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Sui, una flamenquita irresistible

La jovencísima artista nipona Sui debuta en España con tan solo seis años después de conquistar a los aficionados a través de la red social TikTok. No sabemos si hará carrera, pero lo seguro es que no es una niña cualquiera, ni una flamenca más llegada del país del Sol Naciente.


Con los niños artistas tengo mis prevenciones: me consta que muchas grandes figuras empezaron a pisar las tablas desde muy temprana edad, desde el Manolo Caracol que se dio a conocer en el Concurso de Granada a los Lucía presentados como los Chiquitos de Algeciras, por citar solo dos casos legendarios. Sin embargo, no puedo evitar cierta incomodidad cuando me cruzo con alguno de esos programas televisivos para jóvenes talentos, donde la monería enternecedora se mezcla con la inesperada genialidad, y todo con el ánimo competitivo. Creo que la infancia es sagrada, que los niños deberían aprender siempre jugando (e incluso tratar de seguir haciéndolo cuando son adultos), y que precipitar una carrera a edades tan precoces puede alterar su crecimiento natural e incluso hacer que abandonen su vocación artística para siempre.  

 

Todo esto me viene a la cabeza ante el anuncio de que Sui desembarca este mes en España en una (no tan) pequeña gira, la primera de su corta vida. Anoten, para empezar, las fechas: 9 y 10 de noviembre, Madrid; 11 y 12, Toledo; 14 y 15, Barcelona; 16 al 20, Sevilla; 21, Madrid y vuelta a Japón el 22. Pero, ¿de quién hablamos exactamente?

 

Se trata de una niña natural de Yokohama que se hizo popular en la red social TikTok por sus maneras flamenquísimas y su gracia al expresarse en nuestra lengua. Busquen su nombre en Google asociado a la palabra “flamenco”, y entenderán de inmediato que no es una niña cualquiera, ni una flamenca más llegada del país del Sol Naciente.

 

Al margen de esas píldoras audiovisuales y las fotos que pululan por aquí y por allá, de ella no sabemos demasiado. Que se acercó al arte jondo con solo tres años, probablemente antes de poder comunicarse correctamente en su propio idioma. Que empezó al mismo tiempo a cantar y a bailar. Que adoptó como primer ídolo a La Repompa de Málaga, aunque también le gustaba mucho el cante de Miguel Lavi, de Rubio de Pruna y de su paisana Yuka Imaeda. Y que, apenas tuvo edad para albergar sueños, el suyo fue visitar España.

 

 

«Sui no habla español, no se ha criado en un entorno flamenco, pero tiene algo más que la típica niña que baila con gracia. Pocos niños con esa edad, incluso en España, tienen ese conocimiento» (María Moreno)

 

 

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Sui la pequeña japonesa flamenca 👏💃 • #flamenco #flamenco24h #flamenco24horas

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Más allá de la anécdota, el caso de Sui nos recuerda, por si alguien lo había olvidado, el enorme potencial que tiene el flamenco, su magnetismo irresistible en todo tipo de sensibilidades y su fuerza como marca de país y como bandera de lo mejor de un pueblo, esa forma única de transformar el dolor en belleza estética y de canalizar la alegría, con un margen de evolución enorme. Ahora que acaba de presentarse la segunda edición del Festival Guirijondo de Palomares del Río, precisamente dedicado a Japón, toca volver a reflexionar sobre este hecho que hace décadas alumbró a nombres como Yoko Komatsubara o Shoji Kojima.

 

No es solo Japón, aunque allí, por las características de ese pueblo, se adelantaron a muchos otros. Es la India, es Brasil, es Rusia, es Marruecos, es Estados Unidos, es Turquía, es China… En todos esos lugares hay en este momento uno o varios niños estudiando para ser figuras del flamenco algún día. Y es cuestión de tiempo que alguno lo consiga. Las modernas comunicaciones han hecho que cualquiera acceda a una cantidad de información tremenda. El mundo se ha hecho muy pequeño. Y nunca a un artista verdadero lo ha detenido un pasaporte.

 

La gaditana María Moreno, que ha adoptado a Sui como alumna aventajada, recuerda cómo se conocieron en Japón: “Yo ya tenía noticias de ella a través de las redes, pero por los vídeos nunca te puedes fiar, porque la gente selecciona lo que quiere mostrar y lo que no. Estando en el tablao Garlochí de Tokio, me escribió diciéndome que era fan mía y quería conocerme, y le respondí que por supuesto quería conocerla yo también”.

 

Moreno invitó a la pequeña al fin de fiesta y quedó con la boca abierta. “Bailó estupendamente por bulerías, parecía que se había criado en el corazón de Jerez”, evoca. “Lo más sorprendente es que ni ella ni su madre hablan español, sólo manejan los códigos del flamenco. Y es alucinante cómo cambia al salir a escena: pasa de ser una niña pequeña y linda a transformarse en una verdadera bailaora, sabe escuchar el cante, empezar, recogerse… Es el claro ejemplo de eso que debatimos eternamente, si flamenco se nace. Esta niña no habla español, no se ha criado en un entorno flamenco, pero tiene algo más que la típica niña que baila con gracia. Pocos niños con esa edad, incluso en España, tienen ese conocimiento”.      

 

¿Será Sui la llamada a triunfar desde su Lejano Oriente en el siglo XXI? Bueno, de momento se trata de un fenómeno mediático, y sería conveniente manejarlo como tal. La sobreexposición es un arma de doble filo, y sus mayores deberían administrarla con cabeza. Y dejar que la pequeña siga disfrutando como parece, aprendiendo y viviendo el flamenco como lo que es, una de las mejores formas que existen de estar en el mundo. Lo demás lo dirá el tiempo y la suerte, pero de momento, al verla, no podemos dejar de exclamar: ¡qué arte más grande!   

 

 

 

         


Un pie en Cádiz y otro en Sevilla. Un cuarto de siglo de periodismo cultural, y contando. Por amor al arte, al fin del mundo.

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