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Esperando el porvenir (y el porvenir nunca llega)

Es lógico pensar que siguen naciendo artistas ahora mismo que de aquí a pocos años serán los abanderados del flamenco vanguardista de un futuro que defenderá su identidad, dejando a la actual en la cuneta de la nostalgia.


Hace unos días el director de esta revista digital Expoflamenco, Manuel Bohórquez, publicó un artículo acerca de la intolerancia hacia los aficionados de gusto clásico, una descripción que más o menos se me puede aplicar en función de mi edad, aunque siempre procuro ser tolerante y abierta hacia las nuevas tendencias. Aun así, mantengo el escepticismo ante las obras promocionadas como “rompedoras”, “arriesgadas” y palabras similares que desprenden un tufo a “esto es nuevo, por lo tanto, más te vale no ofrecer resistencia”.

 

Pero mirusté, tengo más derecho que otros a protestar. Seré carroza todo lo que quieras, los años habilitan una perspectiva para navegar por el chapapote cultural del nuevo milenio. Me parece obvio que el flamenco del año 2023 se parece poco al de hace tan sólo 30 o 40 años. 

 

En los años 70, Paco de Lucía llegó para darnos a todos unas lecciones imprescindibles, su amigo Camarón hizo lo suyo con el cante, y pocos bailaores perdieron el tiempo con coreografías que la vanguardia tachaba de desfasadas. Tengo más derecho al pataleo porque he sacrificado más. Porque siendo muy joven, con todo un abanico de posibilidades a mi alcance, dejé mi país, mi cultura, mi familia, mi casa, mis amigos, ¡mi gato!, todo por lo que en aquel entonces se llamaba flamenco, este género que te tira y te recoge, te llena y luego te vacía, una y otra vez.

 

Llegué a España con diez años de experiencia de artista, habiendo sido cantaora del bailaor José Greco, un puesto que había sido ocupado pocos años antes por mi admirada Manolita de Jerez, entre otros. Pero nada más pisar la región sur de la piel de toro, ni que planeado, venía naciendo el futuro. Paco ya estaba coronado, y con sólo 23 años había anunciado sus intenciones en una entrevista: “Quiero mucho al flamenco, y creo que estoy capacitado para hacerlo evolucionar”. Cumplió su palabra. Con creces. Pero venían apretando los jóvenes Tomatito (1958) y Vicente Amigo (1967), los primeros y más destacados seguidores del sendero dispuesto por Paco. Duquende (1965), el primer camaronero, hacía primaria, y la gran Eva Yerbabuena (1970) estaba en la lista de espera para párvulos.

 

 

«El gusto por lo clásico o lo contemporáneo no es una “decisión” que se toma, sino un feeling que se instala en tu cabeza sin que te des cuenta. Difícilmente resistes, y la gran rueda de este sublime arte que todos queremos sigue girando hacia un horizonte desconocido»

 

 

Pensaba revolcarme en el flamenco más clásico, pero ya había nacido el futuro, y su maduración y reinado eran inevitables. Es lógico pensar que siguen naciendo artistas ahora mismo que de aquí a pocos años serán los abanderados del flamenco vanguardista de un futuro que defenderá su identidad, dejando a la actual en la cuneta de la nostalgia. Ahora la afición está revuelta con la joven Rosalía. “Revuelta” tanto en el mal sentido –algunos aficionados no aceptan sus maneras– como el buen sentido, porque vende un producto atractivo, con destellos flamencos. No todo va a ser blanco o negro.

 

Medio siglo después del bum inicial, los camaroneros siguen naciendo como flores silvestres en primavera, siendo Israel Fernández (1989), toledano de ascendencia andaluza, el más nuevo de la promoción. Su popularidad no hace más que crecer porque el joven cantaor ha podido desarrollar su propia personalidad dentro de la de Camarón, como las capas de una cebolla. De la misma manera, su guitarrista habitual Diego del Morao, ídolo de los jóvenes, nos escolta hacia un futuro que su padre, Moraíto, al que tanto añoramos, no ha podido alcanzar.

 

El baile está en manos de creadores intrépidos como Israel Galván o Rocío Molina, y la guitarra está casi irreconocible, a la vez que los tocaores siguen con las secuelas del “virus Paco”, como él mismo solía decir.

 

El gusto por lo clásico o lo contemporáneo no es una “decisión” que se toma, sino un feeling que se instala en tu cabeza sin que te des cuenta. Difícilmente resistes, y la gran rueda de este sublime arte que todos queremos sigue girando hacia un horizonte desconocido.

 


Jerezana de adopción. Cantaora, guitarrista, bailaora y escritora. Flamenca por los cuatro costados. Sus artículos han sido publicados en numerosas revistas especializadas y es conferenciante bilingüe en Europa, Estados Unidos y Canadá.

5 COMMENTS
  • Pedro Cordoba 23 febrero, 2023

    Creo que el verdadero “nuevo flamenco” empezó cuando el joven Manuel Molina Jiménez, amigo de Chiquitete, se integró en el grupo Smash en 1968. En aquella época Camarón y Paco de Lucia ya existían por supuesto pero hacían “flamenco de toda la vida”. Igual que Manuel, claro, que había aprendido guitarra con su padre “El Encajero”. Pero Manuel dio el paso “fusionando” con el rock. No sé si hubo otros antes pero si los hubo, no los tengo en la memoria. Luego todo fue muy rápido y apareció el llamado “rock andaluz” y empezó la historia que todos conocemos desde Lole y Manuel hasta Omega. Los que ahora pretenden ser “atrevidos”, “rompedores” y todo lo demás no son más que pálidos imitadores de los grandes de aquella época. No han inventado nada. Absolutamente nada. Fue la generación de sus padres la que “revolucionó” el flamenco”. O sea la generación 1970-2000. Lo quiera o no, la generación actual (no demos nombres) tendrá que dar el paso a una nueva generación dentro de unos 7 u 8 años. A los de hoy se les está acabando el tiempo y ya quisieran ellos haber dejado la milésima parte de lo que nos han dejado Camarón, Paco, Morente, Diego del Pastor o… Pansequito; también Ketama, Pata Negra y los demás. Hasta Las Grecas, que tuvieron tan cruel destino, eran muchísimo más innovadoras que tanta “vedet” de ahora (el propio Camarón les copió unas cositas).

    • Estela Zatania 23 febrero, 2023

      Las Grecas, Pata Negra o Ketama (entre otros) no grabaron cante. En aquella época nadie decía que eso era cante. Hoy en día sin embargo todo lo aflamencado se admite como cante. Cuestión de vocabulario.

      • Davinia 26 febrero, 2023

        Si hay alguien que revolucionó el Flamenco y la llamada fusión ellas son Tina y Carmela LAS GRECAS, crearon un estilo del cual bebieron muchos otros artistas crearon el Sonido Gipsy Rock ,Cuando en aquel entonces casi todos hacia Flamenco puro fueron adelantadas a su tiempo,Las Grecas eran flamecas y la mezcla que hicieron fue un boom ,lo tenían todo voces potentes y bonitas,belleza ,modernidad y mucho arte .
        Grandes Tina y Carmela grandes LAS GRECAS.

  • RADY 24 febrero, 2023

    Es muy claro la definición y evaluación que hacen los conocedores, algunos con mucha mayor experiencia que otros, por eso este mundo del FLAMENCO es apasionante, para los que venimos de otras latitudes. desde Lima un abrazo.

  • Alma 17 marzo, 2023

    Sin embargo, a mi me da la sensación que la gran rueda de este sublime arte que todos queremos se está parando, y la que sigue girando hacia un horizonte desconocido es otra que se hace pasar por ella.
    No puedo llamar flamenco a nada que se disfrace burdamente de Él. Porque Flamenco, se escribe con letra capital.
    Han venido nuevos aires, que parecía que inspirándose (y en ocasiones copiando) a sus mayores, iban a traer nueva savia, véase Israel Fernández, Samuel Serrano y alguno más. Pero un día entras en Youtube y te los encuentras con algún rapero-reggaetonero haciendo lo que ahora llaman “flamenco”, y de repente descubres que era mentira, que ya casi no queda flamenco vivo. No sé si esta moda la hace la gente, o las productoras no quieren más flamencos. Pero que tenga más audiencia, un cantaor a dúo con un Omar Montes o similar o una Rosalía diciendo que por llevar una flor en el pelo es flamenca, de la que puedan tener Antonio Reyes o María Terremoto con una buena guitarra y unas palmas, que están aquí, que podemos oírlos en directo. Me parece escupir en la cara de El Flamenco. Y da seña de la mala educación musical que existe, del poco oído y el poco sentimiento.
    Pasarse por el forro el gran legado que dejaron los grandes, hacer eso y decir que haces flamenco, es burdo, es sucio y es ridículo.
    Ojalá volvieran todos aquellos que nos siguen poniendo los pelos como escarpias, pese a haber oido la misma cinta cientos de veces. Ojalá pudiéramos oír en directo al Chocolate, a Camarón, a Paco, a la Paquera, a Luis de la Pica… A tantos que se han ido, y siguen vivos para los que amamos el Flamenco.
    Y no lo digo por carroza, nací en los 90. La buena música no tiene edad.

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