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La culpa de todo la tiene Antonio Mairena

No es de buen tono escribir un libro de flamenco sin empezar a degüello contra el cantaor de los Alcores. Para estar in, ser guay, perita, modelno, fresh o flow hay que pasar a la acción ofensiva. Venga o no a cuento.


En 1995 los vigueses Def Con Dos –grupo pionero del hip hop español– grabaron aquello de que «la culpa de todo la tiene Yoko Ono». De haber sido un grupo de flamenquito habrían cantado «la culpa de todo la tiene Antonio Mairena».

 

Lo he dicho en más de una ocasión: no es de buen tono escribir un libro de flamenco sin empezar a degüello contra el cantaor de los Alcores. Para estar in, ser guay, perita, modelno, fresh o flow hay que pasar a la acción ofensiva. Venga o no a cuento. Pero no con los libros que escribieron otros, muchos de ellos egregios y laureados poetas –¡ay los poetas!– y autodenominados intelectuales y flamencólogos –doble ¡ay!–. Eso no, hay que hacer diana con Mairena, si no los puntos no cuentan.

 

Como en los últimos años han surgido másteres en flamenco por doquier, propongo a los estudiantes algunas líneas de investigación que amplíen tan suculento filón. Ahí van títulos sugerentes con ideas a desarrollar, eso sí, siempre con métodos científicos:

 

  1. «La responsabilidad de Antonio Mairena en el cambio climático (módulo voz)». Es bien sabido que don Antonio tenía una voz de gran potencia y que por culpa de ella expelía cantidades ingentes de CO2 a la atmósfera. Conviene construir un modelo matemático para medir eso y cuantificar su nefasto impacto en el medio ambiente. En este aspecto las teorías de dinámica de fluidos se hacen imprescindibles.
  2. «La responsabilidad de Antonio Mairena en el cambio climático (módulo petroquímico I)». Su discografía fue tan amplia y se vendieron tal cantidad de discos de vinilo que la huella de carbono generada ha acarreado la desaparición de extensas zonas de la capa de ozono. No contento con esto, hizo que grabaran artistas veteranos: Aurelio Sellés, Pepe Torres, la Piriñaca, Juan Talega, Pepita Caballero, Manuel Centeno, la Perla de Triana, Rosalía de Triana (un eximente sin duda es la escrupulosa equidad de género) y animó a gran cantidad de cantaores noveles a que hicieran lo propio. Tamaño despropósito requiere otra modelización matemática en 2D (para la superficie) y 3D (para la espesura) con la que evaluar la huella en la ozonosfera de tanto vinilo prensado.
  3. «La responsabilidad de Antonio Mairena en el cambio climático (módulo petroquímico II)». ¡Qué de festivales hizo este hombre! ¡A cuántas peñas acudió! ¡A cuántos rincones fue para aprender cantes –«mangar», dirían sus detractores– y luego adaptarlos a su personalidad –«deturpar», dirían los mismos–! Y casi siempre en coche. ¡Hala, monóxido de carbono a la atmósfera! Realmente un equipo coordinado de tutores y tutoras y de alumnas y alumnos con las pertinentes subvenciones podrían ocuparse de los tres primeros puntos señalados. Ah, aquí la interdisciplinariedad está garantizada.
  4. «Antonio Mairena y el derrumbe de las destilerías españolas. Una aproximación crítica». A partir de los años 60, Antonio Mairena, para entonarse antes de cantar, fue dejando el castizo aguardiente de anís por el whisky escocés. Su ejemplo cundió entre sus seguidores –la plaga mairenista– con devastadoras consecuencias para la industria nacional del aguardiente. Un trabajo de campo con anexos estadísticos es fundamental.
  5. «Consecuencias funestas de la no escolarización de Antonio Mairena en el Cuerpo Nacional de Maestros de Escuela y colectivos adyacentes». Dura fue la infancia del cantaor gitano que siempre echó en falta haber asistido a la escuela. De adulto tampoco tomó clases particulares y aun así tuvo la desfachatez de darle por escribir, con faltas de ortografía pero, eso sí, con impecable sintaxis, como indicó Luis Suárez Ávila. Se trata de un manifiesto desprecio al CNME fruto de una desmedida soberbia. Aquí no necesitamos modelos matemáticos.
  6. «Antonio Mairena y el deterioro de las relaciones internacionales con Hispanoamérica». ¡Qué poca atención prestó el cantaor objeto de estas líneas a los cantes vinculados con la América española! No encontramos en su discografía rumbas, vidalitas, milongas, guajiras, peteneras ni colombianas. Esto provocó diversos contenciosos diplomáticos con Argentina, Uruguay, México y Cuba. Aunque Colombia no tenía nada que ver con las colombianas, el gobierno de Bogotá también se ofendió. Curiosamente cantaores que tampoco grabaron esos estilos (Manolo Caracol, Centeno, Aurelio, Juanito Mojama, Tomás Pavón) quedaron exentos de responsabilidades diplomáticas.
  7. «Antonio Mairena y el colapso en la distribución de soportes de grabación». El cantaor mairenero tenía la manía de variar siempre su repertorio de letras y estilos, por lo que siempre que cae en las manos alguna grabación suya en directo el aficionado se lleva gratas sorpresas. A causa de ello fueron muchos los que atesoraron grandes estocajes de casetes y CD vírgenes, discos duros, pendrives y otros soportes para custodiar ese legado. Tal irresponsabilidad por parte del ciudadano Antonio Cruz García dio lugar a que las cadenas de distribución de este tipo de soportes quedaran muy trabadas.
  8. «Antonio Mairena y el colapso en la red nacional de telefonía (1962-1983)». A raíz de que el cantaor recibiera la Llave de Oro del Cante empleó gran parte de su tiempo en llamar por teléfono a los ayuntamientos de las localidades con peñas y festivales flamencos. Tenía un obsesivo empeño en vetar a los artistas que no eran de su gusto, que se quejaban de tales tejemanejes. Esto provocó graves problemas en las líneas telefónicas. Se cuenta –hay que verificarlo– que pagaba a espías que le ayudaban a hacer tal trabajo a la vez que sobornaba a los concejales de festejos y fiestas mayores. ¡Este hombre no tenía escrúpulos!

 

Podríamos seguir ad aeternum pues, como quedó dicho, el filón es inagotable.

 

Se cuenta que Catón el Viejo terminaba sus discursos en el Senado o en el Foro o las charlas con sus amigos con un «Delenda est Carthago» viniera o no a propósito. Finalmente Cartago fue destruida en la III Guerra Púnica. Era la gran potencia enemiga. Catón nunca hubiera dicho «Delenda est Numancia». Hoy, venga o no a cuento, en cualquier artículo, libro o conferencia más de uno enarbola la frase del viejo militar romano: «Delenda est Mairena». ¿Por qué Mairena y no otro? Dejo esa pregunta para los estudiantes de másteres. Por lo pronto, es gratis y a muchos les hace segregar endorfinas.

 

Imagen superior: diseño de Antonio Cruzado ‘Willy’ a partir de una fotografía de Colita

 


Ramón Soler Díaz (Málaga, 1966) es profesor de Matemáticas e investigador de Flamenco. Con estos antecedentes penales lo mismo se sale por la tangente que te sale por peteneras, por eso ha publicado varios libros sobre flamenco y lírica tradicional.

2 COMMENTS
  • Francisco 9 agosto, 2022

    LOS AFICIONADOS AL CANTE , A BUEN CANTE, NUNCA , DIGO NUNCA LE PAGAREMOS A DON ANTONIO MAIRENA SU LEGADO A,LA VERDAD Y A LA ENTREGA DE SU VIDA A RESCATAR TANTOS CANTES PETDIDOS. CADA VEZ QUE LO ESCUCHO Y ES CON FRECUENCIA Las Críticas de quiénes viven del flamenco. , NO ENTIENDO
    Excente Artículo, con ironía.

  • Ramón Soler 1 septiembre, 2022

    Muchas gracias por su comentario. No solo labor de rescate y difusión sino de creación pura y dura, aunque siempre evitó reivindicarse como creador.

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