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El mundo onírico conceptual de Andrés Marín, Premio Nacional de Danza 2022

El bailaor de la Macarena, hijo de artistas, sin clases formales en el cuerpo, ha creado una marca inconfundible que mueve emociones mediante una imagen de compostura y dignidad.


Espero que a mi gran amigo, musicólogo y guitarrista, Norberto Torres no le importe que cite sus palabras de una conversación privada que tuvimos en Nimes en el 2007 a la salida del teatro donde habíamos visto la obra El alba del último día. Con Norberto, de gustos clásicos, y Andrés Marín, siempre olfateando nuevos caminos, era una compatibilidad complicada. Pero las palabras textuales de Norberto eran: “No sé qué es la fusión, pero si es esto ¡me encanta!”. Y lo dijo, no sólo por lo entretenido de lo que habíamos visto, sino por el impacto global y la originalidad de la obra, el sabio uso de las voces de José Valencia y Segundo Falcón y la guitarra de Salvador Gutiérrez, además del piano de Pablo Suárez y la exquisita percusión de Antonio Coronel. Y todo esto, a su vez, gracias a la sensibilidad flamenca del bailaor, flamante Premio Nacional de Danza 2022 en la modalidad de creación, Andrés Marín (con Ana Morales en la modalidad de interpretación).

 

El bailaor de la Macarena, hijo de artistas, sin clases formales en el cuerpo, ha creado una marca inconfundible que mueve emociones mediante una imagen de compostura y dignidad. No sé los demás, a mí no me convencen los puños y muecas, las miradas tremendas o el exceso de taconeo del que pecan tantos. Nuestro bailaor entiende la elocuencia de los silencios y el minimalismo, gloria del artista que comparte estos valores. Es el flamenco que se interpreta alreó de una candela mental o… espéralo… o el que se baila con una gallina viva en la cabeza, como hizo Marín en su obra Tuétano. Andrés fue duramente criticado por aquel invento que muchos veían como un absurdo gesto sin sentido. No me pida nadie que lo justifique, plis, porque no puedo… El arte existe para comunicar lo que no es expresable mediante las rutas habituales. La gallina me mola, fue mucho más que una travesura. Cosas más extravagantes se han hecho en nombre del arte sin transmitir nada.

 

Marín construye su imagen con pantalón de pitillo, pelo corto peinado hacia atrás, rostro plácido y una colocación de caderas con código postal distinto al de los hombros.  Todo esto, con movimientos a veces robóticos, y un inesperado sentido del humor siempre dispuesto. Se me antoja que es una estética con perfiles y ángulos egipcios. También veo en él una inquietud surrealista propia del pintor belga René Magritte.

 

 

«El mensaje principal de este bailaor de estética picassiana es sencillo: la vanguardia no está reñida con lo clásico, hay mucha cuerda todavía sin descubrir, y el flamenco es más grande que cualquier moda pasajera. Enhorabuena, Andrés, y gracias por hacernos ver el flamenco con ojos nuevos»

 

 

Andrés a menudo baila con su propia sombra proyectada que le hace de pareja. Su baile es el perfecto equilibrio de precisión sin frialdad, flamencura sin cutrez y evolución constructiva. El minimalismo minimalizado. Baile conceptual, como decía Marín en una entrevista que hicimos hace catorce años, cuando era más querido en el extranjero que en España. 

 

Su obra es cercana en determinados momentos al llamado teatro del absurdo, como lo concibieron Ionesco, Beckett y otros cuyos trabajos juegan con “la transformación repentina del personaje, la intensificación progresiva de la situación inicial o la inversión del principio”, una descripción académica de esta escuela. En La pasión según se mire, Marín sale a bailar a pecho desnudo y descalzo, con capirote de penitente y su habitual pantalón de pitillo, para llevarnos de excursión al espacio interior.

 

El mensaje principal de este bailaor de estética picassiana, el que le ha valido este importante premio, es relativamente sencillo: la vanguardia no está reñida con lo clásico, hay mucha cuerda todavía sin descubrir, y el flamenco es más grande que cualquier moda pasajera. Enhorabuena, Andrés, y gracias por hacernos ver el flamenco con ojos nuevos.

 

Fotos de Andrés Marín: Estela Zatania

 

 

 


Jerezana de adopción. Cantaora, guitarrista, bailaora y escritora. Flamenca por los cuatro costados. Sus artículos han sido publicados en numerosas revistas especializadas y es conferenciante bilingüe en Europa, Estados Unidos y Canadá.

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