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Carpio, Granaíno y Reyes: expectativas cumplidas

Tres cantaores con denominación de origen brindan un recital a la altura de lo esperado en la segunda cita del ciclo Flamencad, en el Baluarte de Candelaria de Cádiz.


Aunque lo mejor del arte es que siempre es imprevisible, hay carteles que dan exactamente lo que prometen. El de la segunda cita del ciclo estival Flamencad, heredero de los legendarios Jueves Flamencos, fue así: todo ocurrió según lo esperado, cada uno de los artistas cumplió con las expectativas que pesaban sobre sus hombros y el público dio por bueno el desembolso de taquilla. El desarrollo fue tan ajustado al guion que el único pero que cupo ponerle al espectáculo fue precisamente ese, que no hubiera demasiadas sorpresas.

 

Tres nombres de lo más granado del momento, cada uno con su denominación de origen y sus cualidades, pero también vinculados por ciertas afinidades, la principal de las cuales es la búsqueda de la verdad del cante. En tareas de presentador, el maestro José María Castaño, que los conoce bien y cumplió con su tarea ahorrándonos la retórica edulcorada a la que tanto se prestan estos menesteres. La temperatura, perfecta, ni tórrida ni demasiado fresca y sin viento, según acreditaban las inmóviles palmeras del Baluarte de Candelaria.

 

Si David Carpio era la primera voz de una noche llamada a ir de menos a más, cabe subrayar que fue un menos de gran altura. La factoría jerezana, a todas luces inagotable, sigue produciendo cantaores y cantaoras que buscan su voz propia sin descuidar la herencia de sus mayores, y sin duda Carpio ha dado en los últimos tiempos importantes pasos en ese sentido. Ahora que tantos se esfuerzan por darse un barniz de modernidad para conectar con públicos no aficionados, el de San Miguel encarna todo lo contrario, es el artista clásico, a la antigua usanza, en su imagen pero sobre todo en su cante.

 

Ello no le impidió hacer unas malagueñas muy personales antes de pasar a una breve tanda de tangos, lucirse por seguiriya y llegar a uno de sus palos fuertes, los fandangos, prescindiendo incluso de microfonía para demostrar su fuelle. Con el acompañamiento a la guitarra de Manuel Parrilla, a quien hemos visto mejores noches, concluyó por bulerías con letras de Alfonso de Gaspar, gaditano inolvidable, y tan seguro estuvo de haber dejado el listón alto que se despidió visiblemente feliz, haciendo su pataíta.

 

 

«Ahora que tantos se esfuerzan por darse un barniz de modernidad para conectar con públicos no aficionados, David Carpio encarna todo lo contrario. Es el artista clásico, a la antigua usanza, en su imagen pero sobre todo en su cante»

 

 

De Pedro El Granaíno, el hombre que pasó de trabajar en su mercadillo a rendir el teatro Lope de Vega a sus pies, no cabe esperar nunca faenas de aliño. Desde las granaínas iniciales a la soleá, su voz afillá, de hermosas rugosidades, parece desleírse en cualquier momento para, de improviso, resurgir en un poderoso aliento. No obstante, entre los muros del Baluarte gaditano desplegó un perfil menos acostumbrado –“festivalero” lo definió acertadamente un compañero a mi lado–, por ejemplo cambiando por una vez los tangos de Granada por los más ligeros de Remedios Amaya y su turu turai. Definitivamente cómodo sobre el escenario, recuperó su costado más dramático en la seguiriya antes de concluir con el Réquiem que grabara junto al siempre genial Vicente Amigo, y que supuso su consagración.

 

A propósito de guitarristas, cabe destacar el excelso papel de Patrocinio hijo como escolta de Pedro, conjugando la creatividad y la belleza con un toque servicial, para mayor brillo del cantaor. No es de extrañar que se haya vuelto imprescindible a la siniestra de El Granaíno.

 

Cerraba la noche Antonio Reyes, saltando a las tablas con traje blanco y acompañado por la bajañí de Miguel Salado. Fungiendo como estrella del cartel, el de Chiclana se limitó a destilar las mieles de su garganta, pero sin hacerla brillar como en otras ocasiones. Hizo la soleá de Pastora de un modo tan calculado que la abocó a la frialdad. Tampoco logró conectarse consigo mismo ni conectar al respetable por seguiriya. Para algunos, aparte de la enérgica presencia de Jesús Fernández como invitado al baile, lo mejor de la noche fue su versión de Aires de la Alameda del grupo Alameda, lo que es mucho decir en un cantaor de amplio repertorio, que tiene en su haber memorables noches. Con todo, Reyes salió airoso porque, aun quedando lejos de su cien por cien, puede vivir de sus propias rentas. Pero no debe olvidarse de que el espectador nunca se conforma con lo esperado: siempre quiere un poco más.                     

 

 

Ficha artística

Flamencad. Soníos negros.

Baluarte de Candelaria – 4 agosto 2022

Cante: Antonio Reyes, Pedro El Granaíno, David Carpio

Guitarras: Miguel Salado, Patrocinio hijo y Manuel Parrilla       

Artista invitado al baile: Jesús Fernández

 

 

David Carpio y Manuel Parrilla. Flamencad. Baluarte de la Candelaria, Cádiz. 4 agosto 2022. Foto: Raúl García Romero

 

Pedro El Granaíno y Patrocinio Hijo. Flamencad. Baluarte de la Candelaria, Cádiz. 4 agosto 2022. Foto: Raúl García Romero

 

José María Castaño, en las tareas de presentador. Flamencad. Baluarte de la Candelaria, Cádiz. 4 agosto 2022. Foto: Raúl García Romero

 

 


Un pie en Cádiz y otro en Sevilla. Un cuarto de siglo de periodismo cultural, y contando. Por amor al arte, al fin del mundo.

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