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Y tú, ¿qué problema tienes con Paco?

La figura del algecireño Paco de Lucía sigue despertando tanta admiración como inexplicables recelos entre los flamencos. Hay un consenso generalizado –por evidente– en que se trata de un genio de la guitarra, sí, pero…


El año que viene, en concreto el 25 de febrero, se cumplirán diez años del fallecimiento de Paco de Lucía en una playa de México. En cualquier país civilizado, la efeméride en torno a una figura de estas dimensiones estaría movilizando enormes recursos humanos y económicos, y desde luego haciendo ruido desde meses antes. Pero Spain is different, ya lo saben, y aunque nos consta que algo se está moviendo a gran escala para honrar la memoria del algecireño, no es difícil detectar cierto recelo que, en el fondo, ha acompañado desde siempre la valoración de su figura por parte de un amplio sector de la afición flamenca.

 

En efecto, el mundo jondo es proclive a homenajes y efemérides, a veces con una concentración excesiva, pero también a caer en recelos y objeciones más bien mezquinas y hasta ridículas. Como otros grandes, Paco de Lucía ha sido a menudo blanco de ellas, y solo su tamaño como compositor, intérprete y figura pública lo ha mantenido a salvo de su propio medio. Estas líneas quieren desgranar algunos de esos peros que cualquier aficionado ha escuchado alguna vez, y tratar de desactivarlos sin otro objeto de persuadir al lector de lo que todos sabemos: que Paco de Lucía es una cima de nuestro arte, para muchos la más alta, una fuente inagotable de enriquecimiento y alguien que paseó la bandera de España y del flamenco por todo el mundo con la máxima dignidad. Si eso no merece una mayor movilización y entusiasmo, no sé qué puede merecerlo.

 

Y ahora sí, empezamos con la pregunta: y tú, ¿qué problema tienes con Paco?

 

1. Paco de Lucía no nació donde a mí me habría gustado.

Siempre podremos preguntarnos si la consideración hacia Paco de Lucía sería distinta si hubiera nacido en Triana, en la Plazuela de Jerez o en el gaditano barrio de Santa María. Y todos, siendo honestos, podemos coincidir más o menos con la respuesta. Pero si lo mejor viniera siempre del mismo sitio, todo sería muy aburrido. Por eso ha habido grandes maestros alumbrados en Pamplona o en Almería. Paco, sí, procede de la humilde y muy flamenca Algeciras, de una familia, un barrio y una comarca muy concretos. Puso a esta ciudad en el atlas universal y nos recordó que, como dicen los cubanos, el talento es lo mejor repartido que hay en el mundo.

 

2. Paco de Lucía no era gitano.

Estoy convencido de que es imposible amar el flamenco y no sentir un profundo amor por el pueblo y la cultura gitanas, que están en su génesis y en su esencia. Pero de ahí a pensar que esta sufrida comunidad es la dueña exclusiva del duende hay un trecho insalvable. Paco, sobra decirlo, sentía pasión por lo gitano, pero su condición de payo nunca fue un complejo. Que se haya dicho alguna vez que tocaba así porque su madre, Luzía Gomes, se había quedado sin leche y una gitana de Algeciras lo había amamantado denota no solo cierto gusto por las leyendas, sino algo peor: se llama racismo y, mal que nos pese, a veces viaja en las dos direcciones.

 

 

«Si alguien se acercó a la perfección fue aquel músico de Algeciras que escribió una etapa de oro para la guitarra flamenca, con discos grabados en estados de gracia plena que parecían cada uno mejor que el anterior y hasta alumbrados por un músico diferente, de tan desbordante que era su creatividad»

 

 

3. Paco de Lucía no enseñó.

Es uno de los reproches recurrentes que se le hacen, y no falta razón: Paco nunca impartió clases, como sí hizo por ejemplo Manolo Sanlúcar, dedicando un admirable tiempo y esfuerzo en compartir sus conocimientos, aun a costa de su propia obra. Pero no se puede aseverar que no haya hecho escuela: además de los miles de guitarristas a los que ha abierto horizontes a través de sus discos, a su muerte dejó tantas líneas de trabajo abiertas que –nunca me cansaré de repetirlo– quienes tocan este instrumento y otros afines tienen años, muchos años de tarea por delante.     

          

4. Paco de Lucía no era tan original.

La anécdota de la leche materna prestada, sonrojante por sí misma, tiene a menudo un eco en el plano musical: esa persistente idea de que siempre hay un guitarrista mejor a quien Paco le ha robado las ideas. El caso de Niño Miguel es paradigmático. El de Algeciras sería así una especie de ladrón de patentes que se lleva los planos del laboratorio para hacerse rico, mientras el verdadero inventor languidece injustamente en la miseria. Que Paco aprendió de sus mayores y de sus contemporáneos es un hecho –ya lo dijo Hemingway: todo aquel que no es hijo de alguien es un huerfanito–, pero a poco que se atienda a las dimensiones y al alcance de su obra, esa acusación acaba siendo desintegrada al instante.

 

5. Paco de Lucía puso el listón demasiado alto.

Esta idea, que podría entenderse como un elogio, a veces se toma como una crítica. ¿Cuántos guitarristas frustrados por no poder acercarse a él dejó Paco en su estela? ¿Quién no conoce a alguien que, después de escuchar a Paco, guardó la guitarra en su estuche y ya no la sacó nunca más? Todo eso es cierto. Pero no lo es menos que su música estimuló a miles y miles de personas a emularlo. Y que, junto con otros compañeros de generación tan brillantes como el propio Sanlúcar o Serranito, elevaron el nivel de exigencia para que el flamenco creciera y se situara sin ningún complejo entre las más prestigiosas músicas del mundo. El propio Paco, por cierto, fue el más exigente consigo mismo, hasta límites patológicos. Esa fue su gloria y su cruz.

 

6. Paco de Lucía le hizo daño a las nuevas generaciones.

Otro extendido prejuicio: el de considerar al algecireño como un gurú que lleva a la juventud por caminos extraviados, que desvirtuarían y hasta pervertirían el flamenco. La realidad es que, si pudiéramos cuantificar la gente que ha descubierto el flamenco en todo el mundo de la mano de nuestro personaje, quienes se han asomado a la obra de Sabicas o Niño Ricardo o tantos otros entrando por la puerta de Paco de Lucía, la cifra tendría muchos, muchos dígitos. Y si se observa el mimo escrupuloso con que Paco grabó un impresionante abanico de toques, sin renunciar a su personalidad ni al legítimo derecho a la innovación, entenderemos que no solo no fue nada dañino, sino que su efecto benéfico es incalculable.

 

7. A Paco de Lucía le faltaba el pellizco de…

…Pongan el topónimo que les convenga. Ya sabemos que en cualquier parte hay un toque único, algo que da la sal de la tierra, que solo se puede mamar si se es de allí. Esa cosa genuina que no sabemos explicar, pero que reconocemos a la primera vibración de una cuerda. Y eso a Paco le faltaba, claro, porque el pellizco de Algeciras no lo conoce nadie. O tal vez lo fundó él. Hablando en serio, si alguien escucha Fuente y caudal, Almoraima, Siroco o cualquier otro de sus grandes discos y no reconoce ahí sentimiento y emoción a raudales, le recomiendo la visita urgente a algún especialista.

 

 

«Adorar a Paco de Lucía no es una obligación. Pero buscarle los cuatro pies al gato, como hace patéticamente más de uno, no nos hace mejores: pone en evidencia nuestra cicatería e ingratitud. Y en ese caso, querido lector, el problema no lo tiene Paco: lo tienes tú»

 

 

8. Paco, sin Camarón, no habría sido nadie.

Que la alianza del de Algeciras con el de La Isla supuso un beneficio enorme para ambos y para el flamenco es algo que tiene poca discusión. Lo que más de una vez se ha comparado con la conjunción de Urano con Saturno fue un encuentro feliz de dos artistas que, pese a quien pese, además devino en una amistad eterna. La realidad, no obstante, es que Paco ya era Paco antes del encuentro con “el Mesías”, como él mismo lo llamó, y siguió haciendo giras espectaculares y discos impecables tras la inconsolable pérdida de su hermano gaditano, como el inolvidable Luzía. Por cierto, todavía hay quien juega con la idea de que se quedó con el dinero de Camarón y, egoísta como pocos, dejó a la familia del cantaor con una mano delante y otra detrás. Pero quien levanta o propaga infamias, por muy demostrada que esté su falsedad, es un infame.

 

9. Paco de Lucía no era perfecto.

Afortunadamente. Por el contrario, era fieramente humano. Todos los hemos visto sufrir en escena, todos lo hemos oído alguna vez arrugar el gesto al hablar de su problemática relación con su instrumento y con la brutal autoexigencia que se imponía. Pero si alguien se acercó a la perfección fue aquel músico de Algeciras que escribió una etapa de oro para la guitarra flamenca, con discos grabados en estados de gracia plena que parecían cada uno mejor que el anterior y hasta alumbrados por un músico diferente, de tan desbordante que era su creatividad. 

 

Este texto no pretende decretar verdades canónicas. Todo, por supuesto, es debatible y matizable. Pero me parecía oportuno poner algunos puntos sobre las íes en torno a estos penosos comentarios, por desgracia habituales en los corrillos flamencos. Adorar a Paco de Lucía no es una obligación. Pero buscarle los cuatro pies al gato, como hace patéticamente más de uno, no nos hace mejores: pone en evidencia nuestra cicatería e ingratitud. Y en ese caso, querido lector, el problema no lo tiene Paco: lo tienes tú.           

   


Un pie en Cádiz y otro en Sevilla. Un cuarto de siglo de periodismo cultural, y contando. Por amor al arte, al fin del mundo.

3 COMMENTS
  • Maria Elisa Jansen 17 noviembre, 2023

    Muy buena defensa del gran Paco. Si me permites añadir mis reflexiones, citando los prejuicios que tú mencionas:
    Paco de Lucía era de Algeciras, que no cuenta como cumbre del flamenco. ¿Y qué? Sabicas era de Pamplona, Carmen Amaya de Barcelona. La tierra no canta, ni baila, ni toca, son las personas que hacen la música.
    Paco de Lucía no era gitano. ¿Y qué? Tampoco lo eran Silverio Franconetti y Pepe Marchena y un gran etcétera. Claro que el flamenco es parte de la cultura de los gitanos andaluces y hay muchos artistas flamencos excelentes de etnía gitana, pero el flamenco no tiene raza, ni nacionalidad. Quien se dedica a este arte con talento, disciplina y ojalá un buen maestro para enseñarle, puede llegar lejos.
    Paco de Lucía no enseñó, vale, ya no hay guitarrista flamenco con más alumnos que él.
    ¿Paco de Lucía no era tan original? Quizás se puede ser más original, pero nadie va a reconocer lo tuyo como flamenco. Paco de Lucía revolucionó la guitarra flamenca sin desflamencarla, sin perder las raíces que le vinculaban a la tradición.
    ¿Paco, sin Camarón, no habría sido nadie? Era más bien al revés. Cuando Paco y su padre ‘adoptaron’ a Camarón en Madrid, él de La Isla era un simple cantaor de tablao. Padre y hijo Sánchez le dieron la posibilidad de grabar discos y hacer giras. Se puede decir que si no fuera por Paco, otro habría notado el talento de Camarón, pero vaya qué alianza única entre los dos genios, que se alimentaban y desafiaban artisticamente y además eran gran amigos.
    Paco de Lucía no era perfecto. Menos mal. Los que quieren endiosar a sus héroes, siempre se quedan desilusionados cuando descubren que son meros humanos. Paco de Lucía no era y no es el dios de la guitarra flamenca, pero sí, como me dijo una vez Tomatito: “el jefe”.

    • Estela Zatania 18 noviembre, 2023

      Todos los guitarristas flamencos actuales son hijos de Paco.

  • Miguel 23 noviembre, 2023

    Paco de Lucia no necesita defensa, se defiende solo. Y los gitanos sus mayores fans.

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