las doce colás repartidas por todos los rincones de Alosno.

 

Poco más tarde de la medianoche, llegamos el sábado a Alosno un grupo de amigos a fin de ser partícipes, como habitualmente hacemos cada año, de esta singular fiesta. Alosno nos acogió con su acostumbrada hospitalidad, y pronto comenzamos a entender que aquello iba a ser una noche diferente. Quizás los astros se alinearon y nos sirvieron en bandeja la magia de una noche de rumbo más especial de lo normal.

 

 

«En ese instante la luz cálida que emitían las farolas del citado espacio acogieron y mecieron el cante valiente de esa tierra. En la ejecución del fandango de Alosno no caben las medias tintas. O te echas al ruedo a batirte a duelo o el dardo no llega a la diana del corazón del receptor»

 

 

Unidos a un grupo de alosneros fuimos visitando una a una las colás, en las que el pueblo disfrutaba de la fiesta. Qué gozada escuchar a esa sinfónica de rajeos en los que Pedro Juan Macías, Ramón Jesús Díaz, Pepe Carreras y José El Niño del Laúd, entre otros, iban dando paso a cada fandango, en voces como las de Jeromo Segura y su hija Estrella, o la de Franciscos José Arcángel, a la del propio Pedro Juan, y aún echando de menos a cantaores tan tradicionales y habituales en estas fiestas como Antonio Rastrojo o Juan Fernando González, pudimos disfrutar de momentos que serán imborrables. Se me viene a la mente el paso por la plaza de la Iglesia. En ese instante la luz cálida que emitían las farolas del citado espacio acogieron y mecieron el cante valiente de esa tierra. En la ejecución del fandango de Alosno no caben las medias tintas. O te echas al ruedo a batirte a duelo o el dardo no llega a la diana del corazón del receptor. En lucha constante, Arcángel y Jeromo, Jeromo y Arcángel, con el sonido de las maderas de Pedro Juan Macías y José el Niño del Laúd, nos regalaron los sonidos con sabor a paisaje. El paisaje por el que estábamos transitando, y que no era otro que un rincón de la cuna del fandango. Me dio por mirar entonces a mi amigo Fede, que visitaba por vez primera la fiesta. Su semblante lo decía todo. El dardo le había dado en el centro de su diana. Eso no puede remediarse. Eso se siente. Eso se guarda y, seguro, se atesora.

 

Y qué belleza ese sonido de seguidilla bíblica y alosnera rajeá. Mientras, mujeres y hombres las bailan como se hace en Alosno. Que vuelvo a decir, no se hace ni mejor ni peor, pero sí diferente y de bella ejecución.

 

De sus cabellos, de sus cabellos /De sus cabellos. / Absalón presumía de sus cabellos. Absalón presumía de sus cabellos. / De sus cabellos / Que no le competían ángeles bellos / que no le competían ángeles bellos. / Sirva de aviso: / Sirva de aviso. / Sirva de aviso, / que sus cabellos fueron/ su precipicio. 

 

Y entre seguidillas y fandangos nos fuimos acercando a la singular Calle Real, con sus esquinas de acero. Allí la pandereta suena más bella si cabe. Allí nos despedimos de la luna y la aurora dio paso al amanecer. Y aunque aún al pueblo le quedan muchas horas que disfrutar, porque nadie quiere despedir a la cruz, los foráneos que esa noche nos habíamos sentido igual de alosneros comenzamos a procesar en nuestra marcha lo que la hermana noche nos había regalado. En mi cabeza aún resuena la sonanta de los guitarreros y el cante bravío de las gargantas que nos deleitaron, de la primera a la última. De la más humilde a la más alosnera y profunda. Volví a comprender aquello que dice el fandango: Alosno tierra bendita / donde Dios posó su vuelo.

 

Imagen superior: Aficionados en ronda por Alosno. Foto: Fede Calderón

 

 

El Niño del Laúd, en la colá de Alosno. Foto: Jesús Naranjo

 

Jeromo Segura y José Niño del Laúd, en la calle Real de Alosno. Foto: Jesús Naranjo

 

Arcángel, en la colá de Alosno. Foto: Jesús Naranjo

 

 


Huelva, 1974. Nací al Flamenco en una mesa de cabales de la Peña Flamenca de Huelva. Desde entonces, este Arte es mi oxígeno. Cuando me expreso, lo hago desde el corazón y mirando al paisanaje, como si cantara por Huelva.

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