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El Niño de Elche: ¿un genio incomprendido?

El Niño de Elche quiere ser el nuevo Enrique Morente, esa es la línea que quiere seguir. Pero se le olvida una cosa: que el maestro granadino sabía cantar, y él no sabe.


Que la Bienal de Flamenco vaya a darle el Lope de Vega al Niño de Elche para que venga a presentar su Antología del Cante Flamenco Heterodoxo demuestra lo muerto que está el festival sevillano y lo amenazado que continúa estando el flamenco. Nada menos que el Teatro Nacional Lope de Vega. ¿Qué méritos ha tenido que hacer el célebre cantante para que pueda disfrutar de ese privilegio? Cantar mal, porque canta muy mal, y, sobre todo, dedicarse a odiar e insultar al flamenco. Y también a poner de fascistas, catetos e incultos a todo el que le pone algún pero a su cante, por llamarlo de alguna manera, porque el cante es otra cosa.

La Bienal le va a permitir que venga a presentar su antología, como él llama a lo que ha hecho, su última obra. Ante la evidente incapacidad de cantar siquiera medianamente aceptable, se ha sacado de la manga tamaño engendro musical y el festival sevillano le va a financiar su presentación en la capital andaluza. Y hasta le pagarán, supongo. Sí, a un señor que ha llegado a cantar por soleá sentado en un váter y que les desea la muerte a los críticos de flamenco que no le son afines, que son la mayoría de este país.

 

El Niño de Elche quiere ser el nuevo Enrique Morente, esa es la línea que quiere seguir. Pero se le olvida una cosa: que el maestro granadino sabía cantar, y él no sabe.

 

Y para hacer algo serio en el cante flamenco hay que saber cantar. Entonces, ¿cuál es su estrategia? Desacreditar en las redes sociales a todo el que critique sus cosas, con un estilo que roza lo violento. Me llegó a desear un día la muerte. Eso sí, “como crítico, no como persona”, según me dijo. Menos mal. Eso sin haber escrito nunca nada contra él, porque hasta ese momento no sabía nada de semejante sujeto. Ni que existía. ¿Por qué entonces tanta saña cada vez que se refiere a mí? Odia a los críticos y en su muro solo pone los enlaces de artículos en los que lo tratan bien, por lo general plumillas que no tienen ni idea de flamenco.

Todos los críticos somos fascistas, según él. Como es un cantaor malo, aunque esté ganando dinero –también lo gana Belén Esteban–, desacredita a quienes puedan ponerle peros a su obra. Es decir, trata de aniquilar al enemigo, de cortarle la cabeza, que ya saben a qué nos recuerda. Él, que va poniendo de fascista a quienes no valoramos lo que hace. He pasado siempre de él y eso lo tiene más encabronado aún. Pasar, sí, porque no me interesa para nada su música y eso le molesta. No hace mucho tiempo contactó conmigo con ganas de limar asperezas, supongo que para ponerse bien y que no criticase su pretendida antología. Tengo guardado el texto de la conversación y les aseguro que siento miedo cada vez que lo repaso, porque este sujeto no está bien de la cabeza. Además, tiene veneno en las tripas y no he logrado aún averiguar el motivo.

 

Creo que no ha asumido aún lo mal cantaor que es y eso le hace sentirse frustrado, aunque gane dinero y sea famosillo.

 

No le gusta el dinero y lo que le encantaría es ser reconocido como un buen cantaor tradicional. Es eso lo que le pasa, que tiene el oído virgen y odia profundamente a todo el que no le diga ole alguna vez. Se considerará un genio incomprendido, supongo, no lo sé. Piensa que todo lo que hace ahora va a ser reconocido dentro de cincuenta años, cuando ya no esté vivo. Y por eso se burla del flamenco, de los críticos y de los artistas tradicionales: porque tiene una enorme frustración como cantaor de flamenco.

No pensaba escribir nada sobre él, pero la noche del pasado martes arremetió contra mí en Facebook de una manera furibunda, agresiva, porque dije en el muro de uno de los responsables del Festival Flamenco On Fire, de Pamplona, que Rosalía cantaba mal queriendo porque le ve la punta. Esto, que era una opinión y que tenía su ironía, le bastó al Niño de Elche para volver a insinuar que soy un fascista. Por cierto, con la aprobación de David, cofundador de este festival navarro, quien se justificó diciendo que el flamenco es libre. Claro, por eso permitió que el cantante de Elche me insultara por ejercer la libertad de expresión.

Seguramente lo que hace el Niño de Elche es muy bueno, aunque a mí me parezca horrible. Por eso no opino mucho. Además, porque el muchacho es de armas tomar. Cuidado con este fantoche.

 

 


Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

1 COMMENT
  • Francisco Javier Caballero Torinos 12 febrero, 2020

    No me cabe en la cabeza que la Bienal de Sevilla, pueda contratar a semejante antropomórfico, cuyo único objetivo es mofarse del flamenco. El flamenco, cante jondo, es la última reminiscencia cultural de la tradición oral de los Juglares del medievo; es una cultura única, un arte excelso y un sentimiento maravilloso. El flamenco, representa la poesía de la gente llana, su sufrimiento. Andalucía, la tierra que más artistas por metro cuadrado ha dado al mundo, nos presenta en uno de sus sagrados templos, a un Sátrapa que viene a ciscarse en la memoria de Agujetas, M. Moneo, el Torta, La Paquera, etc, etc., A esta mierda, los analfabetos funcionales de cerebro plano y corazón corrompido, lo denominan transgresión, que es lo mismo que llamar poesía a un exabrupto. Y no entiendo, el porqué no lo tiraron al río (se drena posteriormente) a él, y a algún que otro iluminado, que desde su decadencia espiritual y efímero sillón, permite que se insulte gravemente a una cultura ancestral y excepcional y, por ende, a la tierra y al pueblo depositario de la misma.

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