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Con una copla de más: padre e hijos en torno a la madre

Un buen conjunto de coplas flamencas, llenas de poesía, sobre el padre y los hijos, siempre en torno al centro, la madre.


Las coplas flamencas muestran un enorme respeto por toda la familia, en sentido amplio. En tres versos se puede resumir todo el orgullo por la genealo­gía de buena casta:

 

Abuelos, padres y tíos.
De los buenos manantiales
se forman los buenos ríos.

 

Aunque la presencia de la madre es dominante, son muchas las coplas que miran, por igual, al padre o bato y a la madre o bata:

 

Mi casa es un desarreglo:
coloradito mi padre,
mi madre de pelo negro.

 

La queja por el olvido que se suele hacer de la figura del padre aparece en esta otra:

 

Cuando se muere una mare
le ponen cinco coronas,
y cuando se muere un pare
no le ponen ni una sola,
siendo cariños iguales.

 

Por amor –como ya leemos en la misma Biblia– dejará el hombre a sus padres:

 

¿Sabes a lo que m’atermino?
A ejá a mi pare y mi mare
y a guijármelas contigo.

 

Esta impresionante seguiriya del repertorio de Silverio es un insondable lamento por la muerte de ambos progenitores:

 

Día ‘e Santiago,
ar ponerse er so,
cómo mararon a mi bata y bato
¡miren qué doló!

 

Queda por reivindicar este amor al padre en la copla flamenca. Los ejemplos que aportamos son una incompleta antología, pero significativa. Al padre se le defiende con ternura:

 

No te metas con mi padre,
mi padre es un pobrecito
que no se mete con nadie.

 

La ausencia del padre produce un vacío tan intenso como el de la madre. Lo certifica esta copla:

 

El corazón de pena
tengo traspasao
porque no tengo el batito de mi alma
sentadito a mi lao.

 

El padre representa la tradición, el trabajo, el sustento del hogar:

 

En mi fragua no hay ruio,
el yunque está arrinconao,
los martillos se han perdío
cuando mi padre ha faltao.

 

Existe un buen número de coplas carcelarias en las que el protagonista es el padre. Se pide al juez por su libertad, por él se pregunta a los elementos cósmicos. Es célebre la seguiriya de El Planeta, segunda que transcribimos, que describe así Álvarez Caballero en su Historia del cante flamenco: “Es una de las siguiriyas más patéticas que conozco. Su arcaísmo se traduce en desolación, en absoluto despojo de cualquier arropamiento expresivo”. Veamos:

 

Pleito con la Audiencia
tengo que formar
pa que al padre mío de las mías entrañas
le den la libertad.                                                     

A la luna le pío
la del alto cielo
pa que me ponga a mi pare en la calle
que verlo camelo.

 

La última seguiriya la podemos ver en YouTube en la voz de Antonio Mairena:

 

 

 

 

En el entorno familiar de la madre, verdadero centro espiritual y doméstico de la familia, están los hijos. Entre estos surge un inconfundible sentimiento de hermandad. Duelen las penas del hermano: su ausencia, su muerte, su pobreza…

 

Hermanita mía,
no llores, hermanita mía,
en la casita del pobre
nunca reina la alegría.                                                           

Si no fuera por mi hermano
yo me hubiera muerto de hambre,
que no le falte a mi hermano
un peacito pan que darme. 

 

Los hijos son idolatrados en la copla flamenca, se pueden poner incluso por encima del amor a una mujer o a la madre:

 

Yo no siento que te vayas,
lo que siento es que te yeves
sangre mía en tus entrañas.

 

Por los hijos se puede hacer lo que por ninguna otra persona haríamos, como indica esta soleá que queremos recordar en la interpretación enduendada de Manuel Torre (en otras versiones, “mis chiquillos” en vez de “tus niñas”):

 

Lo que yo hago contigo
no lo había hecho por nadie,
lo hago yo por tus niñas
que están pendientes del aire.

 

 

 

 

Es imperdonable que el padre pegue o maltrate físicamente a la madre. Entonces surge la airada y firme protesta del hijo:

 

Tú no le vayas a pegar
yo le dije una vez a mi pare un día
porque esa es la mare mía
y no respondo de mí
ten cuidao con la mare mía.               

 

Creemos que es un buen conjunto de coplas flamencas, llenas de poesía, sobre el padre y los hijos, siempre en torno al centro, la madre.

 

Imagen superior: La Perrata, con sus hijos Juan y Pedro Peña. Rito y geografía del cante – RTVE.

 

 

→  Ver aquí los artículos anteriores de José Cenizo.

 

 


Paradas (Sevilla), 1961. Licenciado y doctor en Filología Hispánica. Aficionado gracias a ver de joven en directo a Miguel Vargas. Autor de varios libros de investigación de flamenco y de coplas flamencas. Colaborador de varias revistas de flamenco. Da gracias a la vida por conocer, un poco, y amar, mucho, el flamenco.

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