Home / A cuerda pelá  / La sonanta bien temperada

La sonanta bien temperada

Pido disculpas a los lectores por lo técnico del texto, pero no me queda otra si pretendo reivindicar un cambio de nomenclatura de modo frigio por Modo Flamenco. Una cuestión de importancia para los estudios de musicólogos del flamenco.


Parafraseo la famosa obra de Bach y la aplico al flamenco, que sea lo que Dios quiera. Hace una década, año arriba año abajo, comencé el largo y tortuoso camino de cambiar la forma de referirnos al sistema armónico genuino de la guitarra flamenca que hasta entonces, y para mi desgracia aún hoy, se denomina modo frigio o, como decía nuestro querido y añorado maestro Manolo Sanlúcar, dórico. Reconozco que en mis primeros años de investigador de lo flamenco utilicé el nombre homónimo del modo de Mi gregoriano, el frigio, el hexacordo que comienza en el Mi y asciende hasta el Do: Mi-Fa-Sol-La-Si-Do, incluso al principio del todo usaba la denominación de la Grecia Clásica, el tetracordo descendente Dórico, coincidente con las tónicas de la llamada cadencia andaluza: La-Sol-Fa-Mi. Ambos tienen en común la nota principal, el Mi, y como principal característica el semitono (medio tono) entre el primero y Segundo grado: Mi-Fa, que le otorga el colorido oriental propio de la estética musical de lo jondo, y que, por otra parte, debemos considerar tono propio de la guitarra española. Y siendo el flamenco un género musical que tiene como principal aliada la guitarra, podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que una notable porción de la música del flamenco está en el modo de Mi, contando que ese Mi se puede transportar a otras tesituras para adaptarse a las diferentes voces del cante y si el Mi propiamente dicho se corresponde con el tono por arriba, es Fa sostenido o tono de taranta, Sol sostenido o tono de minera, La natural o tono por medio, Si natural o tono de granaína, Do sostenido o tono de rondeña y el más reciente tono de Re sostenido (no Mi bemol que dicen algunos). Tonos que, por cierto, si los cantamos seguidos: Mi-Fa#-Sol#-La-Si-Do#-Re#, obtenemos la escala de Mi mayor (esta curiosidad la expliqué hace años en un vídeo que titulé Johann Sebastian Montoya, en homenaje al Bach de la guitarra flamenca, Don Ramón, y en analogía a la titánica obra didáctica, y artística, del compositor alemán El clave bien temperado, que en nuestro caso podría ser La sonanta bien temperada).

 

En 2014 escribí en mi blog El Afinador de Noticias, hoy ya en formato libro, un artículo rogando a mis colegas que cambiáramos la manida denominación de frigio por Modo Flamenco, simple y llanamente. Es verdad que cada vez leo más la forma propuesta, pero los que parten la pana en esto de la musicología flamenca no acaban de adoptar el dichoso nombre. Que conste que lo entiendo perfectamente. Soy consciente de que no hay por qué compartir las razones por las que propuse el cambio de nomenclatura y eso va a misa. Otros no lo cambian por no desdecirse de tantos años usando el dichoso término medieval aplicado al flamenco. Intentaré en las próximas líneas explicar las razones de mi propuesta esperando que cunda la denominación de Modo Flamenco, en mi opinión es más concreta y exclusiva de una fundamental expresión musical de la cultura occidental, el flamenco, aunque haya pasado a múltiples géneros aquende y allende nuestras fronteras.

 

 

«O nos ponemos de acuerdo o esto deriva en un guirigay de denominaciones y seguiremos embarcados en la realidad de que hay tantos flamencólogos como flamencos y aquí ca uno es ca uno. Y si no, pues no pasa nada, que ya lo dijo el gran Love de Cádiz: “La vida son cuatro días, uno de baja, otro de fiesta y en medio un puente»

 

 

Primero de todo, Frigio se refiere a un modo melódico, el citado modo de Mi medieval, al igual que Dórico, el modo de Mi griego. Modo Flamenco se refiere a un modo armónico, alternativo al modo mayor y el modo menor que también usan los guitarristas flamencos para acompañar los cantes, por ejemplo en cantiñas y farruca respectivamente. Es decir, no es lo mismo hablar de un modo melódico, y es verdad que muchos cantes flamencos se canta en el frigio modo de Mi (aun cuando integren numerosas alteraciones en la escala frigia propiamente dicha), pero el término propuesto en 2014 y antes se refiere a un modo armónico, a las relaciones de tensión y gravitación entre acordes que forman como digo un sistema armónico, nuevo en la música de finales del XVIII y propio de la música andaluza y en concreto santo y seña de la arquitectura armónica del género flamenco. Ya entonces dije que “si seguimos llamándolo frigio, ¿por qué no llamamos jónico al mayor y eólico al menor? El modo flamenco es un sistema armónico perfectamente estructurado que se vale de las funciones del mayor y el menor, padres de la criatura, como sostén del discurso melódico del flamenco. Tiene su tónica, MI (por arriba), antigua dominante del menor que decidió imponerse a su tónica natural, el acorde de La menor. El segundo grado, FA, cuyo mando en plaza merece el nombre de dominante del modo flamenco, subdominante que es del relativo mayor, clave en el final del fandango cantable (mayor) para cadenciar al modo flamenco. También es sexto del menor, potencial que suele explotar como dominante del sistema tonal flamenco. El SOL y su doble función de tercer grado del modo flamenco, y dominante de DO mayor, nada menos, imprescindible contraste para el cante por soleá. El LA, grado de reposo tras la salida de muchos cantes, fue el antiguo patriarca, tónica que se vio relegada al cuarto grado por los flamencos, poniendo al MI en el trono. El SI, que a pesar de ser el tenor del modo frigio, en el flamenco no es muy bien recibido, si no es, alterado, para modular al modo mayor. El DO, sexto grado del modo flamenco y tónica de su relativo mayor. Sin el acorde de DO mayor el modo flamenco no sería el mismo, viene a ser una suerte de supertónica flamenca. Es además la tónica del modo mayor en el fandango cantable. Todo en el flamenco gira en torno a Mi, Fa y Do. El RE, séptimo grado que suele sustituir a FA, el acorde que define el colorido de la tonalidad flamenca”.

 

Pido disculpas a los lectores de ExpoFlamenco por lo técnico del presente artículo, pero no me queda otra si pretendo reivindicar un cambio de nomenclatura para una cuestión de tanta importancia para los estudios de musicólogos del flamenco que, aunque parezca que no tiene interés para sectores amplios de la afición jonda, sí lo tiene en mi opinión ya que o nos ponemos de acuerdo o esto deriva en un guirigay de denominaciones y seguiremos embarcados en la realidad de que hay tantos flamencólogos como flamencos y aquí ca uno es ca uno y no hay más que hablar. Parecerá un asunto baladí pero estoy convencido de que si no llamamos a las cosas por su nombre jamás lograremos acuerdos para referirnos con propiedad a estas cosas. Y si no, pues no pasa nada, que ya lo dijo el gran Love de Cádiz: “La vida son cuatro días, cuatro días solamente, uno de baja, otro de fiesta y en medio un puente”. ¡Ea! 

 

 

→  Ver aquí las entregas anteriores de la sección A Cuerda Pelá de Faustino Núñez en Expoflamenco

 

 


Musicólogo de Vigo (Galicia). Investigador y profesor. Amante de la música. Enamorado del flamenco. Y apasionado de La Viña gaditana.

1 COMMENT
  • Juanfe Pérez 18 octubre, 2023

    Como siempre de acuerdo contigo. Además el modo frigio es menor (si se armoniza ), y el modo flamenco es mayor!

    Un saludo maestro

ESCRIBE TU COMENTARIO. Rellena los campos NOMBRE y EMAIL con datos reales. Para que se publique en nuestro portal, el comentario no puede ser anónimo.

X