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Parecidos razonables (IV): Adhan vs Martinete

Una de las similitudes que más me llaman la atención es la que observó Pierre Lefranc en relación a la llamada a la oración musulmana conocida como Adhan y las dos tonás chicas del repertorio de Chacón, en el primer tercio del martinete natural, y también en la seguiriya de Manuel Molina y la soleá de Joaquín el de la Paula.


Las casualidades en música, como todo en la vida, son posibles. Sin embargo, cuando en un mismo género dos melodías son idénticas podemos presumir que ha habido algún contacto entre ambas y una u otra se han podido apropiar de dicha secuencia melódica. En el flamenco son muchas las coincidencias melódicas entre estilos que están en apariencia lejanos entre sí, tal es el caso de la rondeña malagueña –Navegando me perdí...– con el polo natural –Carmona tiene una fuente…–, la subida de la serrana idéntica de la que se hace en la caña, por no hablar de préstamos melódicos en variantes del mismo estilos, sean malagueñas (Mellizo vs Canario vs Chacón vs Trini), soleares (Mellizo 1 vs Serneta 3). La coincidencia entre géneros diferentes sorprende más y sugiere la máxima en musicología que viene a decir que dos patrones, melódicos, rítmicos, armónicos, pueden aparecer en dos lugares diferentes e incluso muy distantes sin haber tenido contacto alguno, por simple coincidencia. También depende del grado de similitud entre ambos patrones. Por ejemplo, la idéntica secuencia armónica (cadena de acordes) que encontramos entre el fandango cantable y el blues es algo más que casual. Otra cosa es que nadie haya reparado en ella y cuando lo dije hace ya unos años en mi blog El Afinador de Noticias, muchos saltaron a la yugular diciéndome a lo descarado que me dejara de onanismo mental. Hasta que entró en el debate el gran Jorge Pardo y me dio la razón y se hizo el silencio.

 

De las similitudes que más me han llamado la atención en los últimos años de todas las que he encontrado, o he aprendido de mis compañeros, y que siempre anoto porque ahí están los nudos de la madeja, como decía mi maestro en Santiago de Cuba Danilo Orozco, es la que observó el desaparecido estudioso Pierre Lefranc en relación a la llamada a la oración musulmana conocida como Adhan y las dos tonás chicas del repertorio de Chacón y que conocemos por El Gallina, en el primer tercio del martinete natural, y también en la seguiriya de Manuel MolinaA clavito y canela…– y la soleá de Joaquín el de la Paula 1 –A quién le contaré yo…–. Melodía casi idéntica en las cuatro y que llaman la atención y voy a comentar en este artículo sin ponerme muy técnico (en este vídeo de YouTube se pueden escuchar).

 

 

«Quizá estas coincidencias melódicas entre esas dos músicas, el Adhan y las variantes de martinete/soleá/seguiriya, fueron producto de ‘cantar en camelo’ y surgió esa similitud no porque Chacón tuviera contacto con descendientes de moriscos, sino que al cantar en camelo surgieron esos parecidos más o menos razonables»

 

 

Que esta similitud, clarísima, entre una melodía litúrgica que hace muchos siglos ni se canta ni se escucha en Andalucía aparezca en tres cantes diferentes del repertorio jondo no deja de sorprender. Lefranc zanja la cuestión así: “Chacón hubo de tener contactos y allí, quizás, pudo recuperar estos cantos entre descendientes de moriscos”. En referencia a la primera ton chica, y sobre la segunda, “que es la antigua “banda morisca”, se ha podido observar desde La Puebla de Cazalla hasta Cabra y Lucena una fuerte afición campera al cante de tradición pero sin los vínculos habituales con familias gitanas”. Esta es la cuestión. Lo normal sería pensar que esas melodías han quedado en el subconsciente colectivo y han ido transformándose hasta llegar a las mencionadas variantes de martinete, soleá y seguiriya. También podríamos aplicarle la máxima antes mencionada de dos patrones melódicos idénticos que aparecen espontáneamente en diferentes contextos tanto temporales como espaciales.

 

Lo que está claro es que la liturgia musulmana estuvo debidamente perseguida tras el año 1492 y, en el caso de haber sido conservada, tuvo que ser en un contexto muy diferente al litúrgico. Debido a la sencillez del patrón melódico al que nos referimos, una escala ascendente a modo de declamación que sirve de introducción a todos los ejemplos comentados, no es raro que surgieran de forma espontánea y no como dijo Lefranc, en referencia a que si Chacón tuvo contacto con cantos descendientes de moriscos. Es algo muy difícil de probar, pero pone sobre el tapete dos cuestiones de gran interés. Una, la siempre mencionada herencia morisca que ha hecho y hace correr ríos de tinta, y que tan de actualidad está (recomiendo los artículos de Ramón Soler para Expoflamenco en relación a la presencia de lo moro en el flamenco). Y la otra, la natural evolución de la música como expresión viva que me gusta definir con la consabida frase “la música, como la materia, ni se crea ni se destruye, solo se transforma”.

 

 

«¿Cómo es posible que siendo el cante supuestamente de origen medieval, cuando los árabes dominaban la península, no haya rastro allende el mar océano de esa forma de cantar? Solo hay una explicación: el cante es fruto del romanticismo, es decir, es creación moderna»

 

 

Es difícil, acaso imposible, que podamos averiguar cómo llegó, en caso de que ocurriera, ese patrón melódico casi intacto desde el Adhan a dichos cantes, y se me ocurre, sin ánimo de polemizar, que bien podría ser debido a esa teoría que ya he comentado en estos artículos referida a que si el cante jondo es una música heredada o reinventada –véase mi artículo ¿Porque me viene de herencia?–, teoría que estoy madurando y que ahora llamo, parafraseando al gran Beni de Cádiz, cantar en camelo, en referencia a lo que el genial cantaor dijo al recientemente fallecido Jesús Quintero en una de sus muchas entrevistas que, dando coba a un billetoso príncipe árabe en Marbella le canté en camelo imitando las músicas de su tierra. Esta idea, teoría o conjetura puede parecer alocada, sin fundamento, fruto de la fantasía, pero alguien se puede explicar por qué en la América hispana no hay rastro de un canto jondo similar, aunque sea un poquito, al que se hace en Andalucía, cuando existen múltiples rastros de aroma andaluz en compás y armonía de la guitarra en aquellas músicas. ¿Cómo es posible que siendo el cante supuestamente de origen medieval, cuando los árabes dominaban la península, no haya rastro allende el mar océano de esa forma de cantar? Solo hay una explicación: el cante es fruto del romanticismo, es decir, es creación moderna.

 

No será entonces que estas coincidencias melódicas entre las dos músicas, a saber, el Adhan y las variantes de martinete/soleá/seguiriya referidas fueron producto de cantar en camelo y surgió esa similitud, no porque Chacón tuviera contacto con descendientes de moriscos, sino que al cantar en camelo surgieron esos parecidos más o menos razonables. Todo se andará.

 

Imagen superior:  Asim Z Kodappana – Unsplash

 

 

→  Ver aquí las entregas anteriores de la sección A Cuerda Pelá de Faustino Núñez en Expoflamenco

 

 

 


Musicólogo de Vigo (Galicia). Investigador y profesor. Amante de la música. Enamorado del flamenco. Y apasionado de La Viña gaditana.

1 COMMENT
  • Francisco en París 29 octubre, 2022

    Gracias por el artículo profesor
    Un placer leerte

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