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Festivales en Murcia: un soplo de esperanza

En la Región de Murcia hay tres grandes festivales: Cante de las Minas en La Unión, Lo Ferro y, en la capital de la comunidad, Cumbre Flamenca Murcia. Otros, como el de Lorca, ahora luchan por crecer. Y otros se han ido extinguiendo.


Los concursos de flamenco, como los festivales, tuvieron su momento de esplendor, podríamos decir que tuvieron su época. Aunque estamos hablando de apenas cincuenta o sesenta años, parece que ha transcurrido una eternidad si tenemos en cuenta los vertiginosos cambios producidos en este mundo en pocas décadas. Bueno, en este mundo y en el mundo en general, en la sociedad, especialmente con la llegada de las nuevas tecnologías de la comunicación, que no han dejado de crecer y de transformar la vida de las personas.

 

El mundo del flamenco, en algunos sectores, aún se resiste a transformarse y adaptarse, pero también a él le ha llegado desde hace un tiempo ese cambio. Y no es que yo defienda de forma acrítica todas las nuevas maneras, al contrario, añoro algunas formas de vida antigua en las que el flamenco se daba como una forma de vida y de reunión de soledades y de alegrías, cauces para mitigar orfandades, pero también para la celebración de la vida.

 

Pero la cuestión no es lo que nos parezca a cada uno de nosotros, especialmente a los que estamos sumergidos en el flamenco de una forma más profunda o profesional. No, la cuestión no es esa, sino el hecho irreversible de que, nos guste más o menos, el flamenco ha cambiado mucho, tanto en sus formas como, sobre todo, en sus cauces de distribución. También los públicos. Hoy, al menos en algunas zonas, como la que yo más conozco, la Región de Murcia, el aficionado tradicional, como ese más riguroso de las viejas peñas, se encuentra en vías de extinción.

 

El público –a pesar de que ello ha traído algunos déficits– felizmente ha crecido en el ámbito juvenil en general y en el universitario en particular. Hoy el público mayoritario del flamenco (al menos fuera de Andalucía) sinceramente interesado pero menos entendido, asiste a los conciertos como el que va a la ópera, respetuosamente silencioso y tímido, pero acaba aplaudiendo casi todo. Al margen, claro, de que, como en otras formas musicales, acude masivamente a los nombres más mediáticos, nombres que, a su vez, son movidos por los grandes mánagers, como las grandes figuras del pop.

 

 

«Sin duda, el gigante de los concursos es el Festival Internacional del Cante de las Minas, no solo en Murcia o en España, yo diría que en todo el mundo»

 

 

Y muchos espacios tradicionales o festivales de flamenco no han sabido adaptarse a los nuevos tiempos. El flamenco, casi desde sus orígenes, ha sido un fenómeno internacional, pero esa tendencia ha ido creciendo con los años. Hoy crecen los festivales –más bien ciclos– en todo el mundo: Londres, Nueva York, y no digamos en Francia. Y también en España más arriba de Despeñaperros y más al norte de Madrid, y en general con mucho éxito.

 

En la Región de Murcia hay tres grandes festivales: Cante de las Minas en La Unión, Lo Ferro y, en la capital de la comunidad, Cumbre Flamenca Murcia. El último no es concurso, los dos primeros, sí. Existen otros, como el de Lorca, que ahora luchan por crecer y modernizarse. Otros se han ido extinguiendo. Pero, sin duda, el gigante de los concursos es el Festival Internacional del Cante de las Minas, no solo en Murcia o en España, yo diría que en todo el mundo.

 

Sin embargo, el festival-concurso nacido en 1961 ha languidecido en los últimos años, quizás por los tiempos que corren, quizás por torpeza de algunos de sus gestores, que no han sabido abrirse a personas expertas que hubiesen podido ayudar y asesorar, por las razones que sean.

 

Los cambios últimos en el ayuntamiento y, consecuentemente, en el seno del festival, abren una vía de esperanza para que el certamen recupere viejos esplendores pasados. Al menos sus gestores –comenzando por el nuevo alcalde, Joaquín Zapata, joven y sincero aficionado y defensor del flamenco– están demostrando una mentalidad abierta, recuperando a la vez a antiguos colaboradores y eficaces funcionarios injustamente desterrados durante años. Quedamos expectantes y esperanzados.

 


Doctor en Filosofía, profesor titular en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Murcia. Autor de una treintena de libros, entre ellos 'El Papa flamenco', 'El cojo de Málaga', 'Don Antonio Piñana, una voluntad flamenca', 'Chano Lobato, el duende, la gracia y los dones', 'Cafés cantantes' o 'El baile jondo, memoria de la belleza humana'. Fue director del Festival Internacional del Cante de las Minas de La Unión y actualmente dirige la Cumbre Flamenca de Murcia. Es columnista del diario La Verdad y crítico de flamenco en el diario El País.

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