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La vespa flamenca de Chumy Chúmez

Entre otras efemérides jondas, este año también se han cumplido veinte de la desaparición del genial humorista gráfico Chumy Chúmez, que fue también un aficionado cabal y que protagonizó alguna inverosímil anécdota.


La pista me la dio David Pérez Merinero, veterano aficionado y curioso de todo lo que tenga que ver con las artes en general. En una biografía de Chumy Chúmez que había encontrado en una librería de saldo, aparecía una fotografía con el humorista gráfico acompañado, según el pie de foto, “junto a cantaoras flamencas”. Los rostros de dichas cantaoras son, sin embargo, reconocibles no solo para cualquier amante de lo jondo, sino para cualquier español con un poco de cultura general: Fernanda y Bernarda de Utrera.

 

¿Qué hacía Chumy, de camisa y corbata, al lado de aquellas dos gigantas? Me puse en contacto con David para tirar del hilo, y en seguida fueron saliendo evidencias de que el donostiarra había demostrado, a lo largo de su vida, una querencia por el cante, el baile y el toque por encima de cualquier duda.

 

La pista de las utreranas nos lleva al tablao madrileño de Las Brujas, donde en los 60 actuaban junto al Beni de Cádiz y Calderas de Salamanca en un cartel encabezado por Diego Pantoja y La Sayago. Según recoge David en su blog Papeles Flamencos, en estos tablaos “una forma que tenían los tablaos de pelar –más– a los turistas” era venderles a la salida del espectáculo una cartulina “en la que aparecían sonrientes y satisfechos tanto los artistas como los visitantes, juntos pero no revueltos”, y cuyo autor no era otro que… Chumy Chúmez.

 

No es el único dibujo flamenco que se conserva. En otro acreditado blog, Los fardos de Pericón, del investigador gaditano Javier Osuna, se reproducen sendos retratos, uno de la hermana de El Gloria, Luisa Ramos Antúnez (conocida con el remoquete artístico de La Pompi), que vio la luz en las páginas del periódico La Voz del Sur en 1950, y otro de Javier Molina, guitarrista de Chacón, aparecido en una entrevista con Juan de la Plata para el rotativo madrileño Dígame en 1955. Ambos son obra de Chumy, demostrando que estaba bien metido en los ambientes jondos de Jerez del momento; en concreto, en su condición provisional de alférez de las milicias universitarias.        

 

José María González Castrillo, verdadero nombre de nuestro personaje, había nacido en San Sebastián en 1927, aunque su familia fue evacuada durante la guerra, primero a Francia y luego a Lleida. Aunque se formó como profesor mercantil, el gusto por el dibujo y la pintura lo llevaron a Madrid, donde muy pronto va a familiarizarse con el efervescente mundillo flamenco de la época. Su nombre aparece, por ejemplo, entre los selectos asistentes al homenaje que se tributó a Pepe de la Matrona en 1963, junto al Conde de Colombi, el artista Miguel Herrero y otros.

 

 

«Si la afición flamenca de Chumy Chúmez será recordada siempre será por una singular gesta: llevar al cantaor José Menese en vespa a Madrid. Aunque más o menos conocida, la anécdota está recogida con detalle en la Biografía jonda del morisco, a cargo de Génesis García Gómez. Era el 12 de septiembre de 1962»

 

 

Junto al dibujo, el audiovisual va a ser la otra dedicación de Chumy. Mucho antes de lanzarse a dirigir películas como Dios bendiga cada rincón de esta casa (1977), el mediometraje La lozana andaluza (1983) y ¿Pero no vas a cambiar nunca, Margarita? (1978) recorrió Andalucía rodando documentales. En 1967, el diario ABC, en su crónica de color del Potaje Gitano de Utrera, dedicado en aquella ocasión a la mayor gloria de Pastora Imperio, recoge que “Chumy Chúmez, el dibujante negro (sic) de La Codorniz, que anda haciendo programas para la segunda cadena de Televisión Española, recogía las cámaras que habían tomado en caliente la fiesta”. Tal vez ese material se utilizara para su documental Los gitanos de Utrera, de 1971, del que solo tenemos la referencia: es muy probable que sea inencontrable hoy, aunque los archivos de TVE siempre pueden dar sorpresas. “Hice una película sobre la integración social de los gitanos de Utrera, y filmé los torsos paralelos de doce carniceros, todos matarifes gitanos, parientes de las hermanas de Utrera a las que yo adoraba…”.

 

Pero si la afición flamenca de Chumy Chúmez será recordada siempre, será por una singular gesta: llevar al cantaor José Menese en vespa a Madrid. Aunque más o menos conocida, la anécdota está recogida con detalle en la Biografía jonda del morisco, a cargo de Génesis García Gómez. Era el 12 de septiembre de 1962. Chumy andaba en uno de los citados reportajes por tierras del Sur, de aquí para allá con su moto, cuando le pidieron que acercara a Menese a la capital. Así fue. “Todo el camino vino cantándome”, recordaba. “Fue maravilloso”.

 

Claro que a mitad de trayecto sobrevino una avería. Chumy detuvo una furgoneta y preguntó al conductor por qué no alargaba a aquel muchacho a Madrid. El hombre aceptó, pero al rato la moto se arregló, y como corría más que la Citroën, Menese regresó a la vespa y así arribaron a Madrid… diez horas después de lo previsto.

 

Lo que no se conoce tanto es que Chumy, que ya se movía como pez en el agua por los tablaos madrileños, se llevaba consigo al Niño, como lo apodaron, para que le ayudara con los murales que pintaba, y también se acompañaba de él cuando iba a la tele a hacer chistes. “Pepe era joven, alegre, majísimo, un tío estupendo; era maravilloso el Pepe. Y muy cachondico. (…) Aunque como cantaor era muy serio, y yo le decía que tenía que ir a juergas flamencas para echarse sus pasitos…”.

 

Aquella amistad redoblaría la pasión flamenca del dibujante, como él mismo recordaría: “Me entró un furor tremendo, y me iba por Andalucía, de festivales… Un poco más tarde, incluso fui con Summers a una academia de baile para aprender bulerías con El Triana y un día hasta nos sacaron en televisión. Para mí era estupendo vivir el mundo gitano, porque yo solo soy emotivo, y no hay que olvidar que también soy Carmona y Jiménez y que parezco gitano. Y ellos me aceptaban muy bien”.  

 

A Chumy Chúmez le habría gustado, sin duda, que 20 años después de su desaparición una web flamenca –aunque todavía no se supiera muy bien qué era eso de una web– recordara su pasión flamenca. Nunca dejó de frecuentar este arte ni de dibujar a sus artífices, como sucedió con una campaña de 1983 del Metro de Madrid en la que ilustró un singular texto de Fernando Quiñones; con quien, dicho sea de paso, también se pegó juergas memorables.   

 

 

Tarjeta del tablao Las Brujas dibujada por Chumy Chumez.

 

Cartel del Metro de Madrid dibujado por Chumy Chúmez y escrito por Fernando Quiñones.

 

Fotografía de Chumy Chúmez con Fernanda y Bernarda de Utrera incluida en su biografía.

 

Nota publicada en prensa sobre el homenaje a Pepe de la Matrona, en el que se cita a Chumy Chúmez.

 

Dibujo de Chumy Chúmez para ilustrar una entrevista con La Pompi.

 

    


Un pie en Cádiz y otro en Sevilla. Un cuarto de siglo de periodismo cultural, y contando. Por amor al arte, al fin del mundo.

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